Capítulo 1

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-Está creciendo bien -me dice la pediatra, con una sonrisa en los labios, mientras visto a Roger-. Sigue dentro de su percentil.

-Eso es bueno, ¿verdad?

-Desde luego -teclea algo en su ordenador, antes de seguir hablando-. De todas formas, esas tablas se han creado para orientarnos a los pediatras sobre el progreso de los niños. Si superan los límites tanto a la alza como a la baja, queda a nuestro criterio decidir si debemos intervenir. Roger es un niño sano y fuerte, así que no habría problema si lo sobrepasase un poco. 

-De todas formas -digo-, me alegro de que no lo haga.

-Tampoco te obsesiones con eso -me recuerda-. Un par de kilos arriba o abajo no harán que tu bebé esté peor. Lo estás haciendo muy bien, Zandra.

-Gracias -supongo que necesitaba oírlo. 

-Nos vemos en un par de meses -me sonríe-. Para entonces, seguro que este campeón ya se sostiene solo sentado.

-¿Y si...?

-Y si no lo hace -me interrumpe-, tampoco pasará nada. Cada niño es un mundo y tiene su ritmo. Hay niños que caminan antes del año y otros que tardan hasta otros seis meses. Déjale que se tome su tiempo. Roger sabrá cuándo está preparado para la siguiente fase.

-De acuerdo -dejo escapar el aire de mis pulmones.

Llevo siendo madre solo cuatro meses, pero en ocasiones siento que no soy suficiente para mi hijo. Adelanto acontecimientos y pienso en el día en que mi pequeño quiera saber sobre su padre, en lo duro que me resultará hablarle de él y explicarle por qué no está con nosotros. En ocasiones pienso que Roger habría sido mejor padre que yo madre, pero después veo al sonrisa de mi hijo y sé que no lo estoy haciendo tan mal.

-¿Todo bien? -me pregunta Harvey en cuanto salgo de la consulta. 

Se está tomando muy en serio eso de ser el medio padre de mi hijo. Y no es que me moleste que me acompañe al pediatra o me ayude en casa cada vez que tiene un momento libre, que ahora que no están en activo es bastante a menudo, pero siento que estoy abusando de él y de su buena voluntad. Y también siento que esto no va a acabar bien, porque todavía no estoy preparada para ir más allá de una amistad con él. Nunca me ha insinuado nada al respecto ni ha intentado un acercamiento más íntimo entre nosotros, pero creo que es algo que espera que pase y me siento mal porque no creo que pueda dárselo. No, mientras siga echando tanto de menos a Roger.

-Perfecto -le sonrío.

-Ya sabía yo que mi Rogde estaba hecho un campeón -me devuelve la sonrisa y luego le hace gestos al pequeño hasta que le arranca una sonrisa. Mi hijo ya lo reconoce.

-Gracias otra vez por traerme -mi coche se ha muerto hace unas semanas y el arreglo me costaría más que comprarme uno nuevo. Solo que ahora mismo tampoco puedo hacer eso, así que voy tirando de favores cuando necesito ir a alguna parte.

-No tienes que agradecérmelo -le resta importancia-. Ya sabes que lo hago encantado.

-Pero me sabe mal tener que depender de vosotros.

-Te habría regalado el coche -me señala, haciéndose el ofendido-, si me hubieses dejado. 

-Eso sí que no -niego-. Vale que me ayudes en pequeñas cosas, pero un coche...

-Era de segunda mano -me recuerda.

-Aún así, costaba demasiado.

-Hablamos de mi dinero, Zandra -encoje los hombros-. Y quería gastarlo en mi medio hijo.

-Lo habrías gastado en su madre -le reprocho.

-Para que ella pudiese manejarse sola con mi medio hijo -recalca-, pero no importa. De esta forma, puedo pasar más tiempo con vosotros.

Zandra (Saga SEAL 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora