Capítulo 2

8.7K 1.3K 294
                                    

Miro el reloj, controlando el tiempo y grito para que no bajen el ritmo.

-Vamos, vamos, vamos.

Esta mañana los instructores han hecho varios grupos con los nuevos reclutas y nos han pedido a algunos de nosotros que nos hagamos cargo de ellos. A mí me ha tocado llevármelos a la playa y el sol aprieta tanto, que después de media hora, ya estamos todos sudando. Me apetece más meterme en el mar que seguir corriendo, pero me esfuerzo por aumentar la distancia con ellos para que tengan que alcanzarme. No me detendré hasta que caigan en la arena, totalmente agotados. El objetivo de todos los ejercicios es llevarlos al límite de su resistencia, tanto física como psicológicamente. 

-Más rápido, mierdecillas. Recién salidos de la academia y no sois capaces de alcanzarme. Vamos, quiero ver esas piernas moverse con más brío -ni que decir tiene que los he tenido antes haciendo flexiones. Han de estar mucho más cansados que yo, pero eso no quita que la mayoría tienen al menos 10 años menos que yo. A su edad, yo era imparable.

Cuando veo que varios se van rezagando del grupo, doy por finalizada la carrera. Sin embargo, no les permito descansar, sino que les obligo a hacer más flexiones. En esta ocasión, no los acompaño porque quiero comprobar que lo hacen tal y como les ordeno. Y mientras me paseo ante ellos, los voy presionando incluso si lo hacen bien. 

-Es muy fácil hablar desde ahí arriba -escucho murmurar a uno de ellos y regreso a su lado. Ni siquiera debería sorprenderme que haya sido Archer quien lo ha dicho, porque parece tener algún tipo de problema conmigo. En un principio pensé que podía ser por haber flirteado con su, ahora novia, pero parece que lo que le disgusta es que esté rondando a Zandra. Y aunque le aclaré que lo de Chris no era más que un juego inocente y que jamás pasaría de eso, no estoy dispuesto a alejarme de Zandra. 

Desde que la conocí aquel día en que chocamos a la salida del Groovy's no he podido dejar de pensar en ella. Estaba dispuesto a olvidarla cuando supe que iba a ser madre porque no me sentía con el derecho a irrumpir en su vida para complicársela más, pero acompañarla durante el parto ha hecho que me resulte imposible dejarla ir. Quiero formar parte de su vida y de la de su hijo si me admite en ella. Y si no lo hace, lograré que cambie de opinión. No soy un hombre paciente, pero por Zandra, haré lo que sea necesario.

-¿Algún problema, cadete? -le grito con voz de instructor. Debe aprender a separar lo personal de lo profesional o nunca será un buen SEAL.

-No, señor -grita en respuesta.

-Veinte flexiones, cadete -le ordeno-. Los demás podéis descansar.

Escucho su bufido y noto cómo se tensan los músculos de su cuello, no solo por el esfuerzo que está realizando con las flexiones, sino por callar una nueva protesta. Pido a los demás que monten un circuito en la arena y en cuanto nos quedamos solos, lo presiono de nuevo.

-¿Algún problema, cadete?

-Ninguno, señor -responde, conteniéndose.

-¿Y por qué no te creo? -ha terminado la ronda-. Otras veinte y ve contándolas en alto.

Noto cómo su cuerpo comienza a temblar, pero no se rinde y logra contar las veinte. Es un hombre persistente y con una fuerza de voluntad de hierro, pero le pierde su carácter explosivo. Tendrá que aprender a controlarlo.

-Reúnete con el resto -le digo, antes de que se me ocurra ordenarle que haga otras veinte.

Se levanta y sacude la arena de su cuerpo sin mirarme en ningún momento. Sé que está a punto de sacar fuera lo peor de él y ya me voy preparando para atajarlo. Puede que ahora me odie por ser tan duro, pero acabará agradeciéndomelo. Cuando le asignen un equipo, en alguna misión o simplemente en su día a día. Porque la disciplina militar acaba formando parte de ti, aunque dejes al soldado en la base al regresar a casa. Es imposible que las experiencias que vives en el ejército no te marquen de algún modo. Y por desgracia, no siempre van en el buen sentido.

Zandra (Saga SEAL 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora