Capítulo 25

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-Todavía no puedo creer que no haya esperado -Chris mira una vez más mi anillo de compromiso y yo le lanzo una mirada asesina porque me impide terminar de colocar el tocado en su cabello-. Se suponía que lo haría en mi boda. Ya lo habíamos hablado e iba a ser perfecto.

-¿No eras tú la que decía que si te estropeaba la boda con eso, le cortabas los huevos? -le pregunto, divertida-. O algo así.

-Me hacía un collar con ellos. Pero que te pida matrimonio en mi boda, con mi ayuda, no es estropearlo -recalca y yo suelto una carcajada a la que no tarda en unirse-. Bueno, como sea, me alegro que haya pasado, aunque me lo haya perdido.

-No fue la gran cosa -finjo que no me ha impresionado, pero para mí, sus palabras fueron lo suficientemente especiales como para pasar por alto el lugar o el momento que eligió para decírmelas. No lo cambiaría por nada-. Pero lo amo y se lo perdono.

-Calla, perra -me dice-, que seguro que te emocionó como si lo hubiese hecho delante de cientos de personas.

-No habrían sido cientos de personas aunque me propusiese matrimonio en tu boda -rio de nuevo-, así que da igual dónde lo hizo o cómo fue.

-Lo importante ahora es saber cuándo será -ríe ella.

-Chris, disfruta primero de tu boda y después ya hablaremos de la mía -le doy largas, porque todavía no quiero pensar en eso. Al menos, no en voz alta.

-Aburrida -pero se calla y me deja terminar de prepararla.

Cuando nos explicó lo que quería para el día de su boda, la mayoría protestó; bueno, no era para menos, porque hasta yo tuve mi momento de duda, pero al final se ha salido con la suya. Y eso estaba más que claro desde el mismo momento en que nos dio las pautas a seguir. Chris jamás aceptaría una negativa, no solo porque es su boda y ella decide, sino porque no iba a desaprovechar la oportunidad de verlos a todos llevando calzones victorianos.

-Estás preciosa -le digo, observando el resultado final. Nos costó encontrar el vestido adecuado a esa época y que además encajase con la personalidad de Christine, pero la búsqueda ha merecido la pena, porque está perfecta.

-Y ellos van a estar ridículos con esos pantalones bombachos y los volantes -ríe. Solo ella podía ser tan maliciosa como para meterse con sus propios invitados el día más importante de su vida.

-Bueno, la ropa de aquella época tiene su encanto. Y no todos los trajes llevan volantes -le recuerdo.

-Pues yo espero que ellos no lo hayan descubierto porque quiero ver volantes en sus camisas.

-Eres de lo peorcito que hay, Chris.

-Y a mucha honra.

El resto nos está esperando en la gran sala de recepción. Chris había esperado casarse en un castillo, pero por aquí no hay ninguno, así que ha tenido que conformarse con una casa colonial restaurada que, debo admitir, es una pasada. Me enamoré nada más verla por fuera y cuando nos la enseñaron, antes de contratarla, me enamoré también del interior. Si tuviese dinero suficiente, me construiría una casa como esta, pero más pequeña. Solo de pensar en el trabajo que dará limpiar las 30 habitaciones que tiene, me agobio. Pero lo mejor, es que vamos a pasar el fin de semana completo en ella, porque está en Williamsburg, a siete horas de casa, y podremos disfrutarla sin tener que cocinar, ni limpiar, ni nada de nada. Solo seremos servidos como en aquella época. Desde luego, Chris sabe montárselo bien.

-Te odio, hermanita -le susurra Fisher en cuanto llegamos junto a él, porque, no podía ser de otro modo, se encargará de entregársela al novio-. De toda la ropa incómoda que podías haber elegido, esta es la peor, sin duda. Parece que llevo la ropa interior por fuera.

Zandra (Saga SEAL 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora