Capítulo 16

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A pesar de que todos sabemos lo que nos quiere contar Hank el sábado, en lo que queda de semana nadie lo comenta y actuamos como si ignorásemos que ya no seremos más el equipo original. Nos queda el consuelo de que esta vez no se deshará por una muerte, como pasó con Delaney, pero no deja de ser duro igualmente. Hank es el alma del grupo, el nexo entre nosotros. Y aunque diga que seguiremos en contacto y las tradiciones que hemos instaurado no se romperán, no será lo mismo ya. Por suerte, Simmons está a la altura del jefe y dudo que vayamos a notar un cambio drástico porque tanto él como Hank han estado preparando el terreno desde hace tiempo. No dudo ni por un momento que en el futuro nuestro Simmons se convertirá en un padre para todos nosotros y para los que vengan después. No es que alguno de nosotros esté pensando en retirarse ya, pero pasará tarde o temprano. Es ley de vida cuando tu trabajo es tan exigente como el nuestro.

-¿Lo tienes todo? -le pregunto a Zandra, con Roger en brazos, al ver que ya cierra la bolsa y se la pone al hombro.

-Creo que sí -mira a su alrededor como revisando que no se deja nada de lo que necesita llevarse a la barbacoa. Es la tercera vez que lo hace, pero yo espero pacientemente por ella. Cinco minutos más no supondrán nada.

-De todas formas, no estaremos tan lejos -la tranquilizo-. Si falta algo, podemos venir a por ello en un momento.

-Cierto -me mira y me sonríe. Y cada vez que hace eso, yo me enamoro más de ella.

-Vayámonos, entonces -le sugiero.

-De acuerdo -aún así, no puede evitar echar un último vistazo antes de cerrar la puerta.

-Mujer precavida, vale por dos -le digo, sonriendo.

-Siempre tengo la sensación de que me dejo algo -me sonríe de vuelta, aunque ha sonado a disculpa.

-No eres la única -le respondo, para hacerla sentir mejor-. Yo también reviso mis cosas antes de salir del país unas cuantas veces. Y lo peor es que en más de una ocasión me he dejado algo atrás y tengo que apañármelas durante meses sin ello.

-Que putada -murmura.

-O robárselo a los demás -rio y termina imitándome.

-En este caso no tendremos que robar nada a los demás porque estamos cerca.

-Le quitas la diversión a todo, cariño -bromeo.

Cuando llegamos a casa del jefe, nos recibe una Joy un tanto nerviosa y no puedo evitar pensar si es por volver a ver a Fisher y tener que fingir que no ha pasado nada entre ellos. Me habría gustado poder hablar con ella, pero juré no decir nada y pienso cumplir. Tendrán que solucionarlo entre ellos. 

-La mayoría ya ha llegado -nos dice-. Están en el jardín. Mi padre ya está preparando la barbacoa para poner la carne.

-Llego justo a tiempo para la diversión -rio. Me encanta ver cómo Fisher saca de quicio al jefe mientras lo prepara todo, con sus instrucciones innecesarias.

-Esta vez no -me responde-, porque el incordio todavía no ha llegado.

Y nada más decirlo, llaman a la puerta. Veo cómo Joy se tensa por unos segundos, luego respira hondo y abre la puerta con su sonrisa más sincera. Aunque en el fondo a mí no me engaña, probablemente porque sé lo que ha pasado. Zandra, por el contrario, no nota nada raro en su comportamiento y si lo hace, no dice nada.

-Biffff -lo saluda como siempre y él la imita. Se dan su abrazo de oso, pero dura menos de lo habitual y Fisher me mira por un momento, dando a entender que le duele que se haya estropeado su relación por el beso-. Si no te das prisa, te perderás el encendido de la barbacoa.

Zandra (Saga SEAL 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora