Me costó mucho hacerme a la idea de que debía pasar tiempo sin ver a Roger al regresar a mi trabajo y sufrí cada instante en que no podía verlo. Ahora que ya estaba acostumbrada, temo que deba empezar de nuevo después la experiencia vivida con el ex de Chris. El miedo a morir y no poder volver a verlo me ha acompañado todo el tiempo que estuvimos retenidas. Y aún así, hay algo más que me mantiene inquieta, pero que no logro descifrar.
-¿Estás bien? -Loman me mira unos segundos antes de volver la mirada a la carretera-. Estás muy silenciosa.
Después de que llegásemos a la base, Harper nos coló en los vestuarios femeninos sin que nadie nos viese, para que pudiésemos darnos una ducha. Yo estaba deseando volver a casa, pero también necesitaba ponerme una ropa que no oliese a sangre y a polvo antes de ver a mi hijo. Pero no supe hasta que punto necesitaba aquella ducha hasta que el agua cayó sobre mí. A medida que barría la suciedad y los olores, se fueron también el miedo y la frustración acumulados tras el secuestro, o al menos parte de ellos, liberándome de ese peso que me traje conmigo de aquel almacén. Y aunque creía que Chris lo superaría mucho antes que yo, cuando la escuché llorar en la ducha contigua, supe que se había estado haciendo la fuerte todo este tiempo. Después de vestirnos con ropa que Harper nos prestó, yo seguía deseando ver a mi pequeño, pero también necesitaba tener una larga y sincera charla con Chris para convencerla de que nada de lo que había pasado era culpa suya. Las culpas solo nos atan a un pasado que ya no podemos cambiar.
Ahora vamos, por fin, camino de mi casa y mis manos tiemblan con las ganas que tengo de abrazar a mi hijo. Por eso las llevo enlazadas, porque no quiero que Loman vea lo afectada que estoy y decida que debemos hablar antes de entrar en la casa. Tenemos que hablar, por supuesto, pero antes quiero ver a mi bebé.
-Solo estoy pensando -respondo vagamente.
-¿En qué piensas? -insiste.
-En que estás tardando mucho en llegar a casa -intento sonreír para que vea que estoy bien, pero no debo ser muy convincente porque me muestra una mueca de disgusto.
-Creía que ya no había secretos entre nosotros, Zandra.
-Y no los hay -le aseguro-, pero ahora mismo necesito ver a Roger. Te prometo que después de que lo achuche hasta que proteste, hablaremos de todo lo que ha pasado.
-De acuerdo -me concede el margen de tiempo que le pido y llevo mi mano a su mejilla. Él la sujeta y me besa la palma-. Te amo, Zandra.
-Y yo a ti -puedo notar en su voz cierto apremio para que le crea y siento que intenta disculparse conmigo por algo. En un principio estoy confusa, pero entonces se me ilumina la bombilla-. No fue culpa tuya, lo sabes ¿verdad?
-Casi no llegamos a tiempo -dice. Al parecer esta conversación tampoco puede esperar.
-No podías prever que pasase algo así, Harvey -insisto-. Y tampoco puedes estar en todas partes.
-Si no hubieses tenido la picardía de enviarme tu localización -expulsa el aire de sus pulmones- o si hubiesen pasado más de las ocho horas... Si te hubiese pasado algo, no me lo perdonaría, Zandra.
-Yo decidí asumir el riesgo que hay en tu vida cuando me enamoré de ti -le recuerdo-, pero tú debes comprender que no podrás protegerme de todo y en todo momento. Las cosas no funcionan así, Harvey.
-Lo sé -admite-. Pero saberlo no me consuela.
-Tampoco a mí me consuela saber que formas parte de un equipo increíble, porque siempre tendré miedo a que te pase algo y no puedas regresar a casa, pero me basta para saber que tienes más posibilidades de hacerlo que con cualquier otro grupo. Y si esta experiencia me ha servido para ver eso, la daré por buena. Habría preferido averiguarlo de otro modo -se me escapa una sonrisa-, pero no voy a quejarme ahora que estoy a salvo.
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Zandra (Saga SEAL 4)
ActionZandra acaba de perder a su marido y dar a luz al hijo que ambos esperaban con tanta ilusión. Pero ha aparecido alguien inesperado en su vida, que amenaza todavía más su ya inestable corazón. Segura de que lo que siente es una traición a su difunto...