XXXIII

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Estaba cambiándole el pañal a su hija, cuando escuchó que su celular sonaba. Lo puso en alta voz, y observó a Angy, que jugaba con un pañal limpio.

—Cruz ¿Qué ocurre?

"—Hola Noe ¿Estarás libre ésta noche?"

—¿Libre para qué? —le preguntó curiosa, mientras le colocaba el pantalón a la niña.

"—Pensé... Qué quizás podríamos ir a cenar."

—No sé si sea buena idea, Ángel se pone fastidiosa cuando hay mucha gente —le dijo sentando a la niña, cambiándole el pañal que tenía en la mano, por un peluche.

"—Podríamos ir sólo nosotros dos."

—No me gusta molestar a Nati para que cuida de Angy, y mucho menos, si es para que salga sola. Si quieres ver a la niña, ven a verla aquí. Sabes que yo no te lo impido, Cruz.

"—Sí, tienes razón. Eso de las nueve estaré en tu casa."

—De acuerdo, adiós —pronunció cortando, tomando a la niña en brazos.

No quería pasar tiempo a solas con él, Cruz comenzaría a confundir las cosas entre ellos. Y ella sólo estaba siendo amable, por la niña.

***

—Pa, pa, pa —balbuceó la pequeña, intentando captar la atención de su padre.

Él la miró, y sonrió, haciendo sonreir a la niña, estirándole los bracitos para que la tomara. Noelia los observó, y sintió una presión en su estómago. ¿Por qué debía sacar su sonrisa?

Cruz tomó un poco de papilla, y se lo dio a Ángel, hablándole mientras lo hacía. Noelia siguió observándolo, sin tocar nada de su comida aún.

Habían pasado cinco meses desde que Cruz había salido de la cárcel, y él en verdad parecía otra hombre, uno que ella no había conocido.

Cuando ella lo había conocido como pastor, él era amable con los demás. Pero cuando estaban en la intimidad, siempre terminaba siendo muy brusco.

Sólo era atento cuando la lleva a pasear, en sus citas... Antes de tener sexo.

—Noe.

—¿Qué pasa? —le preguntó dejando sus recuerdos atrás.

—No has comido nada ¿No te gusta? Podemos pedir otra cosa —ofreció con una suave sonrisa.

—No, no, esto está bien —le dijo cortando un trozo de pescado.

—Sabes, me gustaría que para navidad pudiéramos viajar los tres.

—¿A dónde?

—No lo sé, irnos ese fin de semana, como familia.

Ella carraspeó incómoda, y luego tomó un sorbo de agua.

—No quiero confundir las cosas, Cruz.

—Sólo quiero hacer algo por ti. Has hecho tanto por Angy, y te la pasas trabajando, me gustaría retribuirte de algún modo.

La morena lo pensó por un momento, y luego observó cómo su hija miraba con admiración a Cruz. ¿Cómo podía quererlo tanto en tan poco tiempo?

—Una playa, no quiero nada con nieve, o que pueda enfermar a Angy.

—Me parece perfecto —sonrió emocionado—. Tú sólo dime dónde te gustaría ir, tengo algunos ahorros.

—Eso no hace falta —le dijo antes de llevarse una papa a la boca—. Sabes que tengo mi propio dinero.

Cruz no dijo nada, que hubiera aceptado la salida, era un gran logro. De todos modos, se imaginaba aquella reacción de ella. Noelia siempre se había mostrado muy independiente.

...

La meretriz: Noelia (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora