III: Es irónico

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—Esto... Esto es imposible.

—¿Qué cosa? —preguntó Natalia, una joven castaña, de mirada temerosa y desconfiada.

Noelia había conocido a la muchacha cuando recién se incursionaba en la calle. Y a diferencia suya, Natalia no había elegido aquello por gusto.

Su pasado si estaba marcado por la violencia, por los abusos, por la tristeza y desesperación de no poder salir de ese maldito mundo, al que la habían obligado a entrar.

—Es el pastor de un iglesia.

—¿Qué? —preguntó confundida, acercándose a la morena.

—Te lo juro por su Dios ¡Es el maldito pastor de su iglesia! —exclamó enseñándole su celular.

Tomó el celular de su compañera, y miró sorprendida las fotos. Noelia no estaba mintiendo, era el pastor de su propia congregación "La santísima esperanza en la venida de nuestro mecías Jesucristo"

¿Por qué diablos siempre le ponían nombres tan largos y ridículos?

—Y creo que ella es su esposa —le dijo en un tono bajo, al correr las fotos, y encontrarlo con una mujer rubia.

Noelia observó las fotos y arqueó una ceja, incrédula.

—Este matrimonio no es real.

—¿Por qué lo dices?

—Por la forma en que la abraza, esa sonrisa forzada. Es obvio que no es real, es sólo una imagen más para su puesto de "buen hombre".

—¿Y qué piensas hacer?

—¿No es obvio? Acercarme a Dios —sonrió divertida—. Ya lo verás, éste tipo no es ningún santo.

—Noe ¿Por qué tanta obsesión con él? Si está casado, y es el pastor de su congregación ¿Crees que se fijaría en ti?

—Sí, lo creo. Todos los hombres reaccionan del mismo modo cuando se les da un poco de interés. Por cierto, necesito un favor.

—¿Qué favor?

—Que tengas una cita con Johny, el dueño del-

—No —la interrumpió tomándose de uno de sus brazos—. T-Tú sabes que yo ya no hago eso. Tengo mi trabajo como profesora de yoga... No pienso volver a estar con un hombre de ese modo.

—Nati, tú sabes que yo jamás te pediría eso. Y Johny no es malo, está pelado, eso sí, pero es todo un caballero.

—Todos lo son hasta que te llevan a la cama —le dijo en un tono bajo, antes de negar con la cabeza—. No, lo siento Noe, pero no saldré con nadie.

—Mira, hagamos lo siguiente. Tú me dices a dónde te llevará a cenar, y yo también iré, de encubierto. Y si te sientes incómoda, o él se propasa, lo cual dudo realmente, iré a buscarte y ambas nos regresamos a casa.

—Por favor, no quiero hacerlo —le dijo suplicante—. No quiero.

—Sólo será una cena, lo juro. Él ni buscará nada más, quiere conocerte.

—¿S-Sólo una cena? —murmuró mirando hacia abajo.

—Sí, sólo eso, lo juro —sonrió.

—De acuerdo... Lo haré.

—¡Gracias, Nati! —le dijo abrazándola—. Te debo una, no la pasarás mal, ya lo verás.

Lo cierto, es que Natalia había aceptado porque se sentía en deuda con Noelia. Después de todo, la morena le permitía vivir en su departamento, y dar sus clases de yoga dos veces por semana.

Desde que había abandonado su antigua "profesión", Natalia no había hecho más que intentar reintegrarse en la sociedad. Pero el estigma por su pasado, solía pesar mucho... Especialmente en su cabeza, en sus pensamientos... en sus emociones.

...

La meretriz: Noelia (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora