XXXI

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—Cruz ¿Qué fue lo que pasó? Dijiste que estarías aquí a las doce, y ya son doce y media.

"—Noe, no me siento bien para cuidar a Angy —le dijo en un tono bajo, antes de toser—. No quiero enfermar a la niña."

—¿Qué tienes?

"—Creo que fiebre, no lo sé. Me duele demasiado el cuerpo para levantarme. Tal vez es gripe."

La morena suspiró y observó a su hija en su coche, jugando con un peluche.

—Está bien, en cuanto me desocupe iré a verte.

"—No, no, podría enfermarla."

—No llevaré a Angy, Cruz —le dijo con obviedad—. Pero te llevaré algo para la gripe. Quédate en cama —pronunció antes de cortar.

Guardó su celular en la cartera, y respiró profundo, mirando como su hijita le sonreía.

—El estúpido de tu padre está enfermo, sabía que esto iba a pasar.

***

Hacia cuatro meses que Cruz había salido de prisión, y durante ese tiempo, se había esforzado por ser un mejor hombre, un buen padre para Ángel.

Incluso había podido conseguir trabajo en un gran mercado, trabajando como carnicero. Y todo parecía marchar bien, hasta que había aceptado salir un fin de semana con unos compañeros, a pescar.

Noelia le había dicho que no fuera, que no era buena idea acampar a orillas del río, en pleno invierno. Pero Cruz no la había escuchado.

Escuchó que alguien abría la puerta de su pequeño departamento, y vio entrar a la joven morena, cargando una bolsa de papel en una de sus manos.

—¿Y Angie?

—Nati la está cuidado, le pedí que lo hiciera por un rato mientras venía a verte.

—Oh Noe, no debiste hacerlo.

—Lo sé ¿Pero quién más iba ayudarte? —le dijo dejando la bolsa sobre la mesa, sacando lo que había comprado.

—Entonces lo haces por lástima —pronunció bajo.

—En parte —le dijo con simpleza, acercándose a él con un termómetro—. Y también porque eres el padre de mi hija.

Le colocó el termómetro debajo del brazo, y luego fue a cargar un vaso con agua, y buscar unas pastillas para la gripe que había comprado de camino a su casa.

—¿Cómo está Angy?

—Bien, ahora que está aprendiendo a caminar, debo mantenerla más vigilada.

Dejó la tableta de pastillas con el vaso de agua sobre la mesa de noche, y puso a calentar un poco, para hacerle un té. Se acercó a Cruz y tomó el termómetro, frunciendo el ceño.

—Tienes treinta y nueve y medio, es fiebre. Debes ir al hospital para que te vea un médico, te tomarás esto —pronunció acercándose a él con el vaso y la pastilla—. Y luego te prepararé un té caliente.

—Gracias Noe, estás haciendo mucho por mi.

—Ya te dije porqué lo hago —le dijo con simpleza—. Luego de tomar el té, toma un baño, te ayudará a bajar la fiebre. Y no te abrigues mucho. Si puedo, volveré más tarde a verte.

Cruz la observó, mientras ella volvía a la mesada, para preparle un té. Noelia estaba siendo muy atenta con él, y aquello... Más culpable lo hacía sentir.

Ella preocupándose por él, y él había desaparecido completamente durante su embarazo, y los primeros meses de vida de Angy.

...

La meretriz: Noelia (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora