XIII

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Su matrimonio era un fracaso, y había comprobado que no tenía sentido estar con una persona sin amarla. Un papel no cambiaría nada. Y la verdad, es que no sabía si es que Marta no lo amaba tampoco, o simplemente había perdido el deseo sexual.

Quizás se estaba obsesionando con esa joven morena, porque no podía dejar de pensar en ella, ni en la forma en que la había tratado.

Ella había estado interesada en él, y lo había arruinado.

Y quería recuperar aquello que había perdido, pero no sabía cómo. Noelia estaba resentida con él, y no era para menos. Había sido una bestia con ella.

***

—Ey ¿Qué pasa? —le preguntó al ver el rostro afligido de Noelia.

—Mira esto —le dijo dándole el celular.

En la foto de allí, estaban Downey con una linda muchacha rubia, ambos sonriendo. Ella abrazándolo a él, y él enseñando su cinturón.

—¿Quién es?

—Es la novia del osito.

—Oh Noe, creí que a ti no te gustaba de ese modo.

—No, pero él me trataba tan bien, que iba a proponerle intentar algo... Ahora sé que ya no tengo oportunidad.

—Noe, cuando tenga que pasar, simplemente llegaré el hombre indicado.

—Sí —suspiró—. Necesito sexo.

—¿Qué?

—Eso mismo, necesito sexo. El sexo me hace sentir bien, me hace olvidar de los problemas —le dijo poniéndose de pie.

—Pero, creí que ya no lo harías más.

—Exacto, no trabajaría más de prostituta, pero no por eso no tendré sexo.

***

—Ay ¿Qué diablos pasa conmigo? —murmuró frustrada, caminando por una vereda.

Sí, había tenido sexo con dos tipos desconocidos, pero no había logrado sentirse mejor ¿Por qué? ¿Por qué eso ya no podía llenarla?

Miró dónde se encontraba, y rodó los ojos ¿En qué momento había llegado a aquella parte de la ciudad?

Observó el auto del querido pastor, y suspiró. Ya estaba ahí, ya no tenía nada más que perder. Cruzó la calle, y observó que estaba sólo.

Era miércoles ¿Qué estaba haciendo allí él?

—¿Robas de noche también?

Casi da un salto del susto al escuchar su voz.

—¿Qué haces tú aquí?

—Estoy aburrida, salí a buscar diversión, y me siento una vieja que no encuentra nada.

Sonrió, negando con la cabeza.

—Para nada.

—¿Fuma pastor? —le preguntó al ver que había olvidado sus cigarrillos.

—No, hace mucho dejé los vicios.

—O sea que si fumaba.

—He hecho muchas cosas malas en mi pasado.

Se sentó en la acera, y lo observó curiosa.

—¿Qué tipo de cosas malas?

Él la acompañó, sentándose a su lado. Era alrededor de las once de la noche, y las calles estaban muy poco concurridas. Y no era para menos, estaban en invierno y hacía demasiado frío.

—Robaba, consumía drogas... No era un buen tipo, peor de lo que tú conociste.

—También he consumido drogas, pero cuando era adolescente. Sentía que hacía el sexo más divertido y duradero. Después terminaba en la cama con más de uno —sonrió—. Tampoco fui muy buena supongo.

—¿Por qué elegiste ser una prostituta?

—Me gusta el sexo —le dijo con simpleza—. Y entonces encontré un modo de ganar dinero, haciendo lo que me gusta.

...

Cómo me han abandonado, me voy a dormir también uwu

La meretriz: Noelia (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora