XXIII: Mía

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Si fuera unos quince centímetros más alto, y rubio, le recordaría a su osito. Cruz cada vez estaba más fornido, ni parecía el hombre que había conocido meses atrás.

Se sentó frente a ella, y la observó curioso. Ni siquiera era la mirada del hombre que la había cautivado, era un tipo completamente diferente el que estaba sentado frente a ella.

—¿De qué querías hablar?

—¿Te parece si pedimos la comida primero?

—No tengo hambre.

—Yo sí.

—Okay, pide lo que quieras comer, y dime para que me citaste aquí —pronunció con cierto fastidio en su voz.

—Es coca ¿Verdad?

La observó con el ceño fruncido, sin comprender.

—Lo que estás consumiendo.

—¿Para esto me llamaste, Noelia? Tengo cosas más importante que hacer —pronunció con molestia, poniéndose de pie.

—Es una niña y la daré en adopción.

Se detuvo al escuchar aquello, y la observó desconcertado.

—¿Qué dijiste?

—Que la daré en adopción, es lo mejor para ella. Tú-

—Tú no darás a mi hija en adopción —pronunció con rabia, golpeando la mesa con fuerza, captando la atención de las personas.

Al sentir que lo estaban mirando, se sentó nuevamente, y la observó con rabia.

—No darás a la niña en adopción. No creí que serías capaz de hacer algo así ¿Qué es lo que quieres, Noelia? ¿Seguir tu vida de puta luego de que nazca?

—No, que la niña no quede al cuidado de un violento asqueroso drogadicto como tú. Eso es lo que quiero, que la bebé no tenga como padres dos desastres como nosotros. Quiero que sea feliz.

—No será feliz jamás sin sus padres.

—Sí lo será.

—¿Y tú qué sabes? Sí a ti te criaron tus padres, no pasaste la vida de casa en casa. Me importa una mierda si no la quieres, a la bebé me la quedaré yo.

—Te denunciaré.

—¿Qué?

—Si tú intentas evitarlo, te denunciaré por violencia, posesión y consumo de drogas.

Sus facciones se endurecieron, y los ojos de ellas se aguaron.

—Cruz ¿Qué estás haciendo contigo? —le preguntó en un tono tembloroso—. Volviste a recaer en esa mierda, abandonaste tu trabajo, a tu mujer... Lo estás perdiendo todo.

—Eso a ti no te importa.

—Si quieres a la bebé, tienes cuatro meses para demostrarlo. O dejas las drogas y te rehabilitas, u olvídate de todo. Porque nadie te dejaré quedarte con ella, en tu actual condición.

***

—¿O-Osito?

"—Bonita ¿Estás bien? ¿Qué ocurre?" —le preguntó preocupado, al recibir una llamada de Noelia, a las dos de la madrugada.

—¿Tú quieres un bebé?

"—Noe ¿De qué hablas?"

—¿Cuidarías a mi bebé?

"—¿Por qué me preguntas eso? Además suena horrible, es como si quisieras regalarme un cachorrito, y es tu hijo ¿Qué es lo que está pasando? ¿Qué pasó con la pareja a la que ibas a dárselo?"

—Olvídate de ellos, ya no son una opción —sollozó—. Y no sé qué hacer Downey, no quiero dársela a un desconocido.

"—¿Y por qué deberías dársela a un desconocido? Es tu hija, Noe. Tú puedes quedártela, cuidarla y amarla ¿O me dirás qué no sientes nada por ella? Y felicidades, sé que no es un buen momento, pero que bueno saber que tendrás una niña."

—Y-Yo...

"—Ella sólo te conoce a ti, y yo puedo ayudarte en lo que pueda, en lo que esté en mi alcance. Pero en serio, que la des en adopción no me parece una buena idea. No sabes que pueden hacerle, o a quién se la darás. Tú puedes ser la madre que ella necesita si te lo propones ¿No lo crees?"

...

Último capítulo por hoy ❤️💞

La meretriz: Noelia (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora