XXXIV

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Sonrió al sentir la calidez del sol sobre su cuerpo, al estar acostada en una reposera, en el balcón del hotel dónde se estaban hospedando.

¿Y por qué no en la playa? Cruz se había quedado dormido con Ángel, y ella no había querido despertarlos, disfrutando aquel pequeño momento de tranquilidad.

Luego de un rato se giró, y se puso boca abajo, abrazando la almohada. Hacía tanto no tenía tiempo para ella. Cuando se sintió relajada, y que se estaba por quedar dormida, las manos de alguien más tocaron su espalda, estremeciéndola.

Lo escuchó sentarse a su lado, y luego como masajeaba suavemente sus hombros, bajando hacia sus omóplatos.

—¿Cuándo despertaste? —le inquirió cerrando los ojos.

—Hace unos minutos, cuando no te vi con Angy, salí a buscarte.

—Ah.

Él siguió bajando sus manos, por encima de sus glúteos, y luego bajó suavemente hacia sus muslos, escuchándola jadear bajo. La observó, y deseo tanto no haberlo arruinado.

Dejó de hacerle masajes, y miró hacia el mar.

—¿Te sientes mejor?

—Sí... Gracias —le dijo sin mirarlo, sentándose.

Un silencio incómodo se generó entre ambos. Noelia sólo quería irse de ahí, y Cruz no sabía cómo hacer para mejorar la relación entre ambos.

Para lo único que intercambiaban palabras, era para hablar de Ángel. Y ella siempre intentaba evitarlo lo mayor posible.

Noelia se puso de pie, y él la tomó de una de sus manos.

—Espera, sólo... Espera un poco.

—¿Qué cosa?

—Quiero estar contigo, Noe. Ya no sé qué hacer para acercarme a ti, para intentar hablar contigo. Sé que lo arruiné, que fui una bestia contigo, pero ya no soy el mismo.

—Sé que no eres el mismo. Si no fuera así, no te habría dejado estar cerca de Ángel.

—¿Cuándo podrás perdonarme?

Ella cerró los ojos, con cansancio.

—Cruz-

—¿Podrías darme una oportunidad? —la interrumpió.

La morena lo observó, desconcertada.

—¿Qué?

Él se puso de pie, sin soltarla de la mano.

—¿Podríamos intentar algo más que ser simplemente los padres de Angy?

—No, no podemos.

—¿Por qué?

—Porque no volveré a humillarme, Cruz. Estoy... Conforme con tu cambio, de que seas un buen padre para Ángel, pero no quiero estar contigo.

—¿Ya no sientes lo mismo por mi? ¿Ya no sientes nada?

—No.

La tomó del rostro con su mano libre, para que lo mirara a los ojos. Y ella lo odio en silencio. Porque odiaba verlo a los ojos, y recordar aquello que alguna vez sintió por él.

—Te prometo que no volveré a dañarte, que he cambiado, que seré un mejor hombre.

Ella negó con la cabeza, sin poder pronunciar palabra alguna.

—Por favor, intentémoslo, sólo una última vez. Dame la oportunidad de mostrarte que puedo ser un buen hombre.

Noelia lo miró a los ojos, y luego bajó la cabeza. No, no quería ceder ante él, y se sentía tan estúpida por albergar la esperanza, de que quizás él había cambiado.

Cruz la tomó del rostro con ambas manos, y la besó. Un beso suave, lento, al que ella correspondió, llenando de ilusión al castaño.

...

La meretriz: Noelia (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora