Diecisiete.

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Pax tardó unos segundos en reaccionar al abrazo de Harper

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Pax tardó unos segundos en reaccionar al abrazo de Harper. Cuando estuvo a punto de apoyar las manos en su espalda, Harper se alejó, ajena a la estupefacción de la persona delante de ella.

—¿Han escuchado mi mensaje? —preguntó sin aire debido a la felicidad que ocupaba su delgado cuerpo. Su mirada recorriendo a las tres personas en el edificio, sin alejarse de Pax.

—Sí —replicó Pax, incómoda por el silencio de Octavia y Bellamy. Supuso que estaban tan asombrados que habían perdido el poder del habla—. En la radio —añadió.

Harper asintió, orgullosa de sí misma. En aquella reacción tan natural, Pax logró ver en sus ojos caídos una persona llena de vida luchando por mantenerse de tal manera. Sintió una angustia llenar su pecho con tan solo imaginar lo que tuvo que soportar viviendo en aquel lugar por tanto tiempo.

—¿Cómo lograste interceptar la antena? —inquirió Bellamy, deteniéndose detrás de Pax como si estuviera montando guardia. Pudo sentir la silueta de su cuerpo cercana.

Harper se encogió de hombros.

—Mi padre —replicó como si fuera suficiente.

—¿Tu padre está aquí? —siguió Bellamy, quitándole las palabras a Pax.

La castaña sacudió la cabeza, la tristeza cruzándole el rostro. Abrió la boca para responder para volver a cerrarla como si de repente hubiera olvidado su idioma. Intentó dibujar una sonrisa, pero falló y Pax comprendió que lo que pasó, era de un evento traumático que no quería revivir, al menos no todavía. La comprendía. Por lo que se apuró en decir antes de que Bellamy insistiera:

—Deberíamos irnos —anunció, volteando hacia Bellamy—. No me gusta estar aquí —continuó. Si bien era verdad, Bellamy pareció darse cuenta de que había más que solo eso como excusa. Con el ceño fruncido, pasó de Pax hacia Harper hasta volver a Pax, tal vez tratando de leer algún tipo de conexión en el aire. Pax se mantuvo paciente y, finalmente, Bellamy suspiró.

—Podemos encontrar una casa vacía —comentó—. Descansaremos y comeremos algo antes de continuar.

—No será difícil —repuso Harper—. No he visto a nadie por aquí desde que los soldados dieron una segunda vuelta y se llevaron a todos —explicó cuando todos voltearon a mirarla con curiosidad—. Aunque me gustaría estar lo más lejos posible de este lugar —añadió, ladeando la cabeza como una niña que implora por un juguete nuevo.

Pax asintió de inmediato. Incluso ella estaba de acuerdo con Harper cuando solo había estado unos minutos allí dentro.

—Vámonos —dijo, girando sobre sus talones para dirigirse a la ventana cuando Bellamy la tomó del brazo, deteniéndola.

Lo miró extrañada por su agarre.

—Déjame salir primero —pidió con sus intensos ojos en los de Pax, a quien se le cortó el aire por un segundo entero. Si Bellamy se dio cuenta de su reacción inusual, no lo demostró. En su lugar, se irguió, soltándola—. Ve al final —pidió, señalando con la mirada la pistola que llevaba en su mano. Había olvidado por completo que seguía cargándola—. ¿Podrás usarla si es necesario? —preguntó en una voz tan baja que, si no fuera por la cercanía de su rostro, Pax no lo hubiera oído.

La realidad era que ni siquiera estaba prestándole atención a lo que acababa de decir, por lo que solo atinó a asentir y, cuando Bellamy la observó de hito a hito, Pax sintió su corazón latir con una fuerza diferente a la que había sentido al ver la pistola lista para disparar. Sin embargo, la magia del momento se desvaneció cuando Bellamy dio un paso hacia el costado para dirigirse a la ventana. Los ojos de Pax se posaron en Octavia y Harper, quienes estaban una al lado de la otra mirando con atención el intercambio de palabras entre Bellamy y ella. Sintió un calor escalar por sus mejillas que tapó bajando la cabeza para girar hacia la ventana cuando vio el cuerpo de Bellamy caer hacia el otro lado con un grito ahogado.

Lo primero que alcanzó a hacer fue apurarse hacia la ventana, encontrándose con Bellamy en el suelo, gruñendo por ponerse de pie cuando un hombre le dio un golpe en el estómago y se acuclilló encima de él. Por un instante, Pax pensó que se trataba de un soldado, pero al ver la ropa vieja y rota del hombre, cayó en la cuenta de que podía ser una persona que habitaba aquel edificio.

—¡¿Qué te llevaste?! —gritó el muchacho.

Para su horror, notó el filo de lo que parecía ser un cuchillo elevarse en el aire y, antes de que pudiera pensarlo dos veces, salió por la ventana y se arrojó encima del muchacho, logrando que ambos cayeran al suelo. Gruñó ante el dolor, pero no se dejó vencer cuando su atacante luchó por ponerse de pie, dispuesto a acabar con Bellamy.

Pax lo retuvo tomándolo del pantalón hasta que cayó hacia delante. Sus ojos se dirigieron al trozo brillante que había usado con la intención de asesinar a Bellamy. Lo ignoró, a pesar de que estaba a su alcance. Sin embargo, cuando el muchacho giró hacia ella, buscando desorbitado el arma de filo, Pax no tuvo más opción que tomarlo entre sus manos. El atacante pareció verla por primera vez.

—¡Dame eso! —gritó aún más fuerte. Claramente fuera de sus cabales.

Cuando hizo el intentó de atacarla, Pax fue más rápida al arrodillarse y llevar el filo al estómago del atacante. Sintió su cuerpo deshacerse como un saco de papas y se movió a un costado para dejarlo caer al suelo.

Lo miró.

Su respiración se volvió irregular al observar cómo el muchacho tomaba entre sus manos el trozo de vidrio aún clavado en su cuerpo mientras luchaba por un poco de aire al igual que un pez fuera del agua. Notó lo delgado que era, lo que parecía imposible para alguien con tanta fuerza. Las manchas en su piel inhumanamente pálida en contraste con su cabello oscuro y grasoso. Entonces, dejó de respirar. Lo había matado. Había matado...

—¡Bellamy!

Giró enseguida ante el chillido de Octavia, quien se dejó caer junto a su hermano.

Pax miró otra vez al muchacho sin vida. Había atacado a Bellamy, lo había querido asesinar y, por el grito de Octavia, podría haberlo logrado.

Con la poca fuerza que poseía, se acercó a Octavia y Bellamy; yacía en el suelo con una mueca de dolor y una de sus manos sobre el abdomen. Por favor, no...

Se arrodilló del otro lado de Bellamy.

—¿Qué pasó? —preguntó como si no fuera obvio que lo habían apuñalado.

—Apenas me tocó... —susurró Bellamy en una lucha por hablar.

Sacudió la cabeza. Observando el rostro de Bellamy transpirado, mucho peor que antes y, desesperada, tomó el borde de la remera para ver qué tan profunda era la herida. Se alivió al instante al ver que, como Bellamy había descrito, era un rasguño. Mas, la preocupación tomó lugar de inmediato cuando notó los tonos amarillos y verdosos alrededor de la herida. No era normal.

Volvió su mirada a Bellamy con la intención de preguntarle si lo había lastimado con algo que no fuera el trozo de vidrio, pero se encontró con su rostro pálido y la mirada al cielo, pestañeando lentamente como si estuviera a punto de quedarse dormido.

—No, no, no... —susurró, apoyando las manos en el rostro de Bellamy—. No te vayas... —insistió. A sus oídos llegaron los llantos descontrolados de Octavia. Quería mirarla para decirle que todo estaría bien, pero no podía quitar sus ojos de Bellamy, quien luchaba por enfocar su atención en ella—. No morirás —afirmó—. Quédate conmigo. —Esta vez, miró a Octavia, encontrándose con Harper detrás de ella, perdida ante tal situación—. Vamos a sacarlo de aquí —pidió.

Vagary I || Bellamy BlakeWhere stories live. Discover now