Nueve.

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Llevaban varios minutos caminando pegados a las paredes de las casas

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Llevaban varios minutos caminando pegados a las paredes de las casas. Ya se habían alejado del centro y sus tobillos volvían a estar al aire libre. El pantalón mojado de Pax le molestaba al igual que las zapatillas. Hacía de su caminar mucho más pesado.

Bellamy se detuvo delante de ella, con la mano en alto, impidiendo que protestara. Frunció el ceño, mirando a su alrededor, esperando ver lo que Bellamy había oído. Pero encontró la calle del vecindario vacía. Las casas silenciosas como las que dejó atrás en su barrio. Inundada por el recuerdo, Bellamy la tomó de sorpresa cuando la agarró del brazo, acercándose a una casa y forcejeando la cerradura al mismo tiempo en que una camioneta doblaba la esquina. Pax sintió el corazón en su boca. Eran soldados. Venían a buscarla. La llevarían como lo habían hecho con su madre o la matarían como a Moonie.

—¡Vamos! —susurró Bellamy, tomándola de la mano e ingresándola a la casa hasta cerrar la puerta detrás de él—. Agáchate —ordenó y Pax obedeció sin pensarlo dos veces. Apoyando la espalda contra la puerta al igual que él. Su corazón latiendo con tanta fuerza que ignoró el dolor en su muslo—. ¿Qué estabas haciendo? —preguntó entre dientes. Pax lo miró descolocada, sin comprender a qué se refería—. Te quedaste paralizada viendo la camioneta —añadió. El enfado estaba dibujado en sus facciones y era claro que estaba conteniéndose para no gritar en frustración.

Este gesto no le gustó para nada.

—Lamento no ser tan rápida como tú —replicó en el mismo tono de voz, deseando poder levantarse e irse de la casa, pero aún se oía el motor de la camioneta—. No todos fuimos entrenados, ¿eh? —añadió. Girando la cabeza hacia delante para dar por finalizada la conversación. No le importaba si Bellamy quería seguir discutiendo o si se le había quedado mirando, solo esperaba que la camioneta de los soldados siguiera de largo.

Un tirón en el muslo le hizo bajar la mirada y sintió cómo la presión le bajaba cuando una mancha de sangre crecía a través de su pantalón donde estaba la herida. Insultó en su interior y se inclinó hacia delante, envolviendo el muslo en sus manos, esperando que el sangrado se detuviera.

—No te preocupes —oyó a Bellamy susurrar detrás de ella—. Ahora... —empezó pero se detuvo y, esta vez, Pax supo por qué. La camioneta se había detenido en el mismo instante que pasaba delante de la casa.

En pánico, Pax giró la cabeza para encontrarse con el rostro pálido de Bellamy, quien se llevó el dedo índice a sus labios para indicarle que se mantuviera en silencio. Pax asintió, oyendo a los soldados bajar de la patrulla en un paso monótono.

Volvió su mirada al muslo, donde el ardor y la mancha de sangre crecían sin piedad. Los ojos se le llenaron de lágrimas al instante. Un soldado podía ingresar en cualquier momento, encontrarlos allí y llevárselos. Tal vez la habían atisbado al doblar la esquina y Bellamy había tenido razón en enojarse. Quería gritar, llorar y patalear, pero solo atinó a temblar y pestañear varias veces para dejar que las lágrimas mancharan su rostro.

Vagary I || Bellamy BlakeWhere stories live. Discover now