Veintitrés.

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Despertó horas más tarde

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Despertó horas más tarde. Ni siquiera recordaba haberse acostado en la cama que había pertenecido a Bellamy por un tiempo. Se sentó, desperezándose y su mirada recayó en la ventana de la habitación. Estaba oscuro del otro lado. No podía creer que hubiera dormido tanto.

Se puso de pie y salió de la habitación para encontrarse con un pasillo a oscuras. Un sonido desde la cocina llamó su atención y se encaminó hacia allí.

De pie, apoyado contra la mesada estaba Bellamy. Sostenía un vaso de agua entre sus manos y su mirada perdida en el suelo hasta que percibió su presencia y sonrió. Pax le devolvió la sonrisa de inmediato, un cosquilleo recorriéndole el vientre al recordar lo que casi había ocurrido en la habitación más temprano.

—Desde que desperté que tengo sed —explicó, levantando el vaso como si Pax le hubiera preguntado qué tenía—. Supongo que será un efecto de la cura —añadió cuando Pax se acercó.

Sin saber muy bien qué hacer, tomó un vaso de la mesada y se sirvió agua de la jarra.

—¿Cómo te sientes? —preguntó. Se sentía más cómoda cuando el silencio era inexistente. Volteó, apoyándose en la mesada como él. Estaban cerca uno del otro, pero Bellamy no dio ningún indicio de notarlo.

—Bien —contestó—. Hablé con Harper y Octavia —continuó en un tono renovado, más formal. Un nudo se formó en su estómago sin saber muy bien por qué—. Saldremos mañana a primera hora.

—¿Usaremos la ruta para llegar a Nueva York?

Bellamy asintió sin mirarla.

—Es lo más sensato —replicó, bebiendo un sorbo de agua—. Y lo más rápido —añadió, esta vez con sus ojos en ella.

Su corazón se detuvo un instante, el cosquilleo había retornado y debió luchar contra todo instinto que le gritaba porque acortara la distancia y acabara con lo que habían empezado en el cuarto. Mas, la expresión vacía de Bellamy la mantuvo en su lugar. Bellamy la observó de arriba abajo y pestañeó varias veces antes de mirar hacia la puerta de la cocina con su mandíbula tensa. Algo estaba pasando por su mente, pero no podía descifrar qué y la curiosidad la carcomía por dentro. Quería preguntarle en qué estaba pensando... ¿En el momento que casi se besan? ¿Se arrepentía? Porque su lenguaje corporal demostraba que sí.

Al final, fue incapaz de soportar el silencio y preguntó en voz baja:

—¿Confías en Harper?

Bellamy la miró al instante como si hubiera estado esperando que hablara de la misma forma que Pax había esperado que diera el primer paso en la habitación antes de que casi se besaran. Esperó porque le diera una opinión sincera sobre la nueva integrante del grupo, pero cuando bajó la mirada, dejó el vaso sobre la mesada y volvió a enfrentarse a sus ojos, supo en su interior que lo que diría no tendría nada que ver con Harper.

—Pax... —empezó tan bajo que se confundió con la brisa suave que ingresó por la pequeña ventana. Sacudió la cabeza, haciendo danzar sus rizos—. Lo que pasó hoy... —continuó. Esta vez, fue Pax la que no podía sostener su mirada oscura. El tono de voz con el que estaba hablando, las facciones suaves como si quisiera ponerse en su lugar ante la humillación—. No puede volver a pasar —concluyó.

Pax clavó los ojos en el suelo opaco bajo la tenue luz amarillenta de la cocina. Hizo una mueca y asintió como si comprendiera por qué lo estaba diciendo, pero la realidad era que no. No tenía ni la más mínima idea de por qué estaba rechazándola de esa forma cuando parecía que lo deseaba tanto como ella. Tal vez no quería que un romance se interpusiera entre la misión real. Tal vez Pax debería haberse dado cuenta que tener una relación romántica en estos tiempos era imposible. ¿Por qué había caído de tal forma?

—Estoy muriendo, Pax —prosiguió Bellamy, quitándola de su ensimismamiento. Lo miró con la boca abierta. Definitivamente no imaginaba que fuera a confesarse así. Bellamy se revolvió en su lugar, incómodo—. No quiero empezar algo que pueda terminar mal —susurró tan suave y tan real que su piel se erizó. Su corazón latía con tanta fuerza que no le permitía hablar. La mirada de Bellamy sobre la suya sincera, desnuda, clara. No tenía más intenciones que decir la verdad. Podía leer el dolor reflejado en su rostro—. Lo siento —añadió.

Sacudió la cabeza de inmediato cuando Bellamy bajó la vista. Dio un paso hacia delante, dispuesta a apoyar las manos en su rostro, pero se detuvo. No era el momento ni el lugar, no después de lo que le había confesado.

Cuando contó la verdad sobre la cura que había encontrado en el libro de plantas medicinales y venenosas, no había percibido miedo ni nada parecido. Ahora, de pie ante ella, lo veía tan vulnerable y aterrorizado que se preguntó por qué no se había dado cuenta que su reacción principal había sido una coraza y ahora, cuando todos estaban durmiendo, podía ver qué estaba pensando y sintiendo en realidad.

—Bell... —empezó, pero se ahogó en sus propias palabras. Bellamy levantó la mirada y sonrió al instante al notar la cercanía de sus cuerpos, Pax se quedó sin aliento cuando posó una mano en su rostro, acariciando su cabello y tomando un mechón entre sus dedos.

—No sé cómo haré para mantenerme alejado... —murmuró siguiendo con los ojos el trazo que dejaba sus dedos en el cabello de Pax, quien calló con un nudo en la boca del estómago.

Bellamy suspiró, dejando caer su mano y mirándola de tal forma que podía ver sus deseos y temores escritos en su expresión.

—Deberíamos descansar —comentó, elevando ambas cejas.

Pax asintió, sin saber muy bien qué más decir. ¿Qué podía hacer? ¿Besarlo? ¿Pedirle que no se abstuviera de tocarla? Quería respetar sus sentimientos. Quería darle su espacio... Pero también quería estar para él.

—Bellamy —empezó, sin moverse de su lugar. Bellamy la miró en silencio, invitándola a seguir—, si necesitas hablar con alguien, aquí estoy —dijo en una voz lejana para sus propios oídos.

Asintió.

—Lo sé —susurró, pasando junto a Pax sin tocarla—. Puedes dormir en la habitación —comentó—. Yo estaré en la sala —añadió, saliendo de la cocina.

Suspiró antes de terminar el agua del vaso y volver al cuarto.

Vagary I || Bellamy BlakeWhere stories live. Discover now