Cuarenta y cinco.

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—Aquí estamos

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—Aquí estamos... —susurró Pax, deteniéndose bajo el techo de una tienda frente a la casa que pertenecía a su tío.

Habían llegado sin contratiempos. En silencio y moviéndose sigilosos. Pax no dejaba de pensar que algún soldado podría aparecer en cualquier instante, pero se encontraron con agua y más agua bajo las luces de las linternas que todos cargaban. Le llamaba la atención la soledad de Nueva York... ¿Por qué no había patrullas? ¿Qué había pasado? ¿Ya habían llenado los cupos de la supuesta lista? Empujó cada pregunta fuera de su mente. No tenía tiempo para pensar. Debía lograr lo que se había comprometido hacer semanas atrás.

Ahora que veía los escalones que daban a la puerta blanca de la casa de ladrillos rojos, no podía creerlo. Su corazón latía con tanta fuerza que sentía que caería allí mismo y la corriente se la llevaría, dado que llovía con tanta fuerza que ahora los edificios de Nueva York parecían haber nacido del agua.

—¿Vamos? —preguntó Bellamy a su lado.

Por un instante, había olvidado que no estaba sola.

Estaba a punto de ver a su tío. De ver a su madre de vuelta.

Asintió. Temía que las palabras le fallaran.

Cruzaron la calle a duras penas, luchando por mirar a través de la lluvia. Pax subió los escalones hasta llegar a la puerta. La miró un instante, sintiendo la presencia de Bellamy a su lado y levantó la mano para golpear. Cuando dio el primer golpecito, la puerta se abrió un poco, soltando un chirrido similar al de las películas de terror.

Ya la habían abierto.

Volteó hacia Bellamy, quien alzó los brazos con la pistola enseguida y empujó la puerta con su brazo hasta ingresar al interior. Pax lo siguió de la misma forma, sosteniendo la linterna sobre la pistola como Bellamy le había enseñado.

—Sí que tienen dinero, eh —comentó Murphy detrás, iluminando parte de la mueblería—. ¿Cómo es que tú vives en...?

—¡Sh! —señaló Pax.

El silencio reinó en la habitación. Pax se acercó a las escaleras mientras Bellamy pasaba junto a ellas hacia la cocina, enciendo una luz que iluminó la sala. Se detuvo al pie de estas, incapaz de oír más que la lluvia fuera de la casa y las gotas de su ropa manchando el suelo. Su corazón se hundió. No podía ser. Se suponía que Simon estaría allí.

—No hay nadie —soltó Bellamy, acercándose a ella—. ¿Quieres ir arriba? —preguntó al ver la desolación en su rostro.

Pax se encogió de hombros, abriendo la boca para volver a cerrarla. Había subido un escalón y podía ver todos los rostros observándola, expectantes y desilusionados a la vez. No necesitaban una respuesta para saber que la misión había fallado.

—Pax... —empezó Bellamy en un tono reconfortante—. No tienes...

Pero nunca terminó la frase cuando cayó al suelo como un peso pesado.

Vagary I || Bellamy BlakeWhere stories live. Discover now