Problematicos culiaos

244 18 5
                                    

—¿No tenís nada que hacer esta última semana antes de entrar a clases, hueona? —me preguntó la Vale, chantándose un pedazo de torta de chocolate a la boca.
El Benja le había venido a dejar pasteles en la mañana. Dijo que quería endulzarle el día a la más preciosa andante, porque si, luego se harto tiempo de mi mejora haciéndose la difícil llegó un momento en el que él la mandó a la chucha y le dijo algo así como: "estoy intentando salir con otra mina, así que deja de hueviar tanto e ilusionarme. No estoy para el hueveo tuyo como para que me digas que no y que sí a cada rato, Valentina". La Vale se amurró caleta y le dijo que iba a intentarlo, porque ella no era buena para esas cosas de pololeos. Y bueno, ahí estaban los tortolitos.
—¿Por qué preguntai? —le dije yo, agarrando un trozo de pie de limón y comiéndome un trocito.
Se demoró un poco porque estaba masticando. La hueona parecía conejo con los cachetes inflados así.
—Es que mis papás me dijeron que me vaya a mi casa en el sur contigo y con amigos.
Abrí los ojos como pepa.
—Yiaaaa, ¿y desde cuándo tus viejos son tan buena onda como para dejarte ir sola para allá? —le pregunté, riéndome.
—Es que mis tíos van a estar en la casa de al lado. Nos van a suministrar alimento —dijo lo último imitando la voz de su mamá.
Me reí.
—Yo me sumo, ¿quién más va? —seguí yo.
—El Pato creo, quizás invite al Benja, a la pepa —su prima —,y el Pablo po.
Me puse roja. Peor que tomate, era como una bomba de colorete. Hasta las orejas las sentí calientes.
Me acordé de ese día en el que entramos a mi casa luego de ese problemita con su abuelo. Había quedado la cagá y sentía que ya no podía mirarlo a la cara como antes. Me dolía el pecho y se me revolvía el estómago.
—Ah... ya —bisbiseé.
—¿Y a vo qué te pasó? —me preguntó la Vale, riéndose caleta.
En un intento de escape y sobrevivencia, mi mano se movió sola y le estrellé el pie de limón en la nariz, y le quedaron hasta los pómulos con merengue. Gritó un poco y prácticamente me lanzó su torta de chocolate a la cara.
—¡Hueona tonta, por qué hiciste eso! —exclamé alarmada.
—¡Por qué hiciste esa weá tú, Andrea! —me respondió, cagada de la risa.
Me dolió el abdomen con las carcajadas.
—Es que, que —me reí —q-que me acordé de algo.
—¿De qué?, si querís no invito a nadie y vamos tú y yo no más, careraja.
—¿Qué?, invítalos no más —me hice la loca —. Si no fue nada importante.
Rodó los ojos.
—Cuéntame —me ordenó, limpiándose como pudo y con la mano el pie de limón y comiéndoselo.
—Eeeeh... —¿qué le decía? —, es que... hace como frío, ¿no haz puesto el aire calentito?
Frunció el ceño, confundida, y miró a su alrededor buscando el aparato. El acondicionador estaba apagado, así que se levantó sobre la cama y estiró el brazo hasta la maquinita. La prendió y luego volvió a dónde estaba antes. Se sentó como indio.
—No me cambies el tema  —dijo, seria —, no es por pesá, pero hace tiempo estás como rara y no me cuentas las cosas como antes.
Tenía razón. Me sentí mal, porque ella estaba en lo cierto en su totalidad. Todo empezó cuando me puse a pololear con el Nico y no le conté que era como "falso". Me había vuelto una súper mala amiga.
—Es que el otro día me pasó algo feo. El Pablo está metido y... —chasqueé la lengua —, no, nada.
—¡Cuéntame po!
Iba a decir algo, pero la puerta de la pieza de mi mejora se abrió y su mamá nos mostró su cara sonriente.
—Andreita, su mamá la vino a buscar —me avisó. Nos miró bien y abrió los ojos, sorprendida —, ¡¿qué les pasó en la cara?!
Estallamos en risas de nuevo.
Negamos, sin querer decirle nuestro ataque y le agradecí al final. Cuando cerró sonreí.
—Jodiste, guagua —le dije, dándole un beso en la coronilla —, nos vemos, y avísame cuando nos vamos pal sure y todo eso. Tkm.
—No te salvai de esta, Andrea, igual me vas a contar.
Y riéndome me fui de su casa.

[...]

—¡Chao, Tía! —se despidió mi mejora de mi mamá.
Le di un último besito en la mejilla a ella y a mis abuelos, también me despedí con la mano antes de subir al auto.
—¡Tengan cuidado! —nos gritó mi mami.
La Vale saludó al Benja con la mano, sin perder su brillo de hueona chora y yo solo me reí. Sabía cuando se hacía la difícil.
—¿Cómo estai, hueón? —le pregunté al susodicho.
Me chocó los cinco y sonrió.
—Bien po, feliz de que salgamos luego de harto tiempo —contestó —. Estás más rellenita parece, Andrea.
—¿Y a vo qué te importa si estoy más rellenita o no? —le respondí yo, poniéndome roja.
Solo se rio. Encendió el motor y nos fuimos a buscar a la pepa, la prima de la Vale, se subió y lo único que hizo luego de que nos saludó fue entubarse los audífonos y dormirse apoyada a la ventana a penas se acomodó.
—Nos vamos a juntar con los otros chiquillos en el Uppa —me avisó mi mejora luego de un rato —, en la Copec.
Asentí. Al rato, como veinte minutos después, estacionamos frente al local de la bomba de bencina. Las manos me transpiraban un poco, a pesar del frío y la boca se me secó. El Benja se bajó al mismo tiempo que la Vale y yo desperté a la pepa, para que también entrara con nosotros al Uppa.
A penas puse un pie fuera, el frío me envolvió. Era tan pava que había ido con panties y una falda, estaba cagá de frío allí afuera, sí que me cerré el cierre de mi parka. Traté de demorarme lo más que pude.
Al levantar la cabeza de mi ropa lo vi. Llevaba una chaqueta café y unos jeans oscuros, tenía las manos dentro de los bolsillos de la chaqueta y conversaba con los chiquillos que ya se habían acercado, pero movía la cabeza todo el rato, como si estuviese buscando algo. Se notó  distraído y perdido hasta que me miró. Desvié mis ojos y me hice la que no lo había mirado. La pepa se afirmó de mi brazo al caminar y me hizo moverme, porque me había quedado parada como piedra a un lado de la puerta del auto.
Al acercarnos, él se notó un poco incómodo, al contrario del Pato, que se veía el más feliz del mundo.
—¿No me vas a dar un beso? —me preguntó el Pablo.
—¿Qué? —inquirí yo, alarmada.
—Que vamos a tomar un receso —me aclaró, con el ceño fruncido —, entremos a comer algo.
Suspiré. No sabía que me pasaba, quizás era el sueño.
Nos apresuramos a pedir unas ofertas de pizzas a $1990 con un café. Wena promo. El Benja compró unas chelas, porque dijo que tenía ganas de tomar allá en el Sur. Tenía 18 y podía, así que no sé le podía negar po. Nos pidieron al Pablo y a mí que nos pusiéramos a esperar una mesa mientras los cuatro demás estaban comprando cualquier cosa de los estantes y mientras conversaban sobre algo demasiado interesante, porque se demoraban demasiado. Vi a la Vale agarrar un mantecol. Le gustaban mucho y siempre que podía se compraba uno.
El Pablo y yo estuvimos en silencio como por dos minutos, sentados uno frente al otro, hasta que él decidió hablar.
—Tenemos que hablar...
Se me apretó la guata. No me atrevía a mirarlo a la cara, así que estaba jugando con mis manos como cabra chica.
—Si sé —murmuré.
—¿Cuándo?, porque ahora mismo ni siquiera me estás mirando.
Puso su gran palma en mis manos y las detuvo. Levanté mi rostro y lo vi, no se notaba nervioso, probablemente parecía estúpida estándolo sólo yo.
No entendía lo que me pasaba o por qué me comportaba tan pánfila.
Los ahueoneishon de mis amigos llegaron, interrumpiéndonos. Alejé mi mano a penas me di cuenta y volví a bajar la cabeza.
Comí en silencio.
—¿Te comió la lengua el ratón, Andrea? —me preguntó de repente el Pato, sacándome un salame de la pizza y metiéndoselo a la boca —, ¿o te la comí yo?
Txoá, valsuo, pero me dio risa.
La mesa se movió bruscamente.
—¡Ah!, ¿por qué hiciste eso, hueón? —se quejó el Pato, acariciándose la rodilla.
—No sé de qué hablai, Pato —le respondió el Pablo. Tomó el vaso de cartón y tomó un sorbo de café.
—¡Me pegaste una patada!, que erís bruto —reclamó.
Estuvieron discutiendo por esta tontera harto rato. La Vale se hartó, se paró de su silla y puso las manos en la mesa, con voz demandante y habló alto.
—Escuchen ustedes dos, problemáticos culiaos,  corten su weá o se van derechito de vuelta a Santiago.



[...]
Nota de la autora:
Lo siento, es la tercera vez que subo el capítulo hoy, pero ya no volverá a pasar. Quizás mañana esté la recompensa de este atado. Un beso y espero que hayan disfrutado.

Recuerden seguirme en mi Instagram.

Adiosito bebesitos. 🥺✨💗

Avíspate, por fa/ ChilensisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora