Gracias...

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Mi cabeza dio puras vueltas y por fin luego de lo que se me hizo una eternidad, sentí algo, sentí olor a analgésico y me picó la nariz.
¿Por qué olía así?, ¿estaba acaso en el paraíso?, aunque ahí probablemente no podría estar con tanta incomodidad, ¿o estaba en el infierno?
"Quiten esa weá", eso quería decir.
—A-ah... —eso sonó en realidad desde mi garganta.
Caché que mi voz sono súper bajita y rasgada.
Abrí mis párpados lentamente y una luz me pegó en los ojos. Los cerré por impulso, pero luego logré acostumbrarme. Sentía un leve pitido en los oídos.
Las imágenes de lo que pasó vinieron como rasho láser a mi mente y cuando me miré los brazos caché que en uno tenía una intravenosa en el izquierdo. Al girar un poco mi cabeza sentí como el corazón me dio vuelta y me dio impotencia no poder moverme mucho para levantarme y ver si corría lejos o no.
—Toma agua —dijo, acercándome un vasito con bombilla.
Tomé y volví a la vida. Estaba más deshidratada que granola.
—Gracias...
Volvió a dejar el vaso en el velador.
Por la puerta entró una doctora pelirroja de unos cuarenta y tantos años supuse y atrás un par que eran más jóvenes.
—Así que decidió despertarse —comentó la doc —, ya estaba bueno ya.
Los de atrás empezaron a murmurar algo entre sí.
—¿Y mi mamá? —pregunté.
—Fue a comprar algo con todos los demás, yo ofrecí quedarme... aunque ya les avisé que despertaste —me dijo el Nicholas.
Asentí, bueno, lo intenté.
No entendía qué hacía ahí ese mentiroso, o sea, qué onda hueón, dos dedos de frente y una patá en la raja. Nada que ver.
La doctora me revisó un poco y me sonrió.
—Llevas un poco menos de una semana inconsciente —me contó ella. Espera, ¿queeé? —, sufriste un gran golpe en la cabeza, así que es posible que tengas que comenzar a practicar tus movimientos motores a partir de ahora.
Me estaban hueviando, ¿verdad?
Sentía la garganta apretada y no pude evitar que un sollozo resonara desde mi parte.
La puerta se abrió y mi mamá casi soltó un grito al verme allí. Entraron mis abuelos, mis amigos y mi papá, pero, ¿y el Pablo?, necesitaba sentir su calor en medio de esa fría cama en la que estaba acostada casi inmóvil y muerta de miedo.
—Andreita —comentó la mujer que me dio a luz, mi mami —, Dios mío... gracias, gracias, gracias... estaba tan asustada...
Ella estaba llorando y al parecer mi mejora igual. Ni hablar de mis abuelos, terrible, pero era la edad lo que los hacía más sensibles.
—La dejaré aquí un ratito, para que comparta con su familia —me dijo la Doctora —. Después vendremos a ver cómo sigue.
Dicho eso se fue, dejándome con todo el clan allí.
—¿El Pablo? —pregunté, mirándolos. Cuando mi vista se cruzó con la del Pato recordé las palabras de "Andrea, cuidado", no lograba sacármelas de la cabeza —, ¿dónde...
Solté un quejido, porque me empezó a doler el hablar.
—No te sobre esforcís —dijo la Vale.
Me dio un beso en la frente y me corrió el pelo de la cara. Se veía preocupada y no la culpaba, porque si estuviese en su lugar ya hubiese dejado la cagá.
—El Pablo va a venir más rato... eh... —miró a mi mamá.
—Tuvo un inconveniente —siguió mi mamá—, su... papá... sí, su papá —eran terrible malas para mentir —le pidió ayuda en algo y de ahí se pasa para acá.
Mi mejora le siguió la corriente. Fingí que les creía, pero solo me hizo sentirme peor.
Se pasaron todo el día a mi lado, turnándose a veces. El Nicholas me pidió que lo disculpara y todo eso, me enteré que no fue en mala lo que dijo de mí, que fue un acto de defensa irrazonable según él; si les hablo de mi papá, pucha... solo me dijo "hija, estaba tan preocupado" y me acompañó un par de horas.
Claramente mis amigos me prometieron que iban a volver y me comentaron que estaban contentos de que estuviese bien (en lo que se puede decir como bien en mi estado). Al final mi mami se quedó conmigo, porque después de las siete no podían haber más de dos invitados en la pieza y no quería a nadie más tampoco.
La Doc me volvió a revisar y nos dimos cuenta de que yo podía mover un poco mis dedos de los pies y manos. Según ella era buena señal. Me dijo "eres una guerrera", y me sentí bacán.
Pasaron dos días en los que estuve en práctica, sin ver al Pablo y sin saber noticias de él. No entendía cómo fue hasta el Nicholas a verme el primer día y mi propio pololo no.
Una semana después tampoco supe nada y tampoco era como si mis visitas me dijeran algo al respecto. No los obligaba a que me contaran algo tampoco, porque se notaba que se sentían incómodos.
El Nicholas fue a verme varias veces más, algunos compañeros de clase también, incluso el Javier me llevó flores y todo. Pero el Pablo no iba...
Un día luego de como dos semanas o un poco pasadito la puerta de mi pieza sonó y mi mamá fue a abrir, porque casi siempre estaba ella cuidándome (los de su trabajo la dejaron salir antes de su horario por mi accidente). La cosa es que cuando fue a ver quién era cerró la puerta de golpe y se quedó mirado la baldosa en silencio. Luego de unos segundos me dijo "espérame aquí, ya vuelvo" y salió, dejándome confundida en medio de la sala pasada a medicamento.

*****

Nota de la autora:

Holi, me dio penita escribir el capítulo, se me apretaba la garganta con la situación de la Andrea... ¿qué opinan ustedes?, ¿qué creen que pasó con el Pablito?

Un besote.

Avíspate, por fa/ ChilensisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora