No sé

196 15 0
                                    

Recordé claramente la vez que el Pablo me hizo una jugada mala y me dejó llorando en el baño. Ese día me prometió que no lloraría más por su culpa. Y me empecé a sentir más segura conmigo misma, a pesar de que dudaba de todo lo que hacía... me faltaba alguien que me diera un empujoncito y me dijera "vamos, erís terrible pulenta, él igual, así que da ese paso"
Me había quedado en silencio ante su propuesta, o sea, ¿qué debía responderle a eso?
—Respóndeme —me pidió.
Me alejé un poco, aún confundida y sólo solté un "eeeh", porque la lengua se me había parado con el miedín.
—Puede ser que no te guste... —balbuceó. Su rostro dio un cambio radical, como si hubiese caído en cuenta —yo no te gusto, solo soy un ilusionado, ¿o no?
Se quitó la manta de encima, con rapidez y se paró. Lo imité y lo detuve antes de que diera un paso en falso y se fuese.
—Pablo, para —le pedí.
Me miró, con sus mejillas rojas y sus ojos asustados.
—¿No te gusto? —me preguntó —, podría tener sentido, digo, si te gustase me hubieses pescado antes que al hueón de tu ex y me lo hubieses dicho...
—Pablo —insistí, interrumpiéndolo.
—Qué...
Me puse de puntitas, le puse una mano en la nuca y lo atraje a mí, rozando sus labios con los míos, porque necesitaba que se diera cuenta de que sí, que lo necesitaba, que me sentía en casa cuando me abrazaba o cuando me daba besos, pero no sabía expresarlo, por eso no había dicho nada.
—No seas alaraco —le pedí, antes de pegar mi boca contra la suya y darle un beso.
Se puso tenso, obvio, porque ni yo me esperé hacer algo como eso. Me había despertado con intención de ver chicas pesadas y tener los pies calentitos con mis pantuflas.m, no para arreglarme con el Pablo de esa forma.
Tengo que admitir que esos días en los que no nos hablábamos mucho yo me pasaba puras películas de cómo íbamos a conversar y cómo me diría todo. Mis opciones eran 1: jodiste y perdiste al Pablo por culpa del hueón del Nicholas; 2: volvíamos a ser amigos como antes; 3: amigos, pero con problemas. Nunca pensé que algo así tina a suceder.
Quizás saqué lo valiente de mi gen, quién sabe.
Se relajó a penas se dio cuenta de lo que pasaba y se movió al mismo ritmo que yo. Creo que es inexplicable lo que sentí en ese instante, en esa revelación, fue como si las piezas del rompecabezas se hubiesen unido como debían y no con las weás por donde no tenían que ir.
Me apretó contra él, poniendo su brazo derecho al rededor de mi cintura y su mano contraria la puso entre mi pelo.
Estábamos súper bien, prendidos como bomba atómica hasta que la luz del living se encendió y la voz del Pato nos obligó a separarnos.
—Uh... la cuestionsita con la que me encuentro —dijo, riéndose —, ¿me puedo unir? —preguntó, haciéndose el chistoso.
Me había puesto roja, así que, solté a Pablo al tiro. Incluso tragar saliva se me hizo difícil.
—Hueón, no —le respondió el lindi boy a mi lado, riéndose también —. No comparto, lo siento.
El Pato levantó los hombros rendido.
—Por lo menos lo intenté —siguió —. Ahora váyanse y déjenme ver tele, que para eso me levanté —nos contó.
Asentí, callada como momia y le hice caso sin decir pío, porque no podría soportar la plancha. El Pablo me agarró la mano para irnos y se inclinó un poco a mi tamaño mientras caminábamos hasta la cocina.
—Sé que soy alaraco —confesó, susurrando.
Incluso así se veía lindo. Todo chascón, con las mejillas rojas y mirándome fijamente.
—Incluso sigo pensando que no te gusto —dijo, con falso dolor.
Sonreí como pava.
—Solo diré que acepto su propuesta, Pablo... empecemos todo de cero, juntos.

Avíspate, por fa/ ChilensisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora