Me pegaste en una teta

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El Nicholas me había llevado a comer comida francesa y apostaba en ese momento que, si el Pablo me llevase a comer, serían completos.
—Así que... —dijo —¿el mino que iba corriendo detrás de ti era tu pololo?
¿Qué weá, ahora un psicópata?, lo que me faltaba ctm.
—¿Detrás de mí?, no estarás imaginando, Nico...
—Nicholas —me corrigió con una sonrisa sarcástica —. Era un hueón alto, pelo castaño y parecía desesperado.
Era el Pablo... el pobrecito me vió con el Nicholas y lo más probable era que después se pasara películas. Me daba lata igual.
—Ah, es un conocido —respondí votando aire exhausta —. Y no, no es mi pololo.
—Parece que voy a tener que decirles a todos que eres mía entonces—dijo súper tranquilo.
¿Ah?, ¿había escuchado bien?
—¿Perdón? —pregunté sacada de onda.
Otro hueón valsuo. Me cargaban conchetumadre. Nadie me respetaba por la mierda. Aaaaaaagh.
—Es una oferta, puedo ser de todo, pero tonto no. Pude percatar al tiro que todos estaban hablando de ti y que hartos hueones te miraron no quiero mencionar qué.
—¡Ay, que asco, hueón! —exclamé —. Odio que todos los minos quieran conmigo.
Un momento de ego...
Ajjaja señorita Andrea matando a todos con sus encantos.
—Aún no entiendo por qué quieren contigo, si eres horrenda —me dijo como si fuese de lo más normal que me dijesen fea.
—Porque tengo vagina, ¿por qué más? —pregunté más alto de lo que quise.
La gente a nuestro alrededor se empezó a reir y algunas señoras me miraron súper desagradable, onda: uy, la niñita rasca. El Nico soltó una carcajada y luego le dijo al camarero que se apurara. Le hizo una seña con la mano y luego soltó el siguiente comentario: sha, hermanito, ¿qué weá?, se apuran al toque o ya saen oie, saco la pistola y puaj puaj puaj, terrible de longi si. Mentira, el hueón nunca diría esas cosas, es demasiado cuico para esa belleza culinaria de los cumas culiaos como yo.
—Eres divertida, Andrea —me halagó.
Llegaron los platos y mi estómago sonó hambriento. Que rico...
—Así que pololiemos po, Andreita —ofreció —. En leseo obviamente, pero para protegerte como tu hermano mayor.
Mi cabeza quería explotar con todas las webás que decía. Era ahueonao.
—No eres mi hermano, a parte erís súper patuo.
Agarré un pedazo de carne con mi tenedor y me lo metí a la boca. El mesero le sirvió vino al hueón al frente de mí y yo le pedí un juguito natural de piña.
Tampoco alcoholica.
—Hermanastro —me guiñó un ojo —, ¿qué opinas? —preguntó —, quizás así dejan de mirarte tanto, luego de que se dejen, boom, cortamos. Tampoco es para que se extienda la cosa.
Oh, ¿qué debía hacer?, si aceptaba probablemente mi colegio me dejaría en paz, pero el Pablo saldría lastimado, lo sabía. Aunque por otro lado si decía que no, mi vida seguiría igual de penca, mis compas me huevearían todo el rato y sufriría acoso sexual por parte de todos los hueones repugnantes a mi alrededor por culpa del mismo.
—Ya po, seamos pololos —acepté —, pero todo va a tener sus límites. Si es que por una rara razón nos llegamos a dar un beso, va a ser solo si hay gente y que tengamos que fingir. Cariñitos en exceso no, porque casi ni te conozco. Además no le tienes que contar a nadie que es mentira, porque o si no, no va a funcionar.
Sonrió egocéntrico y asintió.
—¿Algo más, cielo? —preguntó aguantándose una risa.
—No fumes a mi alrededor —le exigí.
—Como desees, Andrea —susurró —, pero dame un beso ahora y hagamos el trato, ¿ya?
Me dio taquicardia conchetumadre. Esa no me la esperaba y no podía decirle que no, porque era la única condición que me había dado.
—¿Deseas algo más? —pregunté.
—Tienes que acompañarme a fiestas y no ser tan grosera cuando estés con otras personas junto a mí —me pidió el ahueonao.
Acepté. No era tan difícil, hueón, yo le había pedido que no fumara y esa weá si que era difícil para alguien adicto a esa asquerosidad. Levanté mi torso por sobre la mesa y él hizo lo mismo, nos acercamos mutuamente y luego chocamos nuestros labios. No era tan horrible como imaginé. Eran suaves y estaban tibios, como un marshmellow. Nos separamos y sonrió.
—Trato hecho —me dijo sin despegar la vista de mis ojos.
Pareciera como si el hueón ardiera con solo mirarte. Había sido un beso simple, porque tampoco era experta po, recién había dado mi primer kiss hace un par de días atrás, así que exigirme era de más, aunque él no lo supiera.
Acabamos de comer y salimos del restaurante de la mano. Era raro, no sabría describir como me sentía. Estaba dada de la mano con un mino que, a parte de ser mi probable futuro hermanastro, era mi pololo falso. Pero no me sentía mal por mentir, si no que era algo más parecido al poder, porque me dejarían en paz, me sentía como Súper chica.
Se había hecho tarde, eran como un cuarto para las seiz y me llevó a comer un helado. Estabamos en un parque, no sabía cuál, pero había un viejito con un carro de helados. Fue curioso, porque nunca había visto uno.
Recordé al Pablo, hueón... él me había llevado a comer un heladito en nuestra primera cita. Cita po, me puse sentimental, en nuestro encuentro.
—Tengo un especial para la pareja —dijo el viejito —. Con este helado, su amor florecerá y durará por siempre.
—No se preocupe, señor, no quiero que...
—Sí, por favor —me interrumpió el Nicholas.
Lo miré y aguanté una carcajada. Se me había olvidado nuestro trato. Tampoco quería que la weá durara por siempre po, para eso me quedaba con el Pablo, lo conocía mejor y era más cercano conmigo.
—Gracias, señor —le dije cuando nos pasó los helados.
Eran de frambuesa, piña y frutilla. Con razón po, los colores del amor.
El Nico le pagó y luego nos pusimos a caminar por la plaza de la mano. Lo miré por el rabillo de mi ojo y me di cuenta que tenía un piercing en la oreja. Era invisible si no te acercabas y estaba en la parte superior de su cartílago.
—¿Te gusta? —me preguntó. Asentí —. Me lo hice hace dos años.
—Está bacán...
—Gracias —dijo creyéndose el cuento —, fue un cambio en mi vida. Mi vieja se había recuperado recién de su divorcio con mi papá. Le costó tres años a la pobre —murmuró recordando —. Ahora está bien y eso es lo que importa, se nota que tu viejo la quiere harto y eso es la raja.
—Mi mamá sigue sufriendo, pero sé que en el fondo ya lo superó. Le dije que buscara en Tinder y la próxima semana se va a juntar con un cuarentón. Está rico según ella, pero no sé yo, no le encuentro ni un brillo.
Se rió y apretó mi mano sin darse cuenta. El rato pasó y me enteré de cosas sorprendentes, como que en verdad, la mamá del Nico no era la polola nueva de mi papá, si no que él había sido quien la había hecho feliz otra vez luego de su divorcio, o sea, que hace años que andaban y que ahora eran pareja oficialmente. También supe cosas del Nicholas, tal y como que su color favorito es el beige, como la alfombra de la Vale, que su comida favorita son los fideos con salsa que hace su mamá y que ama las películas antigüas. También detesta el chicle.
—Gracias por el día, Nico —le dije.
Sonrió y no me corrigió. Habíamos llegado a mi casa, pero no me quería bajar de su auto, porque estaba tan cómoda...pero no todo dura para siempre po. Abrí la puerta y me detuvo de la muñeca.
—Espera —me detuvo. Se bajó él y luego se fue a mi lado —. Me dijiste que fuera romántico en la plaza, y ayudarte a bajar lo es, ¿o no? —preguntó.
Me puse nerviosa de la nada. Fue muy repentino el muy conchesumadre. Me cedió su mano y se la di, cuando me bajé me acompañó hasta la puerta. Nos despedimos de beso en la mejilla y luego se fue. Lo vi marcharse y de la nada sentí como tiraron de mí hacia adentro de mi casa. Tiré un codazo hacia atrás y me soltaron. La Vale se empezó a quejar y cerré la puerta de mi casa.
—Hueona, me pegaste en una teta —me dijo entre risas.
—Hiina mi pigisti in ini titi —la imité. Me giré y me fui a mi pieza, ella me siguió —. ¿Por qué hiciste eso, tonta?, me asusté.
—¿Quién era ese mino rico, Andrea?
—Mi pololo —le dije como si nada.

Avíspate, por fa/ ChilensisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora