Tu Romeo

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Estaba llorando, tremendamente perdida y con el corazón bombeando a mil. No sabía si sentir pena o estar feliz. Pero algo tenía que sentir, ¿o no?
20 horas antes...
Recibí una llamada de mi mejora avisándome que estaba en la cafetería del guatón Ricardo y que se había pedido un café, ah, y también agregó un "apúrate, hueona, sino, me voy a ir y cagaste no más"
Iba terrible tarde, así que apuré el paso y prácticamente troté por la calle, incluso casi me tropecé con un cabro chico que se estaba quejando con la mamá porque quería un helado y ella le decía que estaba enfermo de la guata.
Hasta que llegué al local. Me di cuenta de que también estaba el Benja ahí. Me sorprendí la verdad, porque llevábamos harto sin vernos solo los tres y porque él y la Vale estaban peleando mucho últimamente, de hecho, yo tenia en la cabeza que iban a terminar pronto, aunque igual me daba cosa que eso pasara, porque yo los quería caleta a los dos y verlos mal hubiese hecho que se me rompiera el corazón.
—Hola, chascona —me saludó el benji, dándome un abrazo —. Hace tiempo no te veo.
—Si po, hueón, bien perdido estabai —le contesté.
Le di un abracito a mi amiga, pero ella me dio un abrazote, luego cuando me iba a sentar me dio una palmada en el culo. Solo me reí, porque estaba acostumbrada.
—Si quieren yo voy a pedir algo —se ofreció mi amigo —, digo... mientras ustedes comadrean un rato.
Solté una carcajada y me di cuenta de que el Ricardo, que estaba un par de mesas lejos, se rio despacio después de escuchar mi risota alta.
—Que erís awelo, Benja —le dije.
—¿Pero voy o no?
—Si querís —se metió la Vale —, recuerda que podemos pedirle a un mesero que venga.
—Ah, verdad —comentó.
Entonces llamamos a uno de los meseros. Se nos acercó y le pedimos unos cafés. Íbamos a ir a otro lado, o sea, nos habíamos organizado para salir al mall, pero como estábamos cambiando de estación (a veces haciendo calor, pero otras más frío que en Rusia ctm) preferimos ir a tomarnos algo calentito, porque estaba helada esa mañana.
—El Pato me dijo que quería juntarse contigo —le dije a mi amiga.
—¿Y qué querrá? —me preguntó ella.
—Me dijo que quería mostrarte algo creo... —vacilé.
—¡Ah!, ¡cómo se me olvidó! —dijo, riendo —, me había dicho que cuando se comprara la play íbamos a jugar juntos. Me prometió que iba a comprarse unos de supervivencia.
El Benja le pasó a pegar a la taza y el café empezó a esparcirse por toda la mesa. Se me soltó un "chucha" y empecé a poner servilleta tras servilleta sobre el líquido. Quedé con las manos todas pegajosas.
—Lo siento, chiquillas —se disculpó el pánfilo del Benja —. No fue de adrede.
—No importa —le dijo la Vale, mirándolo con ojitos tiernos. Soldado caído —. A todos les pasa.
Me fui a lavar las manos mientras ellos hablaban. En verdad quería que arreglaran su relación.
Me daba lata su situación, o sea, mi amiga no había querido hablar demasiado de aquello, pero sabía que la ponía triste que su pololeo no estuviera del todo bien.
Me lavé al toque cuando entré al baño y me sequé. Cuando salí de ahí vi por casualidad al Nicholas con la Emily llegando recién. No los veía hace caleta. Iba a hacerme la lesa, pero ella se dio cuenta de que yo estaba ahí y salió corriendo del lado de su hermano y me fue a abrazar gritando como loca mi nombre. El local era chico, así que todos se dieron cuenta de lo que estaba pasando, incluso mi mejora me hizo señas con los ojos desde nuestra mesa. La Emi estaba más pesada y más alta.
—¡Andrea! —iba diciendo.
La tomé en brazos sonriéndole y la abracé.
—Emi —la saludé —, ¿cómo estás, chiquitita?
Estaba poniendo voz de hueona, pero siempre me pasaba eso con los cabros chicos, no me juzguen.
—Hola, ratona —habló mi ex. Aún tenía una sonrisa en la cara mientras nos miraba.
—Hola, Nico —respondí.
La Emily se aferró a mi cuello y me cortó la respiración por poquito.
—¿Por qué no haz ido a la casa? —me preguntó ella —, te extrañamos mucho. El Nicholas ya ni me habla de ti y me pone triste.
Puse mi risa nerviosa porque no tenía ni puta idea de qué decir.
—Es que... es que no he podido po. He estado con mi colegio, con mis amigos, con mi pololo... —me excusé, pero la verdad es que no iba por incomodidad.
Soltó una exclamación y me miró a los ojos. La bajé de mis brazos (porque eran más flacos que pollo y se me había acabado la fuerza) y el Nico me dijo "sha, que wea con mi hermana". Es webeo, de hecho, me invitó a sentarme con ellos un poco y yo como gila le dije que bueno. No lo había visto hace tiempo y tenía que contarme cosas, éramos algo así como hermanastros luego del matrimonio y tenía que saber igual qué onda con la vida de mi viejo, otsea. Mi aweli tenía razón cuando me decía copuchenta, pero estaba ni ahí, porque a veces igual servía serlo.
Eso sí, me llevé unas miraditas por parte de mis amigos cuando me fui con élc pero nos les hice caso jijiji.
Obvi la Emily se sentó al lado de mí con su muñeca, la que siempre llevaba a todos lados, ella la llamaba "la señora Bruna"
—Supe que tu mamá se fue a Puerto Rico —dijo él.
—Sí, se fue con el Gorge —caché su cara de confusión —, su pareja.
Soltó un aaaah.
—¿Y nuestro viejos cómo están? —le pregunté —, no los veo hace rato ya.
—Están bien, o sea, igual no paso mucho en la casa, pero están felices supongo.
La Emily tiró de mi camiseta y me miró con el seño fruncido al hablar.
—El Nicholas se quiere ir —lo acusó, interrumpiendo —. La Emilia se lo quiere llevar siempre que va a la casa, ¡pero tú te vas a casar con mi hermano, no ella!
Mi cara fue de wtf.
¿La Emilia era la mina que siempre estaba con él?, no me acordaba con exactitud de su nombre. A parte, yo no me iba a casar nica con él.
Un camarero nos interrumpió y ellos pidieron sus cosas, porque yo tenía en mi mesa.
—¿Así que te quieres ir? —pregunté riendo, curiosa como siempre po.
—No... o sea... sí —vaciló —no sé aún.
—¡Tú dijiste que sí! —se quejó su hermana —, ¡te vas a ir y nos vas a dejar solos!
Le hice cariñito en la cabeza para que se tranquilizara.
—Emi, córtala —le ordenó el Nicholas —. No tienes que decir todo lo que escuchas.
—¡Pero si se lo dijiste a la Elena! —lloriqueó.
Para ese entonces la señora Bruna ya estaba aplastada por los brazos de la Emily. Entonces le di un besito en la frente para calmarla.
—¡Señor! —llamé al camarero —, podría apurarse, por favor. Hace rato vino y aún no trae nada.
Le corrí el pelo hacia atrás de las orejas a ella y le acaricié el pómulo.
—Pero Emi... no vas a extrañar para nada al tontito del Nicholas —dije riéndome —. De mujer a mujer tengo que decirte que es una persona fome a veces... a parte, puedes ir a quedarte a mi casa cuando tú quieras y hacemos una pijamada.
La Emily se rio. Me levanté del asiento y me acomodé el abrigo que tenía puesto.
—Me tengo que ir, mis amigos están esperándome en la otra mesa —avisé, antes de pegarme más con ellos.
—¿Y el Pablo cómo está? —preguntó él de la nada —, lo encontré el otro día en el centro y lo vi súper enojado hablando por teléfono.
Levanté mis hombros sin tener idea.
—No sé con quién estaría hablando Nico, pero está bien hasta el momento... —hablé —gracias por preguntar.
Le di un besito en la cabeza a la Emi y me despedí del Nicholas con la mano.
—Trata de no embarrarla con la Elena —le pedí antes de irme a la mesa con mis amigos.
Se me había enfriado como café y sentía mi estómago por alguna razón revuelto.

Avíspate, por fa/ ChilensisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora