Hola, choclo

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Llevaba dos semanas sin hablarle al varsa del Pablo, estaba enojada, furiosa, encolerizada, o mejor dicho, terrible picá.
Lo peor era que estaba en una prueba culiá y ni siquiera eso me importaba.
—La veintidós —susurró mi mejora cuando la Miss Anastacia ayudó a otro compa.
Moví mis labios y pronuncié "b", miré a la profe y justo cuando ella se giró yo fingí que buscaba algo en el piso. Me acomodé bien y la señora no había ni cachado.
Al terminar la prueba, guardé mis cuadernos en la mochila y al salir, como ya se venía haciendo costumbre, estaba él, con una pierna cruzada sobre la otra, sus brazos entrelazados en su pecho y esperando a que salga. Me acerqué a mi mejora ignorándolo. Le agarré el brazo y pasé por el lado del ahueonao.
Me agarró la muñeca y me detuve abruptamente. La Vale lo miró con una sonrisa burlona.
—Wena po, rusio —le saludó ella.
Estiró el cuello para mirarlo y luego le guiñó un ojo. Me solté con fuerza y tiré de la Vale para que desapareciéramos pronto de ahí.
Ah, la weá hostigante por Dio'
Caminamos hasta el patio y nos sentamos como indio en el pasto del colegio. Comencé a comerme el Súper 8 que tenía en el bolsillo.
Esta terrible picá.
—Te tengo que contar algo, hueona —me dijo mi mejora de pronto.
Se mordió el labio nerviosa y le presté atención. Volví a comer de mi colación.
—Suelta la pepa —la pedí.
Se demoró como dos minutos, aunque eternos fueron po.
—Ayer hicimos quema ropa con el Benja —me atraganté con mi comida.
Se puso roja como tomate, nerviosa.
Nunca la había visto así, hueón, pero me emocionaba caleta que se sintiera pulenta con alguien bacán como el Benja, al fin y al cabo, igual conocíamos al cabro desde hace hartos años atrás po y sabíamos que era un mino la raja.
—¿Queeeé?
Se mordió el labio.
—Estabamos en mi casa, porque me había ayudado a estudiar física, tu sabís lo difícil que se me hace esa materia culia de los mil demonios y...
—Ve al punto, Valentina —exigí.
Exaló aire ansiosa.
—Ya po y, en una se me cayó la goma y me agaché así —se "estiró" como si recogiera algo del piso —, me senté bien de nuevo y cuando lo miré... no te lo imaginai, Andrea, fue brígido lo intenso que me miró. Agarró mis mejillas súper rápido y me chantó un beso... —suspiró —. Bueno po, entre tanto beso y beso, las cosas se dieron y luego nos encontrabamos a punto de quitarnos todo por lo calientes que estabamos po, pero cachai como es de mala onda mi mamá... llegó justo la muy pesá. Hasta ahí llegó la calentura...
Quedé pasmada, hueón. Grité y levanté mis brazos hacia el aire. Ella se rio.
—Hueona, ¿se le paró?
Abrió los ojos harto, o como en lenguaje Wattpad, como plato.
—¡Andrea! —exclamó. Igual era raro ver a la chora de mi amiga así. Movió sus dedos sobre sus rodillas, antes de tomar aire y responder —. Sí, se le paró, y fue tan extraño, como no te imaginai.
—¿Por qué? —pregunté riéndome.
—Porque sí po, imagínate estar meta besos y que luego sientas como una berenjena entre tus piernas, ¡rarísimo! —explicó.
Shuuu, la mujer bipolar por la chucha.
—O sea, ¿pero te gustó? —pregunté.
Dudó.
—Se podría decir.
—Entonces si te gusta tanto el Benja, que te llega a gustar su berenjena, ¿por qué aún no le aceptai la propuesta de pololeo, Vale? —consulté.
Bajó su mirada al pasto nerviosa.
Igual era cierto que el Benjamín llevaba años detrás de mi mejora, pero ella no le había dado ni bola porque eramos solo amigos. A principio del año pasado, la Valentina me dijo que posiblemente le atraía él, pero obvio no interferí en la relación de ambos ni le dije a ninguno que el gusto era mutuo, prefería que ellos crearan como su propio camino, si es que se le puede decir así, y formar algo juntos. No me sentía con el derecho de meterme en algo entre ellos, no era la indicada para dar el primer paso cuando alguno de los dos debía hacerlo.
Levantó su mirada detrás de mí y exhaló como si estuviese siendo salvada. La seguí.
—Andrea, por fa, tenemos que hablar... —dijo la voz del Pablo detrás de mí.
Fruncí el ceño.
—Si no de dai cuenta, Pablo, estoy en medio de una conversación importante.
—A la Vale no le molesta, ¿cierto? —preguntó mirándola.
Levantó sus hombros sin interés.
—Esta es mi alerta de escape, me viro vampiro —dijo ella y se fue.
Oh, la hueona traicionera.
—¡Valentina Monserrat! —la llamé enfadadísima. Mentira, no tanto, pero igual estaba cabreá —, mas rato me respondes la pregunta o te las vai a ver con mi abuela.
Puso su mano en su frente y se fue diciendo: Sí, capitán.
Era tan icónica, la quería muchísimo.
El hipócrita tomó asiento justo en el lugar de mi bff. Se notaba que no había dormido bien y odiaba haberlo notado.
—Va a sonar el timbre, así que, si me querís decir algo apúrate —dicté.
Botó aire exageradamente.
—Mira, no sé que decirte exactamente...
—Te metiste en mi conversación para nada entonces —interrumpí.
—No, o sea...
—O sea, nada.
—Andrea, sé que...
—¡Tú no sabes nada! —volví a intrumpir —solo eres un hipócrita que anda diciendo mentiras por aquí y por allá, a parte, ¡ni siquiera sé por qué me enfado tanto!, tengo mi pololo —me salió natural solo por lo enojada —, mi familia y mi mejor amiga, pero me sigue frustrando tu situación, ¡es como estúpido que no salgas de mi cabeza! —me desahogué.
Estaba serio, sin denotar expresión.
—¿Me vas a dejar hablar?, interrumpiste todo lo que dije —musitó de la nada.
Era verdad, lo había interrumpido desubicadamente. Había estado mal.
—Sí —pronuncié.
Sacudió su cabello antes de decir:
—Andrea, te voy a aclarar esto como por milésima vez —avisó —. Me gustai caleta, como nunca me ha gustado alguien, y eso a pasado por mucho tiempo, incluso me atraías demasiado cuando te veía en los pasillos de más chico... aunque creo que lo sabes —suspiró —. Tú tienes tu pololo y yo no tengo a nadie, tú te deberías enfadar al verlo con otra, no odiarme a mí porque me comí con la Vianca, o con cualquiera en realidad, porque tú y yo no somos más que amigos, a pesar de lo mucho que me gustes.
—Entonces, ¿por qué me andas ilusionando de que gustas de mí y luego andai con otras como si todo lo que dijeras fuera mentira?, a cero va disminuyendo la confianza po —rebatí.
—¿Ilusionando? —se rio —, esa palabra la utilizas mal, yo no te ilusiono porque ni siquiera te atraigo un poco —explicó —. Me podís gustar hasta el Himalaya, pero puta... no porque sea así no voy a poder comerme con otras po, si ni me pescas.
Botó aire.
—No sé si sabías, pero como desde octavo soy así, y a todas las minas les gusta, mala suerte si a ti no, pero no tienes ningún derecho de reclamar, Andrea. No en tu situación.
Sonó el timbre. Me puse de pie, agarró mi mano apurado y me volví a sentar.
—Tenemos que volver a clases —dije indiferente.
—Ah, ¿si?, que se esperen un poco entonces, aún no terminamos de hablar.
Todos se empezaron a ir mientras nosotros seguíamos conversando. Mi corazón estaba casi saliéndose de mi pecho, estaba nerviosa.
Era la tercera vez en menos en un semestre que me quedaba fuera de clase o llegaba tarde.
—Pablo, entiende, sé que no tengo derecho de reclamar y que no debería hacerlo, pero no sé por qué lo hago, ¿ya?, solo me molesta que me digan cosas y que hagan otras. Si me dices "Andrea, eres la única para mí, me gustai caleta", o cosas por el estilo, luego no andes comiéndote con otra en todo público po.
—¡Pero es que Andrea!, no tengo por qué no poder hacerlo, si fuésemos pololos te creo, ahí no pesco ni a una, pero, ya te lo expliqué... yo soy libre de hacer lo que se me de la reberenda gana. Si deseo tirar con el colegio entero, lo voy a hacer —se me revolvió el estómago —, si me como con las minas que me encuentro en la calle también es mi problema, no estoy amarrado a no hacerlo. En cambio tú sí, tú no lo debes hacer, tú, Andrea, deberías tomarle cero importancia a todo lo que yo te diga, porque el que te gusta es el Nicholas, no yo.
Oh, el hueón crudo.
Me fui a mi sala enojada, pero, ¿por qué lo estaba?, no lo merecía, y él tenía razón, ¿o no?, ya no sabía que pensar...
El día pasó con mi humor como las máximas hueas y volví a ignorar al Pablo lo que más pude, porque en serio me hostigaba el simplemente pensar en él. Mi pololo estaba afuera cuando salimos y mi mejora lo saludó lo más amable que pudo, se notaba que no le caía del todo bien.
—Nico, gracias por venir, en serio, pero voy a acompañar a la Vale a comprarse un outfit para una fiesta que tiene el Sábado—mentí.
Mi mejora me miró confundida. Le pegué en el codo disimuladamente y asintió. El valsuo me dio un piquito y se fue. Teníamos que fingir que éramos una pareja real en público.
El castaño pasó por mi lado rodando los ojos cuando nos vio, como si fuese ridículo lo que hizo el Nicholas.
—El Pablo lo odia —comentó la Vale.
—Se hace el odioso no más —dije, tratando de creérmelo hasta yo.
La agarré del brazo y tomamos la micro. La Francisca iba atrás conversando con otra mina que no conocía. Nos sentamos al frente de ellas. Ambas me cacharon sorprendidas.
—¿Cachaste que esos dos se pusieron a discutir en el patio? —susurró la amiga de la Francisca.
Me reí internamente, las hueonas cahuineras. Me apoyé en el hombro de mi mejora.
—Quizás fue por la Vianca po, si se comieron brígido —subió un poconla voz la última —. Creo que pasaron a tú ya sabís que fase, yo los dejé solos porque ya me dio un poco de asco como se pusieron frente a mí.
Mi garganta picó más. Estaba enojada, conchetumadre. Agarré mis audífonos y me los puse. Me cargaban los cahuines y me cargaba el Pablo. Juntos era como si botaran mierda en algún lugar.
Llegamos a la casa de la Vale y su mami, como siempre, no estaba. Nos recibió su perrito, "el Choclo", se lo había regalado el Benja cuando teníamos como doce años y le puso así porque era amarillito y su pelo se separaba un poco, como por capas. Era bonito.
—¡Hola, mi amorcito! —lo saludó mi mejora.
Se agachó y le dio besitos, lo abrazó y acarició tiernamente. Yo le sobé la cabecita con cariño.
—Hola, choclo —musité hacia él.
Sacudió su cabeza y me lamió la mano. Dejé la mochila en el sillón y prendí la tele, lo primero que me apareció fue "Los héroes en pijama".
—¿Por qué tenís puesta esta cuestión?
Se acercó y se rio.
—Me gusta ver el Disney Junior po, ¿y qué tanto? —preguntó.
—Solo digo que, no sé po, andai calentando berenjenas y ves monitos de cabros chicos...
Me tiró un cojín antes de sentarse a mi lado.
—No es mi culpa, puedo ver weás para pendejos, pero que estoy rica, estoy rica po, Andrea... hay que ser honesto en la vida.
Solté una carcajada. Le pasé el brazo por encima de los hombros y me apoyé en su cabeza. Suspiré.
—Dile que sí, le gustai caleta, Vale, y sé que a ti igual —dije.
Puse el Fox y nos pasamos la tarde entera viendo los Simpsons. Eran la raja, más buenos que chapuzón en la piscina cuando estai sopeao.
Abrí Instagram cuando pasaron comerciales y pasando historias me topé con la del Pablo.

Avíspate, por fa/ ChilensisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora