Vámonos juntos

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—Chicos, a partir de hoy y por dos meses, los estudiantes del tercero medio b, serán sus compañeros para esta clase y tendrán trabajos en pareja, donde tendrán que leer un libro y luego lo discutirán.
La profe Elena, de Literatura estaba al frente de nosotros y ajustaba sus lentes.
—Profe, ¿los castigó? —preguntó el hueón del Lucas detrás de mí. La profe soltó una carcajada.
—No, simplemente es parte de un trabajo. Es mi jefatura y últimamente no tienen ni un poco de compañerismo.
Asentimos en silencio. La profe empezó a dictar los nombres de los tutores y con quien le correspondía a cada uno, hasta que tocó el mío.
—Andrea Miracle con Pablo Relish.
—¿Qué? —pregunté levantando la voz. La profe me miró asombrada y sonrió.
—Le toca con Pablo Relish —repitió.
—¿Me puede cambiar de pareja, por fa?
Si no hubiese conocido al Pablo no tendría tema alguno, pero lo había hecho.
—¿Acaso tiene algún problema con el joven?
—Eeeeh, puede ser —murmuré enojá.
Hueón, mi mala cuea era del porte de la muralla China, del muro de Berlín, de el espacio entero.
—Entonces con más razón la dejaré con él —me dijo —. Aquí niños, no vienen a jugar, sino que a estudiar y si no les gusta su pareja, mala suerte. Con sus amiguitos no les va a tocar —dijo lo último para todo el curso.
¡La profe pesá, por la mierda!
Terminó de decir las parejas y se sentó en su silla. Empezó a escribir unos papeles y luego recibió una llamada por teléfono.
—Amiga, que tienes mala cuea —me dijo la Vale, pegándome con el codo.
—Gracias por recordármelo —respondí con sarcásmo.
La profesora se levantó y se acomodó el cabello que llevaba atado en un tomate.
—Chicos, pasarán sus nuevos compañeros, recíbanlos bien, por favor.
Vi todo en cámara lenta. La señora abrió la puerta de nuestra sala y un montón de personas entraron con una cara de paja gigante y con sillas en sus manos. Entremedio lo vi, con su peinado de Elvis Presley y perfecta sonrisa, pero con una mina agarrada de su brazo. El hueón ni siquiera me cachó. Creo que ni se acordó de que ese era mi curso o se hizo el leso.
—Los papeles que les estoy entregando son las parejas que tendrán a partir de ahora. Trabajarán con ellas y si les va mal en esto se las van a ver, chiquillos —les advirtió ella al tercero b. Ellos asintieron.
El Pablo se libró con un poco de fuerza del brazo de la mina que lo agarraba e hizo un globo con el chicle que tenía en la boca. La Elena le pasó el papelito y él le guiñó el ojo.
La profe lo retó por valsuo y le dijo que botara el chicle que se estaba comiendo.
Agghh, por la reconchetumadre, que era patúo.
Abrió el papel con lentitud y al tenerlo se extendió una sonrisa traviesa que atravesó por sus labios. Movió su cabeza de un lado a otro y buscó con impaciencia mi rostro. El hueón casi me ve, pero agaché mi cabeza rápidamente y me puse el gorro del polerón.
—Andrea, fuerza —me dijo la Vale, dándome pequeños golpecitos en el hombro. antes de irse de mi lado.
Las sillas comenzaron a sonar y caché al tiro que los invitados se estaban acomodando con los compañeros.
—¿Y usted qué hace ahí, Relish?, vaya a sentarse y trabaje de una vez —lo retó la profe.
—Mi compañera no está —respondió.
—¿Cómo que no? —preguntó ella con impaciencia.
Yo creo que quizás me buscó con la mirada, porque de repente sentí un tirón leve en uno de mis brazos y por obligación tuve que levantar mi cabeza. La profe me miraba enojada y confundida, así que devolvió su vista al Pablo y me soltó. Él me sonrió y se acercó lentamente hacia mí. La profesora exclamó un par de cosas diciendo que me dejase de tonteras y se fue.
—Así que te estabas escondiendo... —susurró el Pablo.
—Hay veces en las que tienes que hacerlo para sobrevivir —repliqué.
Arreglé mi pelo con mis manos y el otro acomodó su silla a mi lado. Lo miré tratando de pasar desapercibida, pero lo descubrí con sus ojos intensamente en mí.
—¿Qué tanto me miras, Pablo? —le dijé picá a chora.
Soltó una carcajada y sus ojitos se pusieron chinitos como cada vez que se reía.
—A ti po, a tu belleza.
—Yiaaa, ¿te picó una araña acaso? —le dije —, recuerda que el otro día te pasaste conmigo, así que no te creai el santito ahora.
—No me creo nada, solo te digo la verdad.
Ay, este se pasaba, pero debía admitir que igual me gustaba que dijera esas cosas.
—Mmh, ándate a pololear con esa mina de antes mejor, y déjame tranquila a mí.
—¿La Cecilia? —preguntó riéndose —, es mi amiga no más, no te pases rollos.
—No te preocupes por mí, no me voy a pasar rollos, porque no me interesa ni su nombre ni lo que es de ti. Ahora trabajemos, por fa, que a eso viniste.
Hablaba mucho, daba muchas explicaciones...
Asintió con una sonrisa en su rostro y comenzamos a trabajar en lo que la profe Elena había dicho.
Nos indicó que teníamos que leer un libro que escojeramos entre la pareja y que teníamos un mes para leerlo, porque las clases que seguían eran para discutir acerca de él. Sonó el timbre y me paré con prisa de mi puesto. Agarraron mi brazo por detrás.
—Andrea, ¿podemos hablar? —me preguntó el santito.
Jajaja, el santito.
—No tengo nada que hablar contigo, Pablo. Toma mi consejo mejor y déjame tranquila.
—Quiero que hablemos del libro. La Elena nos pidió que la próxima clase le diéramos el nombre, y te recuerdo que me ignoraste toda la clase.
—La profesora Elena —lo corregí.
—Ya po —insistió.
—En mi casa, después del colegio.
—Vámonos juntos —insistió. Lo miré mal y tragó saliva pesadamente —, te juro que no me voy a pasar contigo.
Asentí cansada luego de un suspiro y luego me fui de la sala con prisa.
Conchetumadre, ¿qué había hecho?...

Avíspate, por fa/ ChilensisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora