Valóptima

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—¡Hueona, despiertate! —escuché a lo lejos la voz de mi mejora —. Estás atrasá y en un ratito más te viene a buscar el Pablo.
Y en ese momento desperté. Me senté a mi cama como si fuera un robot y abrí mis párpados a la velocidad de la luz. Fui el Rasho makuin.
—Vale... ¿estás segura?, mi alarma iba a sonar para que yo despertara...
Luego de decir eso la weá de celular comenzó a sonar a mi lado. Mi amiga se comenzó a reir a más no poder.
—Te desperté un minuto antes —siguió, riéndose sin parar —mirate en el espejo mejor, pareces Chewbacca.
—Que pesá, Valentina.
Se rió.
—Anda a bañarte y vistete linda —me aconsejó.
—Yo me veo linda hasta con una bolsa de basura. No sé a qué te refieres con eso...
—Ellaaaa.
Nos cagamos de risa. Mi amiga se levantó de la cama y salió de mi pieza. La imité y me fui directamente al baño, me miré en el espejo y solté una carcajada. Parecía como si un huracán hubiera pasado encima de mi cabeza y mi cara se veía terrible desaliñada.
"Bueno, si al Pablo le llego a no gustar, se va a perder toda esta joyita", eso pensé.
Cuando ya estaba terminando de bañarme me acordé que no había llevado toalla.
—¡Valentina! —comencé a gritar repetidas veces.
La puerta se abrió con rapidez y oí la voz de mi mejora, preocupada.
—¿¡Qué te pasa, Andrea!?
—Traeme dos toallas, por fa. Se me olvidaron.
Exhaló aire con fuerza.
—Tonta, me asustaste —exclamó —pensé que te estabas muriendo o algo.
Me reí. Todo se quedó en silencio por un rato, hasta que las pantuflas de la Vale volvieron a resonar en el piso.
—Aquí está tu weá. No me molestes más —dijo ella, antes de cerrar con un portazo.
Abrí un poco la cortina y caché que mi amiga me había dejado dos toallas colgadas en la barandilla que teníamos a un lado de la tina.
Me sequé lo que más pude y salí con una en mi cabeza y con otra afirmada alrededor de mi cuerpo.
La pensé un rato.... ¿vestido o jeans?
Descarté los pantalones al ver el clima que había ese día; la señora del Tele 13 había avisado que ese día sobrepasarían los 32°, así que caché al tiro que los jeans nica me los pondría. Saqué un vestido floreado y unas zapatillas blancas, me encrespé las pestañas y me puse un poco de humectante de labios.
¿Para qué más?, me cargaban las minas que se pintaban en exceso y andaban con mil capas de labial rojo encima. Pero filo, no tendría por qué ser problema mío.
Me peiné y salí de mi pieza.
—¡Wachita rica! —dijo mi amiga en cuanto nos encontramos en el comedor.
Caché que Vale tenía listo el desayuno y había lavado la loza sucia.
—Que rico lo que hiciste, Valentina. Por eso te amo —le comenté.
Ella sonrió victoriosa. Había hecho huevo revuelto con jamón y queso, también juguito de naranja natural.
—¡Que sequísima! —exclamé.
—Gracias, wachita, no por nada me dicen Valóptima siempre po.
Mi cara debió ser de "qué", no había entendido el chiste.
—No caché...
—Valentina más óptima po —se burló.
—Ahh —le seguí la risa.
Nos sentamos a comer de lo más tranquilas por un rato, unos veinte minutos llevábamos hasta que escuchamos el timbre de mi casa.
—¿Quién podrá ser? —pregunté.
La Vale puso los ojos en blanco.
—¿El Pablo? —consultó sonriendo con burla.
—Conchetumadre, se me pasó volando la hora. Anda a abrirle tú, por fa, Vale preciosa, hermosa, por favor. Voy a lavarme los dientes y vuelvo.
Sin esperar respuesta me fui al baño, tomé el cepillo, la pasta y me lavé lo más rápido que pude los dientes. Me arreglé un poco el pelo y humecté mis labios de nuevo.
—Ustedes de verdad parecen pololas —escuché la voz del Pablo —, estan juntas a cada rato —se rió.
Por la chucha, encontré súper linda su risa.
—¿Y qué tanto? —preguntó mi amiga —, me importa una raja si piensas eso —se rió.
Agarré la poca valentía que tenía y me decidí en salir por fin de mi escondite.
—No seas pesada, Valentina —le dije, saliendo de mi escondite.
El Pablo me miró de pies a cabeza y levantó la comisura de sus labios. Me sonrojé de inmediato.
—No mires tanto, pelao. Te vas a quedar ciego si observas mucho —le ordenó mi bff.
Él la ignoró, antes de acercarse a mí e inclinarse a afirmarme la mano y darle un beso.
—¿Nos vamos, señorita? —me preguntó.
Asentí, nerviosa, demasiado.
—Las damas primero —siguió el show, abriéndome la puerta.
Caballero sin traje parecía.
—Que le ponís color, Pablo. Lo único que quieres hacer es comerte a la Andrea —comentó la Vale.
Me daba risa que ella pensara lo mismo que yo. Era como una conexión. Aunque la Valentina lo decía porque era chora, en cambio yo no. El Pablo se empezó a reir luego de que salimos de la casa y no cachaba por qué.
—¿Qué onda? —le pregunté. Me miró y se volvió a reir.
¿Acaso tenía un moco o un pedazo de jamón en los dientes?, no cachaba. Me empecé a pasar la mano por la nariz y la lengua por los dientes tratando de pasar desapercibida. Agarré mi celular y me miré en el reflejo. No tenía ni una weá y no sabía de qué se reía el hueón.
—¿De qué te ríes tanto, Pablo? —dije, comenzando a molestarme por no cachar.
—Sorry, Andrea —murmuró ya un poco calmado —, pero tu amiga, ¿cómo era que se llamaba, Valentina? —asentí —tiene razón... le pongo color, ¿o no?... si te molesta dime no más.
—No, tranqui, Pablo... no me molesta para nada, de hecho me gusta que seas así. Hoy en día ni un hueón es cariñoso y caballero con una...
Sonrió y los ojitos se le pusieron chinitos.
—Sí, supongo...
Me abrió la puerta de su camioneta, dejándome pasar primero y luego se subió por su lado.
Llevábamos como diez minutos en el auto cuando se me ocurrió indagar.
—Oye... —lo llamé.
—¿Si?
Abrió la guantera que había frente a mis piernas y sacó los cd's que habían allí. Agarró uno de Elvis Presley y lo colocó en la radio. El semáforo dio rojo justo en ese momento.
—¿En qué curso vas? —le pregunté.
—Tercero, ¿y tú?
—Segundo.
—Este año te vas a la gira... —comentó.
Asentí.
—Que bacán, el año pasado con mi curso nos fuimos a Estados Unidos.
¿Este era rico o qué? Bueno, estaba más rico que papa frita, pero nada más que decir. Yo con suerte apostaba por ir al surcito.
Recordaba que un curso el año pasado se había ido a Estados Unidos, porque mi curso había estado queriendo lo mismo aunque no nos alcanzara ni para ir al sur, además no nos llevábamos todos tan bien.
—¿De verdad?, me encantaría viajar a algún lado fuera de Chile para mi gira —soñé.
En serio me gustaría.
—Llegamos —me dijo, a penas terminé de hablar.
Parpadeé repetidas veces y me sorprendí por lo rápido que había sido el camino. Miré a mi alrededor y me encontré con el gran edificio frente a nosotros, el mall.
El Pablo se estacionó y bajamos de su camioneta. Me sentía demasiado rara, nunca había salido con un mino que conociera de pasada, con cuea salía con la Vale, a veces con el Benja y un par de ocaciones salgo con el Pato (mi compañero).
—¿Qué quieres hacer? —me preguntó.
"De todo contigo, mi amor"
—Mmh, lo que quieras tú no más —respondí.
Mentira, hueón, por mí me comería una pizza xxxxxxxl y además me tomaría tres litros de Coca Cola sentada en el sillón de mi casa viendo Star Wars.
—¿Te gusta el Tavelli?, comamos algo piola ahí.
—Podría ser...
No sabía qué decirle, nunca me había pasado. O sea, no me sentía incómoda, para nada, eso me quitaba un peso de encima, pero de todas formas me daba cosa estar en silencio o decir algo erróneo.
—Son ricas las cosas que dan ahí, de más te van a gustar —facilitó la cosa.
"Rico eres tú, wachito carnuo"
—Sí, obvio... aunque podríamos ir a tomarnos un heladito antes —ofrecí, sonriendo con los labios juntos.
Asintió, mirándome fijamente. Pensé en lo bonitos que eran sus ojos, en serio, como una pradera relajante.
Caminamos por el mall lo más relajados que se podía, o por lo menos eso intenté. La cosa se puso distinta cuando sentí un agarrón en mi mano y como se entrelazaba con otra, con la del Pablo. Me había dado la mano.
—¿Te molesta? —me preguntó.
—No, tranqui —dije, tragando saliva pesadamente.
No sabía que chucha me pasaba, porque sentí un tipo de cosquilleos en mi palma y también que mi estómago se apretaba un poco, era como si los rinocerontes que habitaban allí me comían el cuerpo de a poco.
—¿Qué te pasa?, ¿te sientes mal? —me consultó, deteniéndose.
—No, ¿por qué?
—Estas respirando demasiado rápido y fuerte.
Chucha.
—¿De verdad? —me hice la loca.
Que vergüenza conchetumadre. Estaba respirando terrible fuerte y no me había dado cuenta.
El Pablo debió pensar que estaba loca del mate.
—Sí...
Reí nerviosa, porque no sabía qué más hacer.
—¡Mira que rico! —el Pablo —ahí está la heladería.
Apresuramos el paso hasta allí y nos encontramos con la inmensa máquina refrigerante que mantenía a todos los helados del Bravissimo. Detrás los anuncios, los trabajadores y unas mesitas con sillas para que la gente se sentara.
—¿Desean algo? —dijo una joven que trabajaba ahí.
—¿Tiene alguna oferta de dos? —preguntó mi pololo. Ah, mentira jajaja. El Pablito.
—Sí, miren el cartelito que hay detrás de mí. Hay copas grandes en promoción —dijo ella, apuntando al cartel.
Era una copa de helado, parecía grande la weá, pero siempre tenía hambre, así que igual se veía buena.
—Ese queremos —respondí, sin vacilar.
—¿Sabores de los helados?, díganme seiz por favor —nos pidió la joven.
—Café, lúcuma y vainilla —respondió el Pablo.
Lo pensé un poco, ¿qué sabor quería?
—Yo quiero frambuesa... chocolate y...piña —respondí, un poco insegura.
—¿Algo más? —consultó ella.
Ambos negamos con la cabeza.
—¿A nombre de quién lo deja? —agregó.
—Andrea —respondió el valsuo.
La mina asintió, anotando en el computador que tenía frente a la máquina registradora. Nosotros nos fuimos a sentar a una de las mesitas que había en el local. Todo era muy lindo, según yo. Las mesas y sillas de un café moro y a nuestro alrededor, un pequeño muro del mismo color y con vidrios. Elegant mr Darcy.
Se sentó al frente de mí y soltó mi mano.
—¿Piensas que la piña, frambuesa y chocolate combinan con la vainilla, café y lúcuma? —me preguntó, apoyando su mejilla en su palma derecha y mirándome.
Si yo hubiese hecho eso en mi casa mi abuela me hubiese preguntado "¿te pesa la cabeza?"
—No sé —solté una carcajada —, si no lo hacen, jodimos no más. De todas formas la comida se mezcla en el estómago.
Soltó una carcajada limpia. Fue uno de los sonidos más lindos que había escuchado en mi vida.

Avíspate, por fa/ ChilensisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora