Diez mil maneras.

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Capítulo 16.

Me desperté a media noche a causa de un ruido en mi cuarto. Pablo dormía plácidamente a mi lado. Vi la puerta de mi cuarto cerrarse.

- ¿Mamá? - Articulé en un leve susurro.

Al no obtener respuesta me levanté muy lentamente de mi cómoda cama.
Cuando llegué al pasillo, entre la tenue luz pude observar una sombra bajando las escaleras. Llamadme loca, pero la seguí. A mi parecer había entrado en la cocina, pero allí no había nadie. Sentí un ruido a mi espalda y me taparon la boca.

- No grites.- Una voz masculina y ronca susurró en mi oído, dando lugar a un cosquilleo por toda mi espalda. - Ahora, date la vuelta lentamente. - Me giré muy despacio y en la gran oscuridad sólo pude ver unos ojos verdes brillantes.

- Marcos... - No entendía la presión en mi pecho, no entendía todo lo que en mi estómago estaba pasando. Un impulso me pedía al menos abrazarlo, pero mi orgullo me recordó lo pasado meses atrás. Simplemente me separé un poco de él, y aunque la luz era prácticamente inexistente pude ver una chispa de tristeza en su mirada ante mi rechazo a esa cercanía.
De una manera sorprendentemente ágil se colocó a centímetros de mi boca, con una mano en mi mentón con sus dedos rozando mi oreja, y otra en mi nuca para que no pudiese separarme. Sentía su respiración pesada entrar como brisa fresca en mis labios entre abiertos. Mirando mis labios y mis ojos consecutivamente, cogió aire y tragó saliva. Cerró sus ojos y apoyó su frente en la mía.

- Sigues con ese jodido olor irresistible a vainilla. - Logró decir en un hilo de voz.

Yo simplemente estaba en estado de shock, mi novio estaba arriba, en mi cama, y mi ex abajo, a escasos centímetros de mi boca y haciéndome sentir cosas que hacía tiempo que no sentía.

- Lo-Lo siento... Yo, no debería haberte seguido...- Pensé - ¿Qué coño? Tú no deberías haberte colado en mi casa.

- Como si fuera la primera vez.

- ¿Qué pretendes Marcos? ¿Porqué entras en mi casa, en mi vida, porqué has vuelto a aparecer? ¿Es un nuevo trabajo de mi padre?

- Que no me importa tu padre, yo te quiero de verdad Nell, me tienes locamente enamorado. En estos meses no he parado de pensar en ti, en buscar maneras para volver contigo.

- Las cosas han cambiado mucho, tengo pareja, y a ti, no te creo, la verdad.

Dicho esto, se abalanzó sobre mi, causando estruendos por toda la cocina a causa de calderos, platos y vasos. Y unió nuestros labios. Me besó cálidamente, suave, un beso que en silencio gritaba un: te echaba de menos.
No tardé en responderle, pasando mis brazos por su cuello, saboreando su boca, dejándome llevar por el sentimiento intenso que en mi interior reinaba.

A los pocos segundos, la voz de mi novio se escuchó por la escalera, acompañado de unos pasos. El pánico reinó en mi y me separé de Marcos, que rápidamente se escondió bajo la mesa de la cocina.

- ¿Qué haces aquí a las seis de la mañana? - Preguntó un Pablo soñoliento.

- Bajé a beber agua, tenia sed.

- Si tienes una botella arriba.

- Ya, pero estaba caliente.

- Y... ¿quieres agua fría en invierno?

- Así es...- Asentí con fuerza.

- Bueno, vale, sube pronto, te espero arriba.- Giró sobre sus talones y subió las escaleras.

Marcos a su vez salió de su escondite acercándose a mi.

- Volverás conmigo, ya verás.

- No.- No te lo crees ni . . - Rió mi subconsciente.

- Tengo diez mil maneras para hacer que vuelvas. - Besó mi mejilla y salió de casa.

...Continuará.

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