Cinco.

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26 de junio de 2018, Buenos Aires, Argentina


—Oye, no te olvides de mí ahora que vas a ser famosa, eh. —dice Lidia mientras bajamos del coche, haciendo que Valentín se ría.

—No voy a ser famosa. —resoplo.

—Tu novio lo es.

—Lidia.


Miro a Valentín cuando Lidia pronuncia la palabra "novio". Él me mira de reojo también, ofreciéndome una sonrisa tímida.


—¿Qué? —espeta ella— Sois muy tontos los dos, eh. ¿Tanto miedo os da esa palabra? ¿Novios?


Me paso la mano por la cara mientras cerramos la puerta del coche y Dani baja las maletas de Lidia de la parte trasera, riéndose también.

Estaba claro que Valentín y yo teníamos una relación, pero ninguno había puesto etiquetas a lo nuestro todavía. Además, me parecía algo bastante innecesario. Nos estábamos conociendo y nos gustábamos, ¿qué importaba una etiqueta para definir nuestra relación? Él se había referido a sí mismo como mi novio una sola vez en la segunda jornada de FMS, cuando me hizo la broma de que por tener un novio rapero me creía parte del jurado, pero aquello no había vuelto a suceder.


—Cállate. —digo en voz baja, dándole un pellizco en el brazo.

—Au. —se queja, frotando su piel rojiza— Está bien, está bien. —levanta las manos en son de paz y rendición, pero es Lidia, sé que no va a parar— Entonces, ahora que te quedas aquí con tu novio en Argentina y me abandonas, dejando que vuelva sola a España... —y ahí está de nuevo— Llámame todos los días.

—No voy a llamarte todos los días, es muy caro.

—¡Pues escríbeme mensajes! —exclama— Además, Whatsapp es gratuito si estás conectada a una red wifi y podemos llamarnos desde ahí.


Asiento mientras los cuatro entramos en el aeropuerto.


—Lo haré. —prometo.


Acompañamos a Lidia hasta la terminal y nos detenemos, ya que a partir de aquí solo puede pasar ella hasta el control de seguridad y la puerta de embarque. Se queda de pie frente a mí y me mira en silencio. Noto cómo se forma un nudo en mi garganta y Lidia me sonríe con tristeza.


—Te voy a echar de menos. —digo con la voz temblorosa, entonces empiezan las lágrimas.


Nos fundimos como si fuéramos una sola en un largo y doloroso abrazo. Lidia no es solo mi mejor amiga, es como mi hermana. Nos conocemos desde la cuna, literalmente. Desde que nacimos. Ahora vamos a estar tres meses sin vernos y nunca habíamos pasado tanto tiempo separadas. Cuando le conté que pensaba quedarme hasta el final de las vacaciones de verano, tomando como referencia España por supuesto, sintió alegría y tristeza por partes iguales. Alegría porque sabía que Valentín me hacía feliz y tristeza por los motivos mencionados anteriormente, pero me apoyó de inmediato y estuvo de acuerdo con que tenía que quedarme. A mis padres, sin embargo, costó un poco más convencerlos. No podían entender porqué me quedaba tres meses más y dejaba que Lidia volviera sola. Cuando les expliqué que había un chico de por medio, lejos de quedarse más tranquilos, se preocuparon más. Decían que no podía quedarme en un país desconocido y tan lejos de casa sola por un chico al que acababa de conocer (había omitido el detalle de que ese chico era un famoso rapero en Argentina), pero Lidia me había ayudado a convencerlos.

Andrómeda ~ WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora