Treinta.

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6 de diciembre de 2018, Buenos Aires, Argentina


—Que bueno que estés acá, linda. —Dani me abraza, siendo el primero y el único en recibirme, tal y como le he pedido.

—Gracias por venir. —lo abrazo también, sonriendo— No le habrás dicho nada a Valentín, ¿verdad?

—Te dije que lo mantendría en secreto. —se separa y me mira— Igual anda re nervioso, está insoportable. —coge mi maleta y empezamos a caminar.

—¿Por qué? —pregunto con interés.

—Y bueno, el pibe sabe que tienen fiesta allá en España y está re mal porque supuestamente no podes venir. No deja de llorar como una nena. —pone los ojos en blanco y le doy un golpe en el hombro— Bueno, es verdad. —se justifica, encogiéndose de hombros— ¿Querés ir a desayunar y lo llamamos?

—Dale. —sonrío, haciéndolo reír.


Cogemos un taxi para ir a casa de Valentín. Decidimos desayunar en una cafetería que hay a unas pocas calles de su casa. Cuando hacemos nuestro pedido, nos sentamos en una mesa apartada, así Dani puede fumar sin molestar a nadie. Se enciende un cigarrillo mientras lleva su teléfono a su oído y le da una calada.


—¿Qué haces, boludo? —dice de inmediato— Buen día, Valentín. —se ríe— ¿Dormías todavía? —se queda en silencio mientras recibe una respuesta y le da otra calada a su cigarro, echando el humo por la boca lejos de mí— Sí sé qué hora es, gil. Me despertó el hambre. —inventa como excusa— Vení a desayunar conmigo. —propone, volviendo a quedarse en silencio para escuchar lo que sea que mi novio le está diciendo al otro lado de la línea. Veo cómo Dani pone los ojos en blanco y me encojo de hombros, preguntándole qué pasa. En ese momento, pone el manos libres y deja el móvil sobre la mesa, para que pueda escucharlo también— Baja a desayunar, gil. Estoy en la cafetería a dos cuadras de tu casa. —fuma más.

—¿Posta crees que podes llamarme a las ocho de la mañana para que vaya a desayunar con vos, pedazo de pelotudo? —gruñe con la voz ronca a causa de que se acaba de despertar. Consigue erizar mi piel incluso a través del teléfono— Anda a la concha de tu hermana.


Tengo que evitar reírme en ese preciso momento.


—Que bajes te digo, inútil. —dice en voz alta, acercándose mucho al teléfono para molestarlo.

—No voy a bajar, Daniel. ¿Quién te crees que soy, tu novio? —resopla— Cómprate un amigo, gil.

—Vos sos mi amigo, tarado. Así que baja ahora mismo o te voy a ir a molestar a tu casa.

—Por si no te diste cuenta, ya me estás molestando. —gruñe una vez más.

—Ya no te lo voy a decir más, o venís o me voy a comer tu bombón solo. —expulsa humo del cigarro por la boca mientras habla. Lo miro y niego con la cabeza, dándole un golpe en el hombro— Y bueno, no se me ocurre qué mas decirle a este boludo para que salga de la cama. —me dice esta vez a mí, encogiéndose de hombros— Háblale vos.

—¿De qué bombón hablas? —gruñe sin entender nada— ¿Quién está con vos?

—Baja a mirar, boludo. Ya me cansé de vos, te voy a cortar.

—No seas gil, ¿con quién andas? ¿Vino Lidia?

—Sí, Lidia vino. —Dani pone los ojos en blanco— ¿Posta sos tan perro de no bajar?

Andrómeda ~ WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora