Veinte.

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13 de octubre de 2018, Buenos Aires, Argentina


—Buenas tardes. —dice Lidia al otro lado del teléfono y me resulta inevitable soltar un bostezo — ¿Acabas de despertarte? Pero bueno, ¿se puede saber qué te pasa? Son las dos de la tarde, ¿desde cuándo duermes tú tanto? —dice regañándome.

—Son las dos de la tarde en España, Lidia. —bostezo otra vez— Pero por si lo has olvidado, estoy en Argentina y aquí son... —abro los ojos y miro el reloj— Las nueve de la mañana, Lidia. —gimo con fastidio— Voy a matarte. —gruño, escondiéndome en el pecho de Valentín, que me rodea con sus brazos.

—¿No podes cortar? —susurra.

—Dile a tu novio que le he oído. —casi podría jurar que levanta una ceja.

—Lidia, más te vale tener una buena excusa para despertarme a esta hora.

—Ah, sí. Eso. —dice, volviéndose a centrar— ¿A qué hora vuelves mañana?

—Lidia, como me hayas llamado solo para eso te juro que te voy a matar.


Valentín me acurruca más entre sus brazos, pegándome a su cuerpo.


—Vale, vale. —suspira.

—Lidia, dime el verdadero motivo. —digo, empezando a perder la poca paciencia que tengo de buena mañana, pues tengo sueño y lo único que quiero es volver a dormirme entre los brazos de Valentín.


La línea de queda en silencio durante un momento, pero como Lidia siga callada, voy a colgar y quedarme dormida.


—Venga. —exijo.

—¿Está Dani ahí? —pregunta despacio.

—Sí, lo tenemos en el suelo durmiendo. —suspiro— Lidia, ¿no te he dicho que son las nueve de la mañana? ¿Por qué iba a estar Dani aquí? —gruño en voz baja.

—Yo que sé. —suspira— Lo echo de menos.

—Mira, Lidia. —me rasco los ojos y me siento en la cama de un bote, haciendo que Valentín me mire con sorpresa— Eres mi mejor amiga y te amo, ya lo sabes. Pero ya basta. —hago una pausa— No puedes echarlo de menos a ratos, él también lo está pasando muy mal y si a veces lo añoras y le hablas y a veces no, lo único que vas a conseguir es confundirlo y no dejar que pase página.

—Pero es que no sé si quiero que pase página. —reconoce en voz baja.

—No puedes ser tan egoísta, Lidia. No depende de ti. Decidiste dejarle porque dijiste que lo vuestro nunca funcionaría.

—¡Es que nunca funcionará! —exclama.

—¿Entonces qué quieres? —exclamo también, exasperada.


Valentín se ha incorporado en la cama también y me acaricia la espalda para hacerme saber que está ahí si lo necesito, cosa que agradezco para mis adentros.

Andrómeda ~ WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora