Andrómeda ~ Wos

Uno.

26 de mayo de 2018, Mar de Plata, Argentina

Jornada 1 FMS Argentina

—¡No puedo creer que estemos aquí! —Lidia grita más fuerte que todas las demás voces del bar.

—Lo estamos. —me río ante su entusiasmo— ¿Te importaría no levantar tanto la voz? Has hecho que todos nos miren.

—Pues que nos miren, ¡me da igual! —exclama felizmente— Como si haber venido a visitar Argentina no fuera lo suficientemente bueno, no. Hemos venido a la puta primera jornada de la FMS.

Me vuelvo a reír una vez más. Tomamos asiento y mi amiga mira hacia todos lados con emoción.

—¿Cuándo van a salir? —dice pasados solo cinco minutos desde que hemos llegado. De hecho, el camarero acaba de traernos nuestras cervezas.

—No lo sé, Lidia. —me río— Sé lo mismo que tú.

—Oh, Dios mío. Muero por ver a Dani. Ese hombre es tan... —se abanica con la mano, sin acabar la frase. Me río y niego con la cabeza— ¿Y Trueno? —exclama— ¿Qué me dices de Trueno?

—Que tienes casi tres años más que él, pedófila.

—No me insultes. —se hace la ofendida, pero le dura solo un segundo, pues la emoción y el entusiasmo son más grandes— Podrá tener solo dieciséis, pero menudos dieciséis.

—Estás obsesionada con ellos. —doy un sorbo a mi cerveza.

—Oh, perdón. —dice exageradamente— Eso es porque todavía no he mencionado a Wos y no te has puesto a dar saltitos de la emoción. —coge su vaso y bebe también mientras pone los ojos en blanco— Vale, tienes razón. Estoy un poco obsesionada. —reconoce, provocando que me ría aún más— Si es que por gustarme me gusta hasta el Misio. —lloriquea.

Las luces bajan de intensidad y noto cómo el ambiente se caldea, la gente emocionada con anticipación. Lidia da unos golpecitos en la mesa y da un leve grito.

—Lidia.

—¿Sí? —dice sin quitar ojo del escenario, vacío pero iluminado.

—¿De verdad hemos llegado hasta aquí para verlos desde lejos?

Atraigo la atención de mi compañera, que me mira con repentino interés.

—¿En qué estás pensando?

Sonrío con anticipación.

—Ven. —la cojo de la mano y abandonamos nuestros sitios junto a la mesa.

Arrastro a Lidia conmigo entre la multitud, gente levantada y otra ya sentada, esperando pacientemente a que empiece el espectáculo. Por increíble que parezca, burlar a los guardias de seguridad resulta más sencillo de lo que esperaba, ya que no había demasiados. No es un local demasiado grande, así que, para cuando quiero darme cuenta, Lidia y yo ya estamos detrás del telón, al otro lado de donde todos los artistas hablan y bromean entre sí.

—No puedo creérmelo. —Lidia no sale de su asombro y si tengo que ser sincera, yo tampoco— ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? —exclama.