Andrómeda ~ Wos

Doce.

2 de septiembre de 2018, Salta, Argentina

Jornada 4 FMS Argentina

—Tengo algo para ti.

—¿Para mí? —se hace el sorprendido, o se sorprende de verdad, no podría diferenciarlo con total exactitud.

—Sí. —saco un estuche de unos veinte centímetros aproximadamente y se lo tiendo. Él se queda mirándolo, pero no hace el más mínimo gesto de cogerlo. Después de un rato, me mira y frunce el ceño.

—¿Qué es?

—¿Cómo pretendes descubrirlo si no lo abres? —me río y agito el estuche suavemente en el aire frente a su cara— Vamos, cógelo.

Muy lentamente, coge el estuche y lo inspecciona por fuera. Acaricia la solapa, suave al tacto, y después me mira otra vez.

—¿Por qué me estás regalando nada? —pregunta de nuevo.

—Oh, vamos Valen. —me río con ternura— ¿Quieres abrirlo de una vez, por favor?

—Está bien, está bien. —abre el estuche y me muerdo el labio sonriendo, mirando su cara para ver su expresión— Mami, esto es bellísimo. —dice simplemente, sin poder apartar los ojos del contenido del estuche.

Coge la cadena de plata que hay dentro: una cadena simple, sin colgantes ni adornos. Es de color plateado, con encajes enganchados entre sí. Valentín me mira y parpadea hacia mí.

—Es... Hermosa.

—¿Te gusta? —sonrío alegremente.

—Mucho. —asiente.

—Sé que es simple, pero la vi y pensé que fue hecha para ti, así que...

—Es perfecta. —me interrumpe— ¿Me ayudas? —me da la cadena y cierra el estuche, poniéndolo bajo su brazo.

—Por supuesto.

Cojo la cadena y se pone de espaldas a mí para que se la ponga. Me aguanto unos segundos sobre las puntas de mis pies para alcanzar su cuello, pues es unos veinte centímetros más alto que yo. Coloco la cadena alrededor de su cuello y cierro el broche. Se gira para volver a mirarme y toquetea la cadena de su cuello, jugando con ella entre sus dedos.

—Es hermosa. —repite— No voy a sacármela nunca. Gracias. —sonríe y me da un beso en los labios.

—Me alegro de que te guste.

El coche llega en ese momento, con Dani y Lidia dentro. Valentín me abre la puerta, se lo agradezco con una mirada y entro. Él entra detrás de mí y cierra la puerta, entonces el coche se pone en marcha.

—Hola. —saludo en voz baja, pues Lidia parece estar durmiendo.

—Hola. —saluda el rubio en voz baja también.

—Bueno, ¿me dirás finalmente el ranking de tus favoritos? —insiste mi novio, haciendo un nuevo intento.

—Eres muy pesado. —me río.

—No entiendo qué te cuesta decírmelo. —resopla, poniendo los ojos en blanco.

—Sí sos un pesado. —comenta Dani de manera distraída.