Treinta y cinco.

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20 de diciembre de 2018, Barcelona, España


—De verdad Valentín, tengo miedo. —digo mordiéndome el labio para no reírme.

—¿Tan poco confías en mí? —noto en su voz cómo se intenta hacer el ofendido, pero no le sale.

—Vamos a ver... —hago una pausa para reírme— Tengo los ojos vendados y estoy en un coche que conduce mi novio por una ciudad que no conoce. —hago una pausa para que ate cabos y se ríe él esta vez— Así que sí, tengo miedo.

—Pero sé usar un GPS. —puntualiza y yo asiento.

—Todo solucionado, entonces. —digo de manera irónica, riéndome.

—Podes sacarte la venda si así estás más segura.

—¿En serio? —llevo mis manos a la venda para quitarla.

—¡Claro que no! —dice rápidamente, riéndose y sacando mi mano de mis ojos.

—Las manos al volante, Valentín. —lo regaño.

—Sé manejar, ¿de acuerdo? —resopla y su mano desaparece, haciéndome reír— Además estamos por llegar.

—Así sí que me quedo tranquila.

—Sos mala. —casi podría jurar que está haciendo un puchero— Estoy estacionando ya.

—Menos mal. —finjo alivio y después me río.


Durante el próximo minuto no decimos nada más, oigo cómo le da la vuelta a la llave en el contacto y el coche deja de rugir suavemente, quedándose en silencio.


—¿Cómo has hecho para convencer a mi padre de que te dejara el coche, por cierto? —preguntó con curiosidad, pues mi padre se muestra siempre reacio a prestar su coche.


Sin embargo, no recibo respuesta. Valentín abre la puerta y después oigo cómo se cierra otra vez.


—¿Valen? —digo en voz baja, pero no responde— ¿Me has dejado sola en el coche? —murmuro, pero nada.


Llevo mis manos a la venda y la levanto un poco, pero justo en ese momento oigo la puerta junto a mí abrirse y a mi novio regañándome, haciendo que de un brinco sobre el asiento del susto.


—¡Eh! —palmea mi mano— ¿Yo te di permiso para sacártelo?

—Joder. —me llevo una mano sobre el pecho, donde mi corazón late a mil por hora a causa del susto. Oigo cómo se empieza a reír— Qué susto, Valentín. —gruño un poco y su risa aumenta— ¡No es gracioso! —empiezo a mover mis manos en el aire para darle, pero estoy pegándole a la nada.

—Perdón amor, fue divertido. —dice con diversión— Estoy acá. —coge mis manos por mis muñecas y las apoya sobre su pecho, donde noto su respiración calmada que me transmite paz.

—No vuelvas a hacer algo así nunca más. —doy un suave golpe en su pecho y una risita suya me llena el alma— Habrá sido divertido para ti, pero yo me he cagado de miedo.

—Lo lamento. —puedo notar en su voz el rastro de humor. A continuación sus labios están sobre los míos y se me pasa el enfado— ¿Querés bajar del auto? —dice suavemente.

—Sí, por favor. —asiento.

—Dale, yo te ayudo. —toma mi mano y me ayuda a bajar— Te ves muy linda, mami. —oigo la sonrisa en su voz cuando me hace dar una vuelta sobre mí misma, haciendo que la falda de mi vestido vuele un poco.

Andrómeda ~ WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora