Epílogo.

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10 de julio de 2020, Barcelona, España

Graduación de Andrómeda


—Felicidades, cariño. —mi madre me abraza fuertemente y yo sonrío un poco.

—Gracias. —susurro.


Cuando ella se separa es el turno de mi padre, que me mira con orgullo y sonríe, abrazándome también después.


—Estoy muy orgulloso de ti. —susurra a mi oído.

—Gracias, papá.

—¡Te has graduado! —grita Lidia, corriendo hacia mí y abrazándome tan fuerte hasta casi ahogarme.

—¡Sí! —exclamo riéndome— Voy a durar dos segundos graduada como no me dejes respirar, también te lo digo. —bromeo y ella se ríe, soltándome.


Me quedo mirándola, está preciosa. Se ha puesto un traje de pantalón a juego con su americana verde caqui con una camisa blanca para mi graduación. Lidia es un año más pequeña que yo, así que todavía le queda un año para graduarse.


—Vamos a hacernos una foto, venga. —me da ligeramente con el codo y yo asiento.


Lidia le deja su móvil a mi padre y después se pone junto a mí y apoya su cabeza en mi cabeza, posando mientras mi padre nos hace una foto con el móvil. Después de esa vienen una docena más. Además mis padres aprovechan para sacarse fotos conmigo también.


—Luego os las paso todas. —dice Lidia— ¡Mirad qué guapos estáis en esta! —dice, enseñándonos la foto en la pantalla de su móvil.


Mis padres se quedan con ella mirando las fotos que nos acabamos de hacer, con grandes sonrisas en sus rostros. Todos a mi alrededor sonríen y están felices: mis padres, Lidia, mis amigos, mis compañeros de universidad, incluso los profesores. Todos menos yo.

Aprovecho el momento de distracción para separarme un poco de ellos, para separarme un poco de todos, en realidad. Necesito un poco de aire y estar sola durante un momento, un momento en el que no tenga que fingir estar feliz. Debería estarlo, sé que debería. Me he graduado al fin, he acabado la carrera y ahora puedo ejercer como psicóloga, que es lo que he estado esperando desde que tengo uso de razón. Nada más empezar la secundaria con doce años decidí que quería estudiar psicología para poder ayudar a los demás y hoy ese sueño se ha cumplido. Pero no tengo a la persona más importante de mi vida a mi lado para poder celebrarlo.

Las cosas entre Valentín y yo no estaban del todo bien últimamente. Había terminado de estudiar en Argentina y me había quedado a pasar Año Nuevo con él. Había podido asistir a sus shows y ver cómo llenaba el Luna Park hasta en dos ocasiones, haciéndome sentir una novia orgullosa, realmente orgullosa. Todo iba bien hasta que tuve que volver.

Valentín tuvo que quedarse en Argentina para seguir dando espectáculos, pero yo tuve que volver para graduarme. Prometió venir a verme, prometió que pasaríamos juntos este día tan especial. Por supuesto, eso fue antes de que nos peleáramos.

Él insistía en que lo acompañara de gira por Latinoamérica y España durante el año y yo insistía en quedarme en Argentina para buscar trabajo. Habíamos planeado un viaje en caravana para recorrer su país todo el año 2021, así que necesitaríamos dinero para todo ese tiempo, por eso quería ponerme a trabajar, para que no tuviera que pagarlo todo él. Pero eso era algo que él no podía entender, decía que iba a ganar muchísimo dinero ese año, más que suficiente para mantenernos a los dos durante dos años, más del que podría llegar a gastar él solo. Pero yo no quería eso, no quería ser una mantenida, no estaban con él por el dinero. Estaba con él porque lo amaba, porque lo amo más de lo que alguna vez había podido imaginar amar a alguien. Nuestra relación tenía que ser equitativa e igualitaria, no iba a permitir que él trabajara todo el año y mientras yo me iba a quedar sin hacer nada.

Andrómeda ~ WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora