XXXVI

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Sin embargo, la verdadera pesadilla llegó cuando Philip atravesó el portal de su hogar.

—¿Theodosia Burr y Susan Reynolds? ¡¿En serio?! —bramó Alexander, azotando el panfleto en la mesa.

Eliza también estaba ahí, mirando a su hijo con una mezcla de preocupación y molestia. Philip rascó su nuca apenado, sabiendo que sus hermanos debían estar escondidos tras la puerta, escuchando todo.

—Admito lo de Theodosia —Alzó las manos, en son de paz—, pero no lo de Susan, ella solo es mi amiga y una gran chica.

Hamilton jaló sus cabellos hacía atrás.

—Philip —Eliza tomó la palabra—, suficiente deshonra nos ha traído tu padre como para que tú lo imites.

Alexander le dio la razón con un ápice de vergüenza.

­—Lo sé, madre... Pero a diferencia de él, he arreglado ese asunto. Mañana mismo toda esa porquería será olvidada.

De amor, odio y otras tragedias | PhildosiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora