XIII

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Theodosia azotó la puerta sin delicadeza alguna, Burr dio un pequeño sobresalto, alzando la vista del caso en el que estaba trabajando.

—Calma, hija, ¿qué sucede? —ordenó el padre con cierto enfado.

—¿Qué hacías con María Reynolds? —exigió saber Theo, hablando autoritariamente y colocando sus manos en sus caderas para denotar su molestia.

—¿Yo? Nada, ¿cómo sabes? ¿Quién te...?

No fue necesario terminar de formular la pregunta para conocer la respuesta.

—Hamilton... ­—murmuró Aarón, saboreando el veneno que significaba para él pronunciar el apellido de su rival.

—¡Vives criticando a ese hombre sin percatarte de que cometes sus mismos errores! ¿Por qué, papá? ¡Sabes que mamá está en su lecho de muerte y aun así sales a buscar otras mujeres, ¿por qué carajos lo haces?!

Burr sintió un escalofrío al recordar el deplorable estado de su mujer, y el ver a su hija acusarlo de algo tan nefasto como el adulterio solamente lo hacía sentir peor.

—Soy quien está a cargo de su divorcio —solucionó él, aferrándose a las manos de su pequeña Theo—. Sabes que no podría lastimar a tu madre, ni a ti... —Colocó uno de los mechones del cabello de su hija detrás de su oreja—. No hagas caso de todo lo que ese Philip Hamilton dice, es un imbécil, al igual que su padre.

Theodosia asintió antes de abrazarlo. Era evidente que no obedecería las palabras de su padre, sino a las de su corazón.

De amor, odio y otras tragedias | PhildosiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora