La salud de la madre de Theodosia iba en decadencia. Era cuestión de tiempo para que soltase su último suspiro y se sumergiese en un sueño sempiterno.
Aarón no tenía el valor de ver a su mujer en aquel deplorable estado. Por su parte, la joven Theo pasaba horas sentada al lado de su madre, charlando y tratando de animarla un poco.
—¿Y Philip? —preguntó la mujer con un hilo de voz.
—No conozco a ningún Philip, madre —mintió la muchacha, sentándose al lado de su madre.
—Philip, Philip Hamilton. Oí a tu padre maldecir por que estabas interesada por él, ¿es cierto?
Theo agachó la cabeza y la enferma pudo leer en sus ojos la verdad.
—No me molesta, hija. Ve con él, haz lo que quieras. El amor no discrimina entre las personas, simplemente llega para quedarse... Búscalo, si eso te hace feliz.
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De amor, odio y otras tragedias | Phildosia
Hayran KurguSu hogar, la escuela, su vida amorosa, ¿había algo que Alexander no estropeara?