XXXVIII

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James Reynolds golpeaba el delicado cuerpo de su hija.

La llamaba zorra.

La llamaba puta.

Le quería hacer creer que eso era.

Malherida, con el labio sangrando y el corazón ahogado en coraje, se encerró en su habitación.

Tomó el dinero que Philip le había ayudado a reunir y se marchó de la casa sin dar aviso alguno.

Pretendía salir al mundo para librar a su madre de las garras del monstruo que era James, pero tendría que trabajar arduamente, buscar ayuda, sobrevivir... Y no sabía cómo una jovencita que apenas sabía leer y escribir sobreviviría sola en un mundo tan cruel como ese...

Enjuagó sus lágrimas con su brazo antes de saltar por la ventana e iniciar esa peligrosa travesía.

De amor, odio y otras tragedias | PhildosiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora