III

468 59 54
                                    

Otro panfleto había aparecido entre sus pertenencias; en él, habían escrito infinidad de ofensas dirigidas a su padre, además afirmaban que Philip seguiría los mismos pasos. Ese desagradable obsequio fue cortesía de George Eacker.

Philip arrojó las páginas a la basura con coraje. Estaba harto. Él no quería ser como Alexander. Si estudiaba derecho era porque le apasionaban las leyes, no porque quisiese imitar a su imbécil progenitor.

Estaba hastiado de Eacker, quería cerrarle la boca de una buena vez pero era consciente de que nadie lo respaldaría, todos apoyarían a su agresor, puesto que el maldito Panfleto Reynolds también había arruinado su reputación con sus mentores y compañeros.

¡Qué mierda! El coraje bullía en su pecho mientras las lágrimas se agolpaban en sus ojos. La confesión de Hamilton fue publicada tres semanas atrás, ¿cuánto tiempo era necesario para que lo olvidasen todo y lo dejasen vivir en paz? ¿Por qué lo molestaban a él si era totalmente ajeno a la infidelidad de Hamilton?

Alexander era un idiota, y Philip no..., pero aun así pagaba por los actos del primero.

Unos delgados brazos se enredan en su cuello, él termina de romperse al escuchar la voz de su novia diciéndole que se calme, que todo concluirá en algún momento.

Philip la abraza de vuelta con fuerza, apoyando su cabeza en su hombro. Theodosia acaricia la tensa espalda del rizado, repartiendo tiernos besos sobre sus rizos.

A Theo le duele verlo sufrir...

De amor, odio y otras tragedias | PhildosiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora