XXIV

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Susan Reynolds era hermosa, Philip no podía negarlo.

Sin embargo, su belleza era incomparable con la de Theodosia.

—Toma —dijo él nervioso, tendiéndole un sobre con dinero a la muchacha—. ¿Podrías entregárselo a tu madre?

Ella asintió. Philip estaba por agradecer cuando cerró la puerta.

Él se quedó ahí, cual piedra, sin saber exactamente a qué se debió la reacción de Susan.

De amor, odio y otras tragedias | PhildosiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora