Daisy enciende las luces y abre la puerta de la calle para que empiece la fiesta, por fin. La gente empieza a entrar en grupitos y me quedo en la cocina bebiéndome una copa que no lleva nada hasta que entra la que será mi presa de esta noche. April lleva un mono blanco y el pelo recogido hacia atrás.
Bueno, vamos a por esta. Tengo ganas de follármela y quitarle la vida, así que me acerco con una sonrisa de oreja a oreja para decirle lo que toda chica quiere oír a todas horas.
—Estás... Madre mía... Espectacular—sonrío y veo como mis palabras surgen el efecto deseado.
Ella sonríe y se cambia el peso de pierna mientras se pone un mechón de pelo detrás de la oreja. ¿Por qué las chicas son tan fáciles?
—Tú tampoco estás mal...
¿Qué tampoco estoy mal? ¿En serio? Si pudieras ahora mismo me estarías empotrando en la pared y estarías tan mojada que empaparías hasta el suelo. Vamos, tiene que caer ya.
—¿Te apetece una copa?—sonrío.
—Claro—sonríe amablemente.
Claro que quiere y sobretodo si se lo ofrezco yo.
Le doy una copa con droga y ella bebe un poco. Vamos nena. Entera. Intento no presionarla y bebo de mi copa que solo es una cerveza de cereza. Suspira y sé que está pensando en mí, obvio, porque cuando levanto el brazo para beber se me tensan los músculos de los brazo y sé que eso a las chicas les encanta, así que decido llevarla más a mi terreno.
—¿Te apetece mover el esqueleto?—la miro y pongo mi sonrisa de cuando quiero conseguir algo de una chica, haciendo que se me marquen los hoyuelos a los lados de las mejillas. Como siempre, acepta.
—Me encantaría— sonríe, le cojo la mano y tiro de ella a la pista.
Ay, querida, esta noche va a ser inolvidable para ti.
Después de varias copas y mucho rozamiento sé que es el momento.
—¿Qué le has echado a esto? ¡Está buenísimo!— dice arrastrando bastante las palabras mientras sonríe tontamente.
—Mezclamos diferentes tipos de alcohol— y droga, pero eso no es necesario que lo sepas.
Vamos al siguiente nivel.
—Te quiero enseñar algo—sonrío y ella asiente sonriendo.
—Te sigo.
Le cojo la mano y la llevo fuera. Miro el cielo y veo las estrellas, hoy hay muchas. Esto impresiona a cualquiera que use bragas.
—Wow—sonríe.
—Son increíbles—miento para seguirle el rollo.
—Sí, como esta bebida... Dios—bebe sujetando el vaso con las dos mano.
Eso es, bebe todo lo que te dé la gana. Contra más bebas menos por culo me das.
—Tenemos garrafas enteras de eso en el cobertizo.
Exacto, el cobertizo.
—Pues vendré por aquí más a menudo—sonríe.
No querida, no vas a volver a pisar esta casa.
—¿Quieres una botella?— y así te quito de en medio.
Ella asiente, le vuelvo a extender la mano para que la coja y la llevo al cobertizo al cual se llega por unas escaleras que tenemos en el patio.
—Cuidado, hay varios escalones— la ayudo a bajar como el buen caballero que soy.
Hago como que me tropiezo intencionadamente y le hecho la culpa a la poca luz que hay.
—Mierda—me río un poco.
—¿Qué pasa?
—No encuentro la luz y me he tropezado—me río.
—¿Estás bien?—pregunta y sonrió maliciosamente.
—Sí, sí—La cojo por la muñeca—, pero tú no.
Sonrío de nuevo y la ato a la pared con cadenas por las muñecas.
—¿Q-Qué?
Enciendo la luz y como era de esperar se intenta soltar, cosa que hace que me ría aún más de ella.
—No— digo y me mira con los ojos cansados— Qué fácil has sido... Palabras bonitas, estrellas, droga y acto de buena voluntad.
—Vale... Lo pillo... Suéltame ya...
Me vuelvo a reír, esta tía es tronchante.
—¿Por?
—Soy una ilusa... Ya lo sé... Ahora déjame en paz...
—Ilusa no, tonta— No dice nada por un momento así que sigo hablando— ¿Tu madre nunca te dijo que no te fiaras de los desconocidos?
—Suéltame...
Niego y sonrío.
—Tengo ganas de divertirme.
Y tanto que me voy a divertir.
—¿Qué me vas a hacer? —pregunta asustada.
De todo.
—Depende de como me lo pongas—me acerco a ella.
Intenta echarse hacia atrás pero no puede. Me río de ella y le rajo ese mono blanco tan adorable que lleva. Aparta la cara en señal de miedo. Ya está empezando a tocarme los huevos.
—Por favor... Déjame—le cojo la mandíbula y hago que me mire.
—¡¿Entonces el lado difícil!?—niega rápidamente y me relajo—. Bien—sonrío y se le saltan las lágrimas.
Deja de resistirse así que le beso en la mejilla y sonrío.
—Hasta mañana cielo —sonrío de nuevo y me alejo.
Le apago la luz y empiezo a subir las escaleras.
—¿Q-qué? No... Sácame de aquí... Por favor—solloza, esto me encanta.
—¡Buenas noches amor!
—¡John!—grita.
—Bienvenida a mi juego—subo las escaleras y cierro con llave.
Oigo como grita, chilla y patalea. Sonrío con satisfacción y vuelvo a la fiesta con los demás.
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Sadismo ©
Teen FictionDaisy, John y Rush son amigos desde pequeños y comparten algo en común: son sádicos. Matan por placer. Pero su nuevo año de universidad cambiará sus vidas por completo. ¿Quién dijo que ser sádico o amar fuese fácil? Participa de forma interactiva co...