―¿Y esa cara?―le pregunto a John cuando entra por la puerta.
Se supone que acaba de dejar a Daisy en su casa. Tiene pinta de estar cansado y cabreado a la vez, pero él solo niega restándole importancia y me mira.
―¿Alguna novedad con Charlotte?―pregunta mientras deja la mochila tirada en el salón.
Menos mal que la maniática del orden está en su casa. Ahora podemos hacer lo que nos de la gana en casa, aunque se le echará de menos.
―La tengo en el bote―digo con cierto aire de orgullo―, pero no sabe nada―añado rápidamente.
―¿Estás seguro?
―Sí. Iba muy borracha.
―Aún así la has secuestrado. Ya sabe mucho.
―Ya. No la tengo aquí secuestrada.
No lo había pensado. Por mucho que la quiera dejar libre ya sabe que no soy nada bueno para nadie. Mierda.
―¿Y dónde la tienes?
―Es un secreto.
No se lo voy a decir por como vaya él la va a asustar más de lo que ya está. No quiero eso.
―Tienes que matarla, Rush―dice después de levantar una ceja.
―Lo sé―murmuro y el se deja caer en el sofá―. ¿Y Daisy que tal?―pregunto intentando cambiar de tema para que no pregunte por qué no la he matado ya.
Sería un problema explicarle que puede que me encariñara con ella. Más que nada porque igual me pega por ser un sentimental de mierda.
―Bien. Allí con sus padres―dice escupiendo las palabras. No está contento.
―¿Ellos saben algo?
―Que hay una chica desaparecida y sospechan de los sádicos...
―Ya...¿Qué vamos a hacer con la hermana?
―Lo mismo que con Charlotte. Secuestrarla y que se suicide―dice como si fuera obvio.
Y no voy a hacer eso con Charlotte.
―¿Te vas a acercar a ella y le vas a decir que se vaya contigo?―pregunto mirándolo―. Charlotte es débil. Yasmine sospecha de todo.
―Si juego bien mis cartas lo conseguiré―dice levantándose inquieto y dirigiéndose a la cocina.
―¿Y Alloy?―pregunto siguiéndolo.
―Tengo algo pensado... Pero déjame pensar los detalles.
―La vas a quitar de en medio por curiosa también ¿no?. Pues como hagas eso, en total, creo que ya nos habríamos cargado a cinco chicas en una semana.
Entonces él se ríe. No sé que le hace tanta gracia.
―No sé, ya lo veré.
―¿Qué vas a hacer el resto de la tarde?
―Deberes, supongo―dice mientras prepara la cena―. ¿Por qué no vas a maltratar a Charlotte un rato psicológicamente?
―Porque ya lo he hecho a medio día.
―Si quieres que se suicide tienes que presionar más. Tenemos que quitárnosla de en medio ya. Un problema menos.
―Créeme, no para de llorar y quejarse. Y además no sabe nada.
―Sabe que la has raptado. Y si se le va la lengua irán a por ti. Si van a por ti descubrirán a Isabella y con ella a nosotros. Cadena perpetua.
―Lo sé, iré a verla a la hora de cenar―suspiro cansado dándole la razón.
¿En qué momento se nos han complicado tanto las cosas?
―Espera... Te has encariñado con ella. ¿Verdad?―sonríe mirándome en forma de burla.
Joder. Como me devuelva todo lo que yo me he burlado de él y Daisy toda la vida se me va a caer el pelo. Disimulo levantando una ceja.
―No.
―Tío. Haz que se mate. Ella es fácil. Hazlo y nos la quitamos de en medio.
―Pero es que es tan... Inocente...
―No la verás tan inocente desde los barrotes de una celda. Me piro ha hacer los deberes.
―Vale. No me esperes despierto.
Cojo algo para cenar para Charlotte dándole vueltas al coco pensando. ¿Cómo puedo soltarla sin que recuerde que la he raptado? Cuando entro en su habitación dejo de pensar al verla sentada en el suelo con los brazos ligeramente levantados hacia arriba por culpa de las cadenas. Ya no llora, porque no le quedan lágrimas, y tiene la mirada perdida. Recuerdo esa mirada llena de vida en el puente e intento buscarla en sus ojos, pero no la encuentro por ningún lado.
Cuando la suelto camina sola hacia la mesa donde he preparado la cena y empieza a comer en silencio. La miro desde el marco de la puerta. Nunca me había pasado nada así. Normalmente no me cuesta matar a mis víctimas tanto como esta vez. Al terminar se levanta y se va al sitio donde lleva todo el día atada y coge las cadenas apoyándose en la pared mientras mira al suelo.
―Charlotte―la llamo débilmente y ella me mira por primera vez en toda la noche―. Necesito que me escuches con atención. Te daré dos opciones y tú elegirás lo que quieres que pase. Mira―suspiro―, dejaré que te vayas, pero antes haré que olvides todo lo de hoy. Puede que de camino olvides un poco más. Así solo te vigilaré de lejos, pero no podré protegerte.
―Puedes borrarme hasta el día que te conocí―murmura ella y yo asiento muy a mi pesar.
―Y la otra opción es que te quedes aquí a salvo conmigo.
―¿Ha salvo? ¿De verdad crees que esto es estar a salvo? Estar a salvo es estar rodeada de nubes de azúcar y unicornios. No esto.
―Me he cargado a una chica el día de la fiesta. Hay gente buscándome y tú eres una testigo―la miro fijamente y ella de encoge un poco―. Eres peligrosa para mí, pero me he enamorado de tus ojos cuando llegamos al puente. No voy a matarte Charlotte. Pero tengo amigos que te quieren muerta.
―Mira. Deja que me vaya y te juro que no diré nada. Ni siquiera nos cruzaremos.
―Ese es el problema―suspiro―, que yo quiero cruzarme contigo pero tú ahora conmigo no. Por no hablar de que te van a matar como salgas de aquí.
Ella suspira desquiciada y cierra los ojos mientras se pasa las manos por el pelo.
―Déjame cuidarte―le digo intentando sonar calmado―. Nadie te va a hacer nada si te quedas conmigo.
―¿Y cómo estás tan seguro de que no vas a ser tú el que me haga daño?―dice mirándome con algo de esperanza.
―Eso no puedo asegurartelo―admito y ella asiente lentamente apartando su mirada de la mía―. Ahora que sabes la verdad elige. ¿Te vas sin mí o te quedas a salvo?
―Quiero olvidarte... Para siempre...
Como quieras... Usaré una droga que tengo en la mochila...
ESTÁS LEYENDO
Sadismo ©
Teen FictionDaisy, John y Rush son amigos desde pequeños y comparten algo en común: son sádicos. Matan por placer. Pero su nuevo año de universidad cambiará sus vidas por completo. ¿Quién dijo que ser sádico o amar fuese fácil? Participa de forma interactiva co...