Cuando entro en su habitación del hospital una mujer está con ella.
―¿Tú eres con el que he hablado por teléfono?―me pregunta la que intuyo que se es su madre.
―Sí... ¿Cuándo le ha pasado esto?
―Ayer por la tarde. Venía para casa y... tuvo un accidente.
Su madre parece cansada y preocupada. Podría quedarme esta noche con ella para que su madre descansara, pero no creo que a Char le haga mucha gracia.
―¿Sabe cómo fue el accidente?―pregunto por curiosidad. Espero que nadie le atacara.
―Por lo que me ha dicho estaba escribiendo un mensaje, desvió la mirada y un coche se chocó con ella. No le dio tiempo a esquivarlo.
Un coche, no un sádico. Menos mal joder. Maldito John, le encanta meter miedo.
―Voy a por la comida. Está dormida, ten cuidado―sonríe la madre amablemente mientras sale.
Asiento y me siento al lado de Charlotte. No se merece nada de esto, nadie se merece esto. Le acaricio la mejilla esperando no despertarla. Pero, como el universo me odia, se despierta.
―Hola... ¿Cómo te encuentras?―susurro cuando me mira con duda.
―Bueno―se despereza―, contando con que me han intentado matar tres veces en la última semana... Pues como le digo a todos... Estoy bien...
―Lo siento―suspiro y ella me imita.
―Da igual―mira al frente seria.
―No, no da igual―me quejo sin dejar de mirarla―. ¿Pudiste ver quién conducía el coche?
―No, pero te estaba escribiendo un mensaje a ti―dice acurrucándose en la almohada incómoda por tener que recordar.
―¿Qué querías decirme?―pregunto serio.
Por mi culpa a tenido un accidente. Genial. Por mi culpa casi la matan ya dos veces... Porque en el parque no lo iba a hacer.
―Me puse a pensar en nuestra primera cita falsa...
―No quería que fuese una cita falsa. Quería pasármelo bien contigo, por eso te besé. Me encantó como te veías cuando llegamos al puente.
―¿Y por qué no podría haber seguido todo tan normal?―pregunta mirándome molesta.
A ver, sé que la he cagado pero no me gusta que me lo recuerden.
―Hasta puede que estuviésemos saliendo ahora―dice con tristeza.
―Mira... Querían que te matase esa misma tarde. Pero no lo hice. Quería mantenerte viva para que más tarde pudieses agradecérmelo...
―Te ha salido un poco mal la jugada―murmura.
―¿Qué estabas escribiéndome?―le pregunto volviendo al inicio de la conversación.
―Que había terminado de escribir la canción... Con el ukelele... Y quería enseñártela, pero ya nada. Olvídalo.
―Me gustaría escucharla cuando salgas de aquí―susurro mirando la mano que no tiene escayolada.
Le cojo la mano con cuidado para darle seguridad, no le voy a hacer nada. Se la acaricio cuando me mira sorprendida.
―Espero que te recuperes―admito mirándola de nuevo.
―Nah. Yo pensaba quedarme aquí un tiempo para no tener que hacer nada―sonríe un poco y veo que la Charlotte del parque vuelve.
―Y, por favor, no vuelvas ha hacer nunca lo de la otra noche...
―¿Lo habrías hecho? ¿Habrías disparado una segunda vez?
Su sonrisa se borra y mi mirada se torna a una mas calmada. ¿Lo habría hecho? ¿Le habría disparado? ¿La habría matado?... No, no habría sido capaz de matar algo tan... Débil...
―Yo no―digo finalmente―, pero John sí lo habría hecho de no ser por Daisy.
―A mi John me da igual. Quién me importa eres tú―piensa en voz alta.
―Como sea... No lo vuelvas a hacer―pienso en voz alta también.
No debí decir eso, tenía que tener tacto... Pero, por ser así, ella aparta su mano de la mía.
―¿Sabes?―intento arreglarlo― Nunca me había atraído así una chica. No suelo encariñarme de ellas como lo he hecho contigo. Sé que no confías en mí y que no quieres hacerlo. No te obligaré a quererme. Pero voy a estar ahí para ti.
Porque eso nos pasa a los sádicos. Si entras en nuestro circulo de cariño, por mucho que nos odien, jamás les haríamos daño.
―Gracias―susurra.
―Te dejo descansar Julieta―le doy un beso en la frente y me levanto.
―¿Vendrás luego? ¿O mañana?―pregunta mirándome.
¿Todavía no me he ido y ya quiere que vuelva?
―Cuando tú quieras―sonrío un poco y ella asiente en silencio―. Intentaré escaparme de casa esta tarde. Nos vemos luego preciosa.
ESTÁS LEYENDO
Sadismo ©
Teen FictionDaisy, John y Rush son amigos desde pequeños y comparten algo en común: son sádicos. Matan por placer. Pero su nuevo año de universidad cambiará sus vidas por completo. ¿Quién dijo que ser sádico o amar fuese fácil? Participa de forma interactiva co...