Capítulo 11

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Cuando salgo de casa miro hacia el cobertizo

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Cuando salgo de casa miro hacia el cobertizo. A John le jodería mucho que me entrometiera en su juego. Así que lo haré. Me meto en el cobertizo, no sin antes comprobar que ni él ni Rush me miran por ninguna ventana.

Cuando estoy dentro veo a April atada, sollozando y parece que un poco mareada. Casi me da pena.

―April ¿verdad?.

―Sácame de aquí...―murmura con un hilo de voz.

―Oh no, si hago eso John me mataría... Pero si... ―cojo una pistola del cajón de mi derecha y se lo acerco a la mano―. Si te matas tu sola no sabrá que he sido yo.

Ella llora con un poco más de ganas y coge la pistola débilmente como puede.

―Nos vemos―le digo adiós con la mano y me salgo corriendo antes de que me pillen in fraganti.

Con forme transcurre la noche no paro de pensar en Dereck y en John, no sé que me pasa. Enamorada no estoy. Más que nada porque sé lo que se siente. Así que bebo todo lo que puedo y mato a todo lo que se me acerca en la discoteca para desahogarme.

Paso toda la noche por ahí hasta que queda una hora para que empiecen las clases. Mierda. Cuando llego él está ahí, esperándome. ¿Lo sabe? Creo que sí.

―Te van a salir arrugas― le digo al ver que tiene el ceño fruncido.

―¿Te has divertido?―me pregunta serio.

―Pues sí― no sé que quiere pero intentaré seguirle el rollo.

―Me alegro.

Opto por largarme cuando John se me acerca rápidamente y me coge del cuello empotrándome contra la pared. Me levanta un poco del suelo obligándome a ponerme de puntillas. Odio que haga esto.

―¿Por qué?―me pregunta. Mierda, lo sabe.

―¿Por qué qué?

Me aprieta más el cuello y yo le cojo las manos con fuerza intentando soltarme.

―Suéltame―le ordeno sin aire.

―¿¡Por qué coño te has metido en mi puto juego!?―no se inmuta y sigue haciendo la misma presión.

―Suéltame― repito frunciendo el ceño e intentando soltarme.

―¿Quieres que te suelte? ¿¡De verdad quieres que te suelte!?―me grita y yo asiento―No. Te. Vuelvas. A. Meter. En. Mi. Juego. ¿Entendido?―me pregunta y yo asiento de nuevo.

Me suelta de golpe y, pillándome desprevenida, me besa con ganas y ansia. Cojo aire y correspondo como puedo. Han pasado muchos años desde que lo conocí, pero aún sigue sorprendiéndome cuando se comporta así.

―Prepárate... Nos vamos.

―¿A dónde?―pregunto desconcertada.

―A clase―comenta mientras se quita la camiseta y se dirige a las escaleras.

―No tengo ganas. Hoy me quedo aquí.

―Hoy vas.

―No. Paso―subo con él.

Entonces él para en seco y se gira acercándose a mí. Me coge por la cintura y me sube a su hombro como si fuese un saco de patatas para llevarme a su habitación.

―¡Eh! Suéltame.

Pero él hace caso omiso, me tira en la cama y me baja los pantalones.

―¿Qué haces?―pregunto quejándome―. Déjame.

―Vamos a clase― dice quitándome la camiseta también.

―No quiero ir a clase.

―Eso a mí me da igual.

Resoplo y me pone los pantalones y una blusa cualquiera como un padre que viste a su hija.

―¡Rush! ¡Ya es la hora!―grita volviéndome a coger sobre su hombro.

―¿Vamos?―dice Rush saliendo de su cuarto.

―Vale, vale. Bájame―pero John sigue sin escucharme.

―Quiero asegurarme al 100% de que llegas a clase― dice mientras me sienta en el asiento del copiloto y me pone el cinturón cuando llegamos al coche.

―¿Ya os lleváis bien?―pregunta Rush desde el asiento de atrás.

―Bueno... Más o menos―dice John arrancando el coche―. Es que tengo dos opciones, bueno, tres.

―Adelante― dice Rush indicándole que siga hablando.

Yo hago como que no me interesa la conversación poniendo la radio y bajando la ventanilla.

―Matarla, follarla con manía hasta que le duela o perdonarla y dejarlo estar―dice John mirándome.

Evito su mirada y miro por la ventana sonriendo un poco.

―Os estáis enamorando― canturrea Rush desde atrás.

―Ala, decidido. Te vas a cagar cuando volvamos por la tarde a casa.

―Llevaros bien, que desde siempre habéis sido muy monos juntos.

―¿Y qué si salgo con John?―pregunto metiéndome en la conversación―. ¿Pasaría algo o qué? Que yo sepa no tengo prohibido estar con quien quiera.

Noto las miradas de ambos en mí, cosa que hace que casi me arrepienta de decir esa estupidez.

―Podéis hacer lo que queráis―se defiende Rush.

―¿Quieres salir conmigo?―me pregunta John y yo dejo de mirar por la ventanilla para mirarlo.

―¿Me lo estas pidiendo o solo quieres saberlo?― pregunto después de un pequeño silencio.

―Depende de lo que quieras.

Veo como Rush sonríe por el reflejo del espejo en silencio. Vale, es una pregunta seria. Porque nos conocemos desde... ¿Siempre? Sé como es John, debería decir que no.

―Creo que no... No valgo para relaciones serias― digo mientras vuelvo a mirar por la ventanilla.

―¿Tú o yo?― pregunta John.

―Alerta: excusa barata― dice Rush desde atrás.

―¿Qué? ¿Que si nos cargamos a Rush tú o yo? Yo me encargo―digo fulminando a Rush con la mirada.

Finalmente salimos del coche y John se acerca a mí.

―No―le digo viendo sus intenciones, pero él me vuelve a coger como un saco de patatas―. Que no me voy a ir, John―susurro mientras entramos por la puerta de la universidad.

John, como toda la mañana me manda a callar y me da una cachetada en el culo haciendo bastante ruido. Que vergüenza. Me tapo la cara con las manos y noto como se me encienden las mejillas. La gente de los pasillo me está viendo, lo noto. Oigo como John se ríe. Hijo de puta.

Sadismo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora