Escucho un ruido procedente del piso de abajo que me obliga a despertarme. Mierda, mis padres acaban de llegar. Como mi padre vea que estoy desnuda con John en mi cama me van a matar.
Me levanto y me visto lo más rápido que puedo para avisar a John, pero cuando lo veo durmiendo tan tranquilamente abrazado a mi almohada, con la sábana hasta su cintura y con la boca entreabierta decido dejarlo descansar.
―Hola―digo peinándome un poco cuando bajo las escaleras.
―Hola, cielo―dice mi madre sonriendo―. ¿Estabas durmiendo?
Depende... ¿Qué hora es? Si no es muy tarde estaba estudiando... Al ver que no entra luz por las ventanas decido admitirlo.
―Sí...
―Voy a hacer la cena―dice mi madre dirigiéndose a la cocina.
―¿Has hecho los deberes?―me pregunta mi padre.
―Eso mismo voy a hacer ahora―digo con tono irónico pero él se lo cree de verdad.
―Venga, voy a ayudarte...
―No, puedo sola.
Entonces mi padre se asoma por la ventana. Mierda, su coche. Lo va a ver.
―¿Está aquí?―me pregunta mirándome.
―No―miento.
Genial, ahora sabe que sé a quien se está refiriendo.
―¿Y por qué está ahí su coche?
―Me lo dejó para volver de clase―vuelvo a mentir.
Entonces mi padre me mira el cuello. Mierda, la marca que me dejó en el cuello antes de dormirnos. Joder...
―Me voy a hacer deberes―miento y me encamino a las escaleras hasta que me tropiezo con algo.
No me llego a caer gracias a que me agarro al sofá. Miro con que me he tropezado y veo su camiseta. La misma que le quité cuando empezamos a besarnos en el sofá. Mierda.
―¿Dónde está, Daisy?―pregunta perdiendo la paciencia.
Sabe que le estoy mintiendo, pero tengo que ganar tiempo. Seguro que se ha despertado con el jaleo, solo tiene que esconderse.
―¡Que no está aquí!―digo levantando la voz más de lo que quería.
Entonces mi padre sube las escaleras hasta llegar a mi habitación.
―¿¡A dónde vas!?―le grito mientras le sigo después de recoger la camiseta del suelo.
Sin responderme él abre la puerta y entra en mi habitación hecho una furia.
―¿Ves?―le digo entrando tras él y al ver que no hay nadie―. Vete ya anda―continúo empujándolo un poco.
―Como me entere de que andas con ese enfermo te vas a enterar.
Por un momento me siento débil y dejo de empujarlo. ¿Enfermo?...
―No está enfermo―me cruzo de brazos reuniendo fuerzas de donde no las hay.
No te vengas abajo Daisy...
―Sí, sí que lo está. Te mereces a alguien mejor―dice sin bajar la guardia.
―Mamá si que se merece a alguien mejor―dijo mirándolo a los ojos desafiándolo.
Entonces levanta la mano para darle a mi mejilla con fuerza. ¿Me acaba de pegar? Del golpe dejo de mirarlo y dejo la cabeza quieta mirando hacia mi cama. Mi mirada se pierde poco a poco. ¿Qué estaba mirando?
―Vete―consigo articular.
Me quedo en silencio hasta que oigo la puerta cerrarse tras mi padre. Se ha ido. Me ha pegado. No confía en mí. No confía en John. John... Dejo de mirar a la nada y lo busco por mi cuarto. La ventana se abre y él entra por ahí haciendo que suspire aliviada. Sin decir nada se dirige a la puerta. Ir detrás de mi padre no solucionará las cosas así que lo cojo del brazo haciendo que pare y me mire. Aún me pica la mejilla y seguro que tengo la marca de la mano ahí.
Aún sin hablar me acaricia la mejilla con cuidado y me abraza hasta que me besa en la cabeza.
―Será mejor que te vayas―le digo a pesar de que no quiero que se vaya.
Él asiente y le extiendo su camiseta.
―Te la regalo―susurra y lo miro.
―¿Te vas a ir a casa sin camiseta?―pregunto susurrando y él asiente haciendo que ambos sonriamos un poco―. Te quiero...
―Y yo a ti―sonríe.
―Gracias por venir―sigo susurrando para que no nos oigan.
Él niega restándole importancia y me besa.
―¿Mañana vamos a clase?―le pregunto en voz baja.
Paso de quedarme aquí sola con mis padres.
―Sí. Charlotte y Alloy pasan de nosotros y nosotros no les echamos cuenta―sonríe―. Así que... Podríamos... Oficialmente... Salir juntos. Esta vez definitivamente...
Sonrío y miro al suelo para que no me vea sonrojada. ¿En serio? Me pongo un mechón de pelo detrás de la oreja algo nerviosa. Joder ¿Qué coño me pasa?
Cuando nuestras miradas se cruzan nos besamos hasta que recuerdo que mis padres siguen abajo.
―Anda vete―sonrío.
―Nos vemos mañana, preciosa―sonríe y me una palmada en el culo haciendo que me muerda el labio.
Este chico no tiene remedio, por eso me encanta. Cuando está dándome la espalda mientras camina hacia la ventana me quito la camiseta que tengo puesta y me pongo la de él. Desde siempre le ha encantado que me ponga su ropa. Me dirige una última mirada y me guiña un ojo. Lo adoro demasiado.
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Sadismo ©
Teen FictionDaisy, John y Rush son amigos desde pequeños y comparten algo en común: son sádicos. Matan por placer. Pero su nuevo año de universidad cambiará sus vidas por completo. ¿Quién dijo que ser sádico o amar fuese fácil? Participa de forma interactiva co...