Capítulo 10 (parte 3 de 3)

185 17 2
                                    

―¿Puedo irme?― la sigo mirando y sonriendo―

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

―¿Puedo irme?― la sigo mirando y sonriendo―. ¿Puedo?...―vuelve a preguntar mientras se acerca lentamente a la puerta―John... 

―¿Qué?―le digo aún sonriendo.

―¿Puedo irme?... Por favor... Por favor, John... 

"Ahí tienes las llaves" pienso sin dejar de sonreír. Coge las llaves y abre. Esta tía no se entera, cojo una pistola que hay ahí, le apunto, me río como un psicópata y le disparo por detrás en el muslo. Coge aire y se cae al suelo llorando.

―¡En mi juego siempre gano!―me río con ganas.

Me acerco a ella, la cojo del pelo y tiro de April arrastrándola por el suelo.

―No, por favor― dice sin fuerzas cuando cierro la puerta del cobertizo―. Has ganado... Déjame, por favor... No te molestaré. John...por favor.

 Me acerco a ella y le arranco el mono blanco, ya manchado y roto, que llevaba en la fiesta. Le quito el sujetador brutalmente y me pongo encima suya. Se intenta apartar pero se queja por la bala que tiene en el muslo.

―¡Déjame!―grita, pero yo no dejo que se mueva y le quito las bragas―. ¡Por favor!

Intenta soltarse e irse pero es inútil. Le toco la herida para que se quede quieta de una puta vez. Ella se queja, como era de esperar y se queda quieta. Oigo como en su cabeza su conciencia le grita que pida ayuda o haga algo pero ya sabe perfectamente que es inútil. Me empiezo a bajar los pantalones y ella, al verme, empieza a gritarme de nuevo que me separe.

―Uuuff... Sí... Grita, por favor―ahora soy yo el que le suplica, le cojo las muñecas, se las pongo a los lados de la cabeza y le abro los piernas. Ella intenta cerrarlas, pero no la dejo.

―Déjame... No... por favor― ella llora y yo sonrío.

Se la meto completamente hasta el fondo y gimo. April grita y llora como nunca. Me la follo tan fuertemente que termino dentro de ella gimiendo de satisfacción. Ella tiembla como una conejita asustada con la mirada perdida. La he dejado tan destrozada que ya no tiene fuerzas, así que ya no tiene fuerzas para gritar.

―Dios― susurro satisfecho.

Polvo 10/10. La saco, la suelto y se queda tal como está. Veo que está sangrando de lo fuerte que la he violado, pero paso y me subo la ropa interior con los pantalones. 

―Vaya, vaya―sonrío―. Me has llenado de sangre―digo al ver que me ha manchado la ropa por culpa de la herida del muslo.

La vuelvo a poner atada en la pared y sonrío satisfecho.

―Ya sabes cuál es el siguiente paso, amor― le beso la mejilla delicadamente.

―Dame la pistola...―murmura sin fuerza.

―Amor. Has entrado en mi juego. Esto no es tan fácil―digo mientras cojo las llaves y el móvil.

Ya no llora, solo respira muy lentamente.

Sadismo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora