―Mamá, papá... Me vuelvo a casa de mis amigos—les digo a mis padres tras hacer la maleta.
―Vale. Pásalo bien y estudia mucho—dice mi madre con una sonrisa mientras me abraza.
―Lo haré―me separo miro a mi padre.
―Ten cuidado―murmura serio.
―Sí...
―Hay gente peligrosa por ahí.
―Lo sé...
―Te engatusan y luego ya sabes lo que hacen.
―Adiós―digo cogiendo la maleta para irme a la puerta y terminar la conversación cuanto antes.
Salgo por la puerta y me dirijo al coche de John, que me espera con la música a todo volumen y las ventanas bajadas. Entonces mi madre me para poniéndome la mano en el hombro.
―Mamá―le llamo la atención al ver que saluda a John con una mano y el lr corresponde igual.
―Ya estás hecha toda una mujer―me mira de arriba a bajo.
―Ahórrate el discurso...
―Eres igual de dura que tu padre―dice orgullosa.
―Me están esperando...
―Sí, Sí. Perdona―sonríe―. Solo quiero que sepas que te quiero... Y que si es lo que quieres lo respeto.
―Anda ven aquí―dice mi madre sonriendo y abriendo los brazos.
Me acerco a ella y correspondo cerrando los ojos. Nunca había empatizado tanto con mi madre, espero que no dure mucho porque me siento un poco incómoda. Cuando abro los ojos para separarme veo que la ventana del vecino italiano está abierta y Michael está asomado en ella mirándonos. Solo tarda un par de segundos en apartarse y cerrarla.
―Ten cuidado con los vecinos nuevos―le recomiendo a mi madre cuando me libro de sus brazos.
―Lo sé. Anda vete―sonríe un poco.
Me dirijo al coche de John y me subo diciéndole adiós con la mano a mi madre. Desde el coche echo un último vistazo a la ventana de mi vecino. No está.
―La ventana de mi cuarto estaba abierta―digo sin mirar a John.
―¿Qué?―pregunta arrancando el coche y alejándose de la casa de mis padres.
―Cuando nos acostamos... Ayer... ¿Te fijaste en la ventana de enfrente?―le pregunto y él niega―. ¿Sabes si la ventana estaba abierta?
―Creo que sí. ¿Por?―pregunta ante mi silencio.
―Hay un nuevo vecino de nuestra edad en la casa de enfrente―digo sonrojándome un poco―. Se llama Michael. Me estaba mirando desde esa ventana cuando me he despedido de mi madre. Creo que puede habernos visto ayer. ¿Conoces a algún Michael?
―No, pero buscaré.
―Vale, no sé si va a nuestra universidad. Tiene unos ojazos azules, el pelo azabache, habla italiano con fluidez y parece el típico tío perfecto. Para que sepas que buscar.
―Parece que te has fijado muy bien ¿no?
―Mi madre me obligó a ir a su casa a darles la bienvenida. Él nos abrió. Simplemente lo escaneé con la mirada. Creo que toda su familia es italiana.
― ¿Italianos? ¿Qué pintan aquí gente italiana?
― No lo sé. Solo sé que si ha estado observándome...
Habrá visto como me cambio de ropa, como me toco, lo mal que bailo...
John me dirige una mirada celosa y se aferra al volante con fuerza tensando la mandíbula.
―Mañana quedaré con Dereck para el trabajo... Y el viernes haré una fiesta para ver cómo es Michael en realidad.
John solo asiente y aprieta el cambiador de marchas para aparcar.
Una vez aparcado se quita el cinturón y apaga el motor. Aprovecho que se queda un momento quieto para subirme a horcajadas encima suya.
―¿Qué haces?―pregunta mirándome pero sin quejarse.
―Relájate John. Eres mío y yo soy tuya. Pueden verme o hacerme lo que quieran pero yo siempre seré tuya.
―No te van a hacer nada. Antes los mato.
Asiento sonriendo levemente y lo beso obligándole a corresponderme y a ponerme las manos en las caderas.
―¿Vamos?―le susurro en sus labios.
―No―sonríe y echa el asiento hacia atrás haciendo que caiga encima suya.
―¿Quieres hacerlo en el coche?
―Sí―dice y sonríe maliciosamente lanzándose a mis labios.
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Sadismo ©
Teen FictionDaisy, John y Rush son amigos desde pequeños y comparten algo en común: son sádicos. Matan por placer. Pero su nuevo año de universidad cambiará sus vidas por completo. ¿Quién dijo que ser sádico o amar fuese fácil? Participa de forma interactiva co...