Imagen de la portada: Ama no Hashidate de Sesshū Tōyō.
*
A pesar de estar bajo sombra, Ash sentía que su cuerpo se hiperventila, por los alaridos de Lao haciendo eco en su cabeza y tener a la vista el rostro apesadumbrado de Sing. Nadie se movía, estaban en completa angustia. El desmayo de Sing fue repentina y Ash no sabía qué hacer. Estaban en medio de la nada, cansados, solos y sin ninguna fuente de alimento o medicina.
Dentro de la mente de Ash estaba polarizada por sus propios pensamientos maliciosos, sin darle tregua de apartarlos. Por su culpa, estaban varados en un lugar desconocido; por su culpa, Lao dio mal uso a su arma e hizo que llegaron los militares a la cabaña y dañaron a Eiji y a Shorter. Si tan sólo hubiese sido más cuidadoso...
Si tan solo hubiese muerto el día que lo encontraron.
— ¿Ash, qué hacemos? — preguntó Nadia tras ver la respiración agitada del menor. Ella se estaba poniendo nerviosa.
El rubio no tenía ni la más mínima idea. Casi en ese momento iba a bufar porque también, por su bocota, les dijo a todos que los iba a proteger ya que él era el más experimentado en supervivencia. Que patético y descarado fue. La sensación de asco permanecía en Ash. Era una basura. No pudo salvar la cabaña, ni siquiera pudo leer las intenciones de suicidio de una mujer embarazada. Ahora otro menor estaba decayendo ante su presencia. Otra persona moría ante sus ojos. Ash empezó a reconocerse como un impotente e inútil.
Otra vez, la muerte le estaba atormentando. No estaba pensando en claro. Solo veía cómo Sing respiraba laboriosamente.
Paulatinamente, todos iban a sucumbir.
— ¿Ash?
Escuchó que alguien lo llamaba pero no le dio importancia. Le estaba fallando a todos. No quería más flagelos ni sufrimientos. El cansancio no ayudaba en absoluto, Ash sentía que en cualquier momento iba a desfallecer. La boca de Ash tembló sin poder articular algún sonido.
— ¡Podemos buscar las pisadas de Sing! — Ash se sobresaltó. Esa voz era de Eiji, pero no le estaba hablando a él. — O Sing debió dejar alguna pista... una señal... él quería guiarnos el camino hacia el lugar que encontró.
La mente de Ash volvió en sus cabales en un santiamén, como si la voz de Eiji disipó la neblina de sus propios pensamientos. Casi jadea por regresar a la realidad de golpe.
— Sing es muy listo. No creo que se haya confiado demasiado en su memoria como para llevarnos hacia allá. — Shorter negó con la cabeza. — Y mucho menos si se sentía fatal...
Lao estaba estupefacto. La única reacción consideraba como respuesta era el apretón que dio a Sing y luego lo atrajo más a su cuerpo. Podía palpar lo hirviendo que estaba en adolescente a través de sus ropas y sus brazos descubiertos.
— Dijo que el río estaba hacia el sur... — Nadia escaneó con sus ojos el panorama. — Salió de allá, en esa parte boscosa...
— No hay tiempo que perder... — Shorter se agachó con cierto dolor. — Cada minuto es vital, no sólo para Sing, sino para nosotros también. — Entonces, el chino recogió tanto como pudo las bayas y frutas que estaban en su alcance. — Nadia, ayúdame aquí... olvidemos un rato nuestras posiciones... hay que concentrarse en Sing...— rezongó tras haber hecho un movimiento en falso que lastimó sus costillas.
Nadia dejó caer sus rodillas al suelo y por ende su arma también cayó. Al darse cuenta, rápidamente la cogió y la guardó entre sus ropas y se dispuso a recolectar todo el alimento que sus brazos podían rodear. Con el rabillo del ojo, Nadia observó que Lao no tenía la más mínima intención de soltar a Sing.
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Extranjeros
Ficção Histórica¡FINALIZADA! El piloto aviador Aslan Jade Callenreese alias Ash Lynx tras un ataque sorpresa área y naval por parte de los japoneses en plena Segunda Guerra Mundial, naufragó y quedó varado en Izumo, Japón. Al ser rescatado por un extraño japones ju...