Capítulo 5: Sorpresa

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Imagen de la portada: a finales de Abril, tras la invasión de Berlin, Benito Mussolini, y compañía, decidieron huir a Milán. Fue cuestión de tiempo que los descubrieron por parte de guerrilleros italianos. Fueron fusilados,llevados a la Plaza de Loreto para ser ultrajados por parte de la muchedumbre y colgados y exhibidos en esa misma Plaza por la Policía. De izquierda a derecha, se encuentran los cuerpos de Bombacci, Mussolini, Clara Petacci, Pavolini y Starace.

*

Ash despertó cuando los primeros rayos de sol alumbran a través de sus párpados. Lo primero que sus ojos observaron fue el semblante relajado de Eiji al lado suyo. Aún estaba dormido plácidamente. La mirada de Ash se suavizó cuando se percató que Eiji estaba ligeramente sonrojado.

Ash cerró fuertemente sus ojos antes de levantarse y salir a la playa. Quería despejar su mente por la disputa que tuvo con Lao la noche anterior.

Sin embargo, lo que no estaba en sus planes era encontrarse a Shorter sentado en la orilla del mar, contemplando las olas en el amanecer.

La culpa invadió el alma de Ash. Aún no ha tenido la oportunidad de aclararle las cosas con Shorter y odiaba admitir que todo lo sucedido fue su culpa. Él era un amigo leal y lo que le hizo lo avergonzada.

Sin mediar palabra alguna, Ash se sentó a la par de Shorter en silencio. Shorter, al darse cuenta de su presencia, siguió sus movimientos con sus ojos, llenos de expectativa.

Antes de hablar, Ash suspiró hondamente. Sus ojos estaban enfocados en el amanecer.

—Shorter, yo... anoche yo...—Ash gruñó. Detestaba que estaba tartamudeando.— Lo siento.

Ash esperó una cruel réplica.

Shorter lo observó serenamente. Luego de escuchar esas palabras, le sonrió a Ash de oreja a oreja.

— No te preocupes, hombre.— le dio una palmada fuerte en la espalda. Ash casi cae de boca por el impulso.— ¡Sin rencores!

— ¿Qué?— dijo Ash estupefacto. La voz de Shorter sonaba amigable. No era precisamente la forma que esperaba ser tratado. — ¿Cómo me puedes perdonar tan fácilmente?

La sonrisa de Shorter desapareció casi de inmediato. Aún tenía fresca la imagen del rostro angustiado de Ash, llena de lágrimas y con gotas de sudor deslizándose sobre su piel.

— Yo sé que esta guerra puede dañar a cualquiera. Incluso al más fuerte. — Sus ojos se despegaron con los de Ash. — No me puedo imaginar qué horrores has podido ver siendo tú un soldado...

Ash se quedó sin aliento. Al igual que Eiji, no le estaba juzgando.

— Shorter...

— ¡Además! Yo sé que nunca nos lastimarías. — El chino rió levemente. — Eres nuestro amigo.

Ash sintió un escalofrío recorrió en su espalda. Su corazón palpitó más rápido al sentirse conmovido. Era una emoción que no estaba acostumbrado a sentir. El miedo, rencor, animosidad y apatía eran comunes en su vida diaria en Estados Unidos después que su hermano Griffin fue a la guerra.

Esa calidez que llenaba su alma era extraña para su cuerpo pero no le desagrada; la añoraba. Sentía que era ese niño otra vez que estaba sobre el seno de su familia cuando estaba integrada.

La culpa que le carcomía se estaba desvaneciendo.

— Shorter, yo no... yo no sé qué decirte.— Ash sintió que iba a llorar en ese momento.

— Solo di que vas a hacer mis tareas domesticas por siempre.

Ash bufó mientras frunció el ceño.

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