XXVIII - Pasado por agua.

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-No esperaba tu visita, Cyl. - me enseñó una silla para sentarme mientras recogía lo que podía, llevaba una camisa roja con un traje gris, del cual solo conservaba los pantalones, la corbata deshecha y dos zapatos negros de charol. 

-Ten, siéntate ya, solo hace falta hueco para que no se te manche nada.- le pasé un vaso del café, este lo aceptó gustoso. 

-Gracias.- se sentó en su silla y bebió un poco del café.- ¿Te lo ha dicho Bruce? 

-Ya no se te escapa ni una, ¿no?-le bromeé, este sonrió de lado.

-No, dime por qué has venido, sabes que estoy en un asunto importante y necesito concentración.- se inclinó hacia mí, un mechón de pelo quedó delante de sus ojos. 

-Venía a disculparme por mi comportamiento ayer.- Este se sorprendió y dejó su café a un lado. 

-No tienes por qué, sabía que no te gustaba preocupar al resto.-se rascó la nuca.- Así que era lógico que te molestara. 

-No, debí deciros algo, aunque tuviera ganas de que todos nos lo pasáramos bien, supongo que fue egoísta de mi parte.- lo dije sincera, este negó y me posó su mano sobre la mía.

-Está bien, solo estaba preocupado por tu salud.- su tacto amable y cálido me reconfortó.- La próxima vez, ven a hablar conmigo, quizás pueda ayudarte.- le sonreí. 

Acabamos charlando de otras cosas, cuando nos terminamos el café ambos, me despedí para ir al trabajo de Jason. Me acompañó fuera, al abrir la puerta dio a su secretaria accidentalmente en la cabeza. Ella se sentó en su sitio como si nada, Tim le dejó los envases para que los tirara. 

-Gracias por tu visita, me venía bien un descanso.- me abrazó sorpresivamente. 

-Sabes que es un placer.- se lo devolví y le di un beso en la mejilla, tras eso me separé y le puse una mano en el pecho.- Asegúrate de comer y descansar o nos preocuparemos en casa.- Este me sonrió y me cogió la mano del pecho y la estrechó entre las suyas, apartándose el pelo de la cara. 

-No te preocupes, para la cena ya lo habré terminado.- sus ojeras no impidieron que luciera arrebatador con ese aspecto desaliñado y empresarial.- Oye, parece que va a llover, ¿llevas tu paraguas?

-Sí, aquí lo llevo.-lo enseñé y este asintió. 

-Bien, ¿vas a ver a Jason?- afirmé.

-Sí, Alfred me la ha apuntado en el móvil.-se lo enseñé. 

-Perfecto, ¿sabes poner el GPS?-negué.- Bien te lo voy a explicar.- me estuvo dando alguna explicación previa.- ¿Lo has entendido? 

-Sí, gracias.-este sonrió.

La secretaria carraspeó.

-Señor Drake, debe continuar, no debería distraerse más.-su tono salió impertinente. 

-Por supuesto, señorita Wayne, ha sido un placer su visita sorpresa.- me dio la mano y yo se la devolví, su tono entre burlón y solemne me obligó a aguantarme una carcajada. 

-Lo mismo digo, señorito Drake.- me volví a la empalidecida rubia. - No lo tomaremos en cuenta en el siguiente recuento de personal. 

Me fui de allí con el sabor de la victoria bien fijado en mis labios, tres de tres, señores. Al salir noté que chispeaba, paré un taxi (más bien, me lo paró amablemente el guarda) y le indiqué la calle. Me dejó a una manzana de donde debería trabajar Jason, estuve buscando el sitio hasta que sentí una mirada, me volví y vi a Claudio, el hombre de la discoteca, enla terraza de un café justo en la acera por la cual caminaba. Cruzamos miradas, pero seguí andando, no quería que me hablara de nuevo. Ese día tenía asuntos importantes. Pero tuvo que levantarse y me cogió de la mano. 

Una más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora