LXXXV - Como una xoli@be#&.

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Volví a Gotham. Aparqué en la redacción de Derek y entré sin que la seguridad me dijera nada. Al subir al despacho de Derek, vi que no estaba su secretario. La estancia era moderna, tipo minimalista y monocromática, se parecía a su propio apartamento. Llamé a la puerta de cristal opaco que separaba ambas estancias.

-Puedes pasar, Claudio. - se escuchó su voz aburrida.

-¿Y si no soy Claudio?- exclamé en cuanto abrí la puerta.

-¡Cyl! ¡Te echaba de menos! - se levantó con energías renovadas.- ¿Qué tal en paletolandia?-me acerqué a este riendo.

-Bueno, ya sabes, un poco de todo.-este se volvió a sentar en su inmenso sillón.

-Me alegra saber que pudiste sobrevivir sin mí. - se puso una mano en el pecho y se echó hacia atrás.

-¿Y tú? No creo que fuera tan indispensable si Babs tenía tiempo para ti.-rodó los ojos hundiéndose en el confortable respaldo.

-¿Por dónde empezar? - sopló su flequillo. - Mi querida y preciosa Diosa se enfadó cuando la dije, y cito en mi defensa, "Barbara, mi dulce pelirroja, el médico me dijo nada de emociones fuertes y el que salgas todas las noches me tiene en vilo, no me quejo de nuestra relación, pero será mejor que me vuelva a mi piso, no puedo seguir así." fin de la cita.

-¿Qué dijo?

-Se enfadó mucho, quiso saber si era porque hubiera otra, si eran mis celos a otros chicos, comenzamos a discutir... - sus ojos se aguaron. - Ay, Cyl... Creo que me ha dejado. - comenzó a llorar.

-Ey, Derek, vamos. - le acaricié el brazo.- Eso no es así, ella solo no se explicará el retroceso.-este negó.

-No... Llegó un momento donde ella se calmó y me dijo que hiciera lo que considerara... Me odia. - se tapó la cara con las palmas de las manos.- Y juro que yo la amo, dios, la quiero demasiado para que me deje.

-¿Y por qué no te disculpas? - este alzó la cara de inmediato, con el rostro cambiado.

-¿Cómo haría algo así? ¡Me llamó inmaduro e inseguro! - se victimizó.- Yo solo traté de hacerla entender que no puedo vivir si no sé al menos si lleva café o si necesita una bufanda, me da igual si se lleva a Dick o si se va a otro país, solo quiero que se despida de mí.-el rubio estaba desecho.

-Ow, Derek... - le iba a animar cuando la puerta sonó.

<<Señor Bayle, traigo su café. >>- una voz inexpresiva resonó entre los sollozos de Derek.

-Pasa, Claudio. - este cogió un pañuelito de papel y comenzó a limpiar sus lágrimas y mocos.

Abrió la puerta, un hombre alto, con una coleta baja en un lazo de seda negra, un traje negro y camisa blanca con corbata negra, su cabello largo y rubio estaba trenzado antes de entrar en la coleta. Era el secretario de Derek, "Claudio" Melgar. Este, al verme, se quedó quieto unos segundos antes de avanzar y depositar el vaso de café en frente de Derek.

-Gracias, Claudio.-se repuso a duras penas el de ojos grises.

-No ha sido nada, señor Bayle.- su mirada escarlata quedó en mí.

-Soy Cyl Wayne, encantada. - le sonreí.

-Un placer, señorita Wayne.-este me sonrió de vuelta.

-¡Eh, nada de coqueteos! - Derek le miró enfurruñado. - Cyl es para Tim, como mínimo.- Cael bufó cansado.

-No pienso lo mismo, Derek... - suspiré.

-¿Y eso?

-Me retiro por el momento.-Derek le asintió mientras fijaba su atención en mí.

Una más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora