LXIX - Identidad Obvia.

465 55 24
                                    

-Y dime, padre, ¿vamos a ir a la empresa?

-Sí, decidí que era un buen lugar para encontrarnos con el psicólogo.- dijo a mi lado en la limusina que llevaba Alfred.

-¿Y cómo has dicho que se llama el psicólogo?

-No te lo he dicho.

-¿Ni una pistita?

-¿Qué sería esta familia sin misterio? - se burló serio.

Lo dejé estar, esa mañana me tocaba mi primera cita con el doctor, no anticipé la importancia de esta.

Al llegar a Industrias Wayne, saludé al portero, el buen hombre asintió como saludo. Al entrar vi la recepción, como siempre solo transitada por los mensajeros de correspondencia, los repartidores de I.W y los recepcionistas. Todos paraban su ajetreo al ver a mi padre, le saludaban y seguían a lo suyo, observé que mi padre se sabía casi todos los nombres de sus empleados. Subimos a la última planta, donde estaba la sala de espera a su despacho, entre esa decoración moderna destacaba la señora Copperfield. Una ancianita de aspecto dulce y responsable que lucía unas gafas con forma de "D" tumbada, sus cabellos rubios y canosos formaban un moño perfecto.

-Señor Wayne, buenos días.-saludó amable. - ¿A quién tengo el gusto de conocer?

-Es mi hija, Cyl.-me empujó un poco.

-Oh, el señor Wayne me ha hablado tanto de usted que casi me parece conocerla. - sonrió entusiasmada.

-Es un placer conocer a la diligente secretaría que ayuda a mi padre.-la di la mano, ella rió bajito.

-Créeme querida que su padre se las arregla bien solo. - carraspeó y volvió a su impasibilidad.- Señor Wayne, le espera el doctor en su despacho, pasen una buena mañana. - la señora volvió a su sitio. - Si necesitan algo comuníquemelo.

-Eso haré, señorita Copperfield. - sonrió mi padre al dirigirse a su puerta.

Finalmente entramos en su inmenso despacho, totalmente vacío hasta llegar a su escritorio, a la izquierda una barra de cóctel, a la derecha unas estanterías y delante de unos impresionantes ventanales por donde se veía toda Gotham, su escritorio. En una de las sillas percibí una figura masculina.

-Doctor Melgar. - saludó mi padre mientras nos aproximábamos.

El hombre se levantó y se dispuso a saludar a mi padre... ¡Era Claudio!

-¿Qué está pasando aquí? - miré a ambos.

-No te preocupes, sé que puede parecer extraño, pero el doctor Mergal es un profesional.- Claudio se giró a mí con serenidad y algo más.

-¿Quieres empezar, Cyl? - me sonrió para calmarme, pero seguía con la sensación de déja vu e inquietud.

-¿Dónde me siento? Porque se supone que me tengo que sentar en esa especie de triclinio, ¿no? - me burlé nerviosa.

-No te preocupes, tu padre me ha dado la libertad de instalar un pequeño moviliario en esa esquina.- me señaló que en el lado de la barra, justo al lado de la pared coronada por un retrato familiar de Bruce y sus padres, se había colocado un sillón y un triclinio.

-Estaré vigilando desde mi mesa, hija, nada te pasará.-Bruce me susurró al oído.

Asentí y fui con Claudio al rincón, vi que tenía su mochila a un lado de la silla. Nos sentamos y este sacó su móvil, su cuaderno y un boli.

-Me gustaría grabar la sesión.

-Si es necesario...

-Bien. - dio a grabar en su teléfono.- Primera entrevista a Cyl Wayne, según su padre se observa pérdida de memoria a largo plazo y... - siguió su prediagnóstico, mientras me dediqué a mirarle, algo en él me hacía pensar que no era Claudio. - Dime, Cyl, ¿de qué quieres hablar?

Una más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora