Reconciliación

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La fidelidad es algo sumamente importante en una relación. Eso Mark lo tiene más que claro. Ser fiel no es difícil, no tiene que serlo, no cuando amas a alguien.

Es por eso que tan solo escuchar la propuesta de aquel alfa frente suyo, se levantó de la silla, dio un claro no, y se marchó del restaurante.

Ni siquiera le gustaba tanto estar ahí, la comida era excelente, pero tenía unos estándares demasiado altos, o eras sumamente hermoso o tenías mucho dinero, de otra forma no entrabas. Incluso los meseros parecían modelos sacados de revista. Lo hacía sentirse inseguro.

Suspiró pensando en que se había arreglado para nada, su alfa ni siquiera lo había acompañado. Sus mejillas se sonrojaron por sus pensamientos, él solo quería asegurarse de que Samira no pudiera despegar sus hermosos ojos grises de él, que se sintiera orgullosa de tenerlo por omega aún estando rodeados de omegas mucho más bellos.

Y ahora estaba enojada con él y seguramente uno de los dos dormiría en la sala.

Y todo porque él no había prestado atención cuando Samira le decía que aquel hombre lo estaba cortejando. ¡Pero debía entenderlo! Ese alfa ya tenía marcado a un omega, ¿por qué lo cortejaría a él?

Sus labios hicieron un puchero involuntario, ahora que había rechazado la propuesta de acostarse con aquel hombre estaba seguro de que no le darían empleo en la empresa. Así que tendría que buscar en otro lado.

Subió al auto que compartía con su pareja y condujo a casa.

Al por fin llegar y entrar a su departamento soltó un suspiro de alivio. Observó el reloj del recibidor, no había estado ni siquiera una hora fuera.

Su cuerpo se alertó cuando escuchó algo romperse en su habitación. Corrió a ella sin dudarlo y abrió la puerta, preocupado por lo que podría estar pasando.

—Sal maldita porquería. —escuchó sisear a su alfa, y por un momento pensó que se lo decía a él, pero antes de que su lobo pudiera deprimirse sus ojos cayeron sobre la foto enmarcada en manos de Samira, quien tenía una batalla tratando de sacar la fotografía del marco.

Ladeó la cabeza confundido y luego notó la maleta a medio hacer en la cama. Su corazón se detuvo un segundo. Sin quererlo comenzó a hacerse ideas, gran parte de ellas aterrandolo.

—¿S-samira? ¿Qué h-haces? —se acercó con su cuerpo comenzando a temblar. La alfa se tensó unos momentos antes de girarse a verlo con el rostro lleno de indiferencia.

—Llegas temprano, no te esperaba hasta tarde, tal vez mañana, cuando terminaras de revolcarte con ese imbécil. —Samira gruñó tratando de eliminar el nudo en su garganta. —Me voy, estaré unos días con Lya y luego me mudaré a algún lugar lejos de aquí.

Mark sintió los ojos llorosos ante la afirmación, corrió hasta su alfa y la abrazó por la cintura.

—¡No! —gritó. —¡No puedes irte, no puedes dejarme!

Samira se sacudió tratando de librarse del agarre del menor al mismo tiempo que trataba de sacar la foto del feo marco que había escogido su omega tiempo atrás y que absolutamente no quería entre sus cosas.

—¡Sueltame! —Mark apretó su agarre y comenzó a sollozar. Samira se vió tentada a detenerse y consolarlo, pero su propio corazón se estaba cayendo a pedazos.

—¡No me dejes! ¡Dijiste que nunca me dejarías, que me amarías por siempre! —reprochó dolido.

—¡Eso fue antes de que decidieras irte con aquel bastardo! —rindiéndose por fin en su batalla con la fotografía, la echó con todo y el feo marco a la maleta.

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